La investigación por el asesinato de la trabajadora sexual trans Melody Barrera (27)– ocurrida en la madrugada del 29 de agosto en la “zona roja” de Guaymallén- tuvo un adelanto de gran importancia que permite decir que ya es “un caso cerrado”: se comprobó que los seis disparos que terminaron con su vida de la travesti salieron del arma reglamentaria del policía detenido, Darío Jesús Chaves Rubio (31).
En las últimas horas la pericia balística realizada sobre la pistola 9 milímetros de Chaves determinó – a través de una cotejo fotográfico- que, en efecto, los proyectiles y las vainas, son coincidentes.
"Tenemos todo tipo de pruebas: testigos que vieron a Chaves en el lugar, cámaras donde se ve su auto, ubicación de su teléfono por las antenas, el arma homicida, teléfonos de Melody y del policía”, enumeró una fuente que trabaja en la investigación.
El jueves pasado, personal de investigaciones fue a la comisaría 34 del barrio Bancario de Godoy Cruz y detuvo a Chaves, quien prestaba servicio en esa dependencia. Allí se le secuestro su arma reglamentaria, el teléfono y también el VW Bora que había sido visto por un vecino que salió a la calle tras escuchar los disparos.
El mismo día de la detención la fiscal de Homicidios Andrea Lazo imputó a Chaves por “homicidio agravado por el odio a la expresión de género en concurso ideal con homicidio agravado por el uso de arma de fuego, y en concurso real por violación de cuarentena”. La calificación tiene pena de prisión perpetua.
Por ahora no se sabe si Melody y Chaves se conocían de antes y si se conocieron la madrugada del homicidio. Un testigo que se presentó espontáneamente días después del hecho, declaró que vio a Chaves en su auto, cerca de la escena del crimen –Lateral Este de la Costanera y Correa Saá- y algo raro notó. El hombre le preguntó si estaba bien y la respuesta fue sorprendente: “voy a buscar un arma y a cagar a tiros al travesti”.
Este diálogo sería anterior a los disparos y fue chequeado por los investigadores a través de registros de las cámaras de seguridad de la zona. Lo que aun no se sabe es si en efecto el policía fue a buscar el arma a su casa –ubicada en 25 de Mayo al 1700 de Ciudad- o bien la tenía encima y luego de diálogo fue a buscar a Melody nuevamente y le disparó.
Por otra parte, si bien en el primer momento no se sabía si el bolso de Melody se lo había llevado el tirador o alguien se lo había robado con posterioridad, lo cierto es que las compañeras de Melody se lo habían llevado y luego se lo entregaron a la policía. Allí estaba uno de sus teléfonos, en tanto que un segundo celular fue entregado por los familiares de la víctima. Todos los teléfonos secuestrados están siendo periciados.
