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hace 2 horas
El embarazo que cursa María Isabel Ortiz (27), acusada por la muerte a golpes de su hija Naiara (1) en el mes de junio en el Este, no fue motivo para que la joven pueda salir de la cárcel. Ayer la Justicia le dictó la prisión preventiva, por lo que ella y su pareja, el otro sospechoso, seguirán con detención efectiva.
Este paso procesal, siempre valioso para la investigación, comenzó por videoconferencia la semana pasada y, luego de escuchar a las partes, la jueza Marina Cuatrini ordenó un cuarto intermedio para resolver si Ortiz y su novio, Luis Miguel Ávila (35), continuaban en el penal.
En la primera audiencia la defensa de la mujer aseguró que su cliente estaba embarazada, buscando algún tipo de beneficio por esta situación, como podría ser la prisión domiciliaria. Frente a esto se pidió un análisis de sangre para corroborar la gestación y los resultados fueron positivos.
El embarazo de la sospechosa es de dos meses y el padre de la criatura sería Ávila, con quien lleva poco tiempo de relación. Ortiz será madre por quinta vez, ya que además de Naiara -la beba asesinada- tiene tres hijos más, aunque sobre dos ha perdido la tenencia.
Apenas detenida, la mujer pidió domiciliaria para cuidar al niño que seguiría viviendo con ella, pero en ese entonces fue rechazada por la fiscalía. La misma suerte corrió ahora, ya que la jueza dictó preventiva en la cárcel para ambos imputados, tal como habían solicitado los fiscales Valeria Bottini y Mariano Carabajal.
El embarazo y el contexto de pandemia hicieron suponer que la mujer podía recibir algún tipo de morigeración.
Maltrato infantil
Los acusados están complicados en la investigación, principalmente por las lesiones que presentó Naiara. La autopsia develó que la pequeña tenía fractura de cráneo, tres costillas rotas y lesiones en el hígado y en los riñones.
Cuando los profesionales detectaron esto supieron que posiblemente la menor pudo haber muerto por una golpiza. A la víctima la habían llevado al hospital Saporiti de Rivadavia el sábado 20 de junio pasado y, por la gravedad del cuadro, la derivaron al Perrupato de San Martín, donde murió al día siguiente.
El lunes 22 su madre y el padrastro quedaron detenidos, a la salida del cementerio. La Justicia ya contaba con el informe forense y los puso en la mira. Apenas horas después eran imputados por graves cargos: homicidio agravado por alevosía y por el vínculo en el caso de Ortiz, delito con pena única de perpetua en un futuro juicio.
Sus declaraciones no los favorecerían: cuando llevaron a la beba al sanatorio dijeron que estaba con vómitos y en la imputación explicaron que las heridas eran producto de caídas que había tenido la nena en la última semana. Las lesiones no eran compatibles con accidentes, sino con golpes con algún elemento contundente, con puños o patadas.
Además, ninguna versión de los testigos corroboró las hipótesis de los sospechosos sobre caídas a una pileta y luego contra unos palos.
La fecha y el lugar de muerte no han sido precisadas, ya que los tres protagonistas estuvieron en sitios diferentes en una misma semana. Del 13 al 20 de junio se quedaron en una finca de La Colonia, Junín, donde vivía Ávila, y el 20 se trasladaron a Los Campamentos, Rivadavia, donde residían Naiara y su madre.
Ambos lugares fueron allanados por la Policía en busca de pruebas, pero en ninguna de las medidas se hallaron elementos importantes.
Sin embargo, los informes médicos determinaron que las heridas fueron provocadas de 24 a 48 horas antes de la necropsia, realizada el domingo 19 de junio a las 22. Con esta precisión, se estima que la nena fue atacada el viernes o el sábado anterior y pudo ser en cualquiera de las dos propiedades.
