A más de una semana de que comenzara la intensa búsqueda de Silvia Zulema Chávez, desaparecida el 19 de julio pasado, la fiscalía de San Rafael investiga la causa como un homicidio y por el hecho fue trasladado al penal Mauricio Albornoz, único imputado y quien vivía detrás de la enfermera jubilada de 72 años. Hay 15 celulares secuestrados que serán peritados con la esperanza de que arrojen luz en un caso intrincado y en el que todo el entorno de la mujer buscada es sospechoso.
La curiosidad de una conocida de Chávez la llevó a acercarse a la comisaría 8 de la Ciudad de San Rafael para preguntarle a los investigadores si habían logrado tener novedades del paradero de la enfermera. Fue entonces que se desencadenó un caso bastante inusual para la historia criminal del Sur, que quedó en manos del fiscal Javier Giaroli.
A la vivienda de la jubilada, ubicada en la calle Ecuador al 1600 del barrio Pueblo Diamante, llegaron la Policía Científica, un colaborador de la Escuela de Adiestramiento Canino Profesional y personal de la División Homicidios, quienes se encontraron con que estaba ocupada por la hermana de la desaparecida, la misma que había dicho a los demás que ya había radicado la denuncia del paradero de Chávez tiempo atrás.
Entre los peritajes en el inmueble, los pesquisas usaron luminol, con el que pudieron determinar que había manchas que reaccionaban al destello químico típico de cuando se coloca sobre restos hemáticos. Sin embargo, las muestras recogidas aún están en análisis por el Laboratorio de Genética Forense de Mendoza y resta determinar si, efectivamente, se trata de restos de sangre.
Pero ese hallazgo no fue el único ya que entre los canteros había restos óseos enterrados, los cuales fueron apartados y revisados por una perito antropóloga. Varios de ellos eran de animales, pero “hay dos o tres que no se sabe bien y deberán ser analizados”, aseguró una fuente allegada a la causa.
El mayor problema que enfrenta la investigación es que han pasado más de 100 días desde la posible muerte y que, según la describen los pesquisas, la hermana “arrasó con todas las pruebas” desde mediados de octubre.
Chávez y su hermana estaban peleadas por la herencia de esa casa. Llevaban años sin hablarse y en cuanto se enteró de que la enfermera jubilada estaba desaparecida se apoderó de la vivienda, la reordenó a su manera y la limpió. Pero no sin antes filmar cada movimiento, que dejó plasmado en 38 videos, que la salvaron de quedar imputada aunque no exenta de la investigación.
La esperanza puesta en 15 celulares
Hasta el momento el único imputado por el asesinato de Chávez es Mauricio Albornoz, el hombre que alquilaba el departamento que la jubilada tenía al fondo de la casa y con quien mantuvo en sólo un mes varios problemas que la llevaron a buscar asesoramiento con una abogada para que desalojaran el lugar.
Albornoz fue imputado por homicidio simple y por hurto, ese último cargo debido a unas persianas de Chávez que fueron halladas en el nuevo departamento del hombre. Además, las últimas investigaciones de la fiscalía develaron que la pareja se mudó en septiembre, cuando debían hacerlo a fines de julio como habían acordado con la letrada. Para ese entonces, Chávez ya llevaba un mes y medio desaparecida aunque nadie la buscaba.
En la nueva vivienda de Albornoz, la Policía secuestró los celulares de él y su pareja, más otros 11 que tenía el hombre en su poder. Todos quedaron en manos Delitos Tecnológicos, con la esperanza de que ayuden a resolver el misterio o que entre los mismos esté el equipo de Chávez, el cual registró su última actividad en la noche del 20 de julio y se apagó a las 17, del otro día.
El ex marido, también en la mira
Los celulares secuestrados se suman a la lista en la que ya estaban los de la hermana de la jubilada y el equipo de su ex marido, quien fue aprehendido y llamado a declarar. El hombre confesó que Chávez era violenta con él, que lo había agredido físicamente durante el matrimonio y que tenían pésima relación.
Pero parte de la sospecha de la fiscalía recayó en que con Chávez muerta y ellos aún casados ante la ley, el hombre podría haberse beneficiado con una pensión por viudez.
Silvia Chávez era una mujer solitaria, sin hijos, a quien los vecinos señalaron como agresiva hasta con los niños que se atrevían a jugar en su vereda. A pesar de que todos los días salía a barrer la vereda, nadie se molestó en llamar al 911 para dar aviso de que no la veían y así enviar uniformados a chequear la vivienda.