Un extraño entramado familiar, que no excluye la violencia de género, tiene de trasfondo el crimen de Naiara Ortiz, la beba de 1 año y 9 meses que murió el domingo en un hospital de Este tras recibir una brutal golpiza.
Ya están en la cárcel su madre, María Isabel Ortiz (27) y el novio, Miguel Ávila (35), imputados por homicidio agravado por alevosía, además del agravante del vínculo en el caso de la mujer.
Durante la declaración que hizo Ortiz ante la fiscal Valeria Bottini y su superior, el jefe de la Fiscalía de Rivadavia-Santa Rosa, Mariano Carabajal, dio una versión de los hechos, afirmando que la nena se había caído dos veces.
La sospechosa detalló que la primera caída fue en la finca donde vivía el novio, en el distrito Los Campamentos, donde la pareja y la niña estuvieron entre el 13 y el 20 de junio, según contaron dos testigos.
Según la acusada, la bebé cayó el miércoles 17 por la tarde a una pileta sin agua que tiene una profundidad de 30 o 40 centímetros. Aseguró que la caída fue de espaldas, mientras jugaba sola.
La segunda caída -siempre, según la madre- se produjo en la finca del distrito La Colonia, donde ella vivía con su hija y su padre. En este caso, la caída fue sobre unos palos de una viña y, como la primera, de espaldas.
En su declaración, la sospechosa afirmó que cuando llevó a su hija la hospital Saporiti nunca habló de las caídas sino de vómitos y deshidratación.
El médico forense estableció que la causa de la muerte fue un shock hipovolémico producido por las graves lesiones internas. Los traumatismos se habrían producido con un “objeto contundente” y tal vez también con golpes de puño.
Las lesiones están localizadas: un golpe en la cabeza, tres costillas quebradas y desgarros importantes en el hígado, los riñones y los intestinos.
En ningún caso, salvo el golpe en el cráneo, la prueba científica coincide con la versión de la madre.
Los tiempos tampoco coinciden. Ella dijo que las caídas se produjeron el miércoles y el sábado, pero la pericia sostiene que los golpes se ocasionaron 24 o 48 horas antes, es decir, el viernes (cuando estaba en la finca donde vive el novio) y el sábado (cuando estaba en la finca de ella).
La Justicia no ha podido determinar el lugar donde se produjeron las lesiones.
Parejas cruzadas y violencia de género
Además de la nena fallecida, Isabel Ortiz tiene dos hijos varones de otro matrimonio.
En el expediente del homicidio todavía no consta por qué ni cuándo la Justicia de Familia decidió quitárselos y darle la custodia al padre biológico.
El entramado familiar del caso es casi de telenovela: el ex marido de Ortiz vive en Rodeo del Medio con su actual pareja y con los dos hijos que tuvo con la imputada.
La mujer es tía de Isabel Ortiz y a la vez tuvo una relación con Miguel Ávila (ahora imputado por el crimen de Naiara), que terminó mal.
De hecho, Ávila fue condenado a 6 meses de prisión por un caso de violencia de género, luego de que su ex -es decir la actual pareja de ex de Isabel Ortiz- lo denunciara por golpearla.
Por ahora, todo esta situación no ha tenido mayor relevancia en el expediente judicial, aunque habrá que esperar a que todos declaren.
Tras ser imputada por homicidio agravado por alevosía el miércoles, la pareja quedó en la órbita del Servicio Penitenciario. Allí permanecerán con una custodia especial para evitar el contacto con otros internos que pudieran querer “ajusticiarlos”.
Los investigadores esperan la pericia psicológica de Ávila y ya tienen en su poder la de Ortiz.
“No hay repercusión afectiva en relación al hecho. Si bien no es peligrosa, en un ámbito familiar podría serlo por sus carencias afectivas”, consta en los análisis a los que fue sometida la madre de la pequeña fallecida.
El crimen
El sábado pasado por la tarde Isabel Ortiz llevó a su hijita Naiara a la guardia del hospital Saporiti, diciendo que presentaba una deshidratación. Pero los médicos, al ver que el cuadro que presentaba la menor revestía gravedad, decidieron trasladarla al hospital Perrupato de San Martín.
Los pediatras que la trataron poco pudieron hacer por Naiara, quien falleció el domingo a las 16.
Los especialistas sospecharon que la niña no estaba deshidratada sino que había recibido un duro castigo antes de morir, lo que se convirtió en el puntapié inicial de la investigación.
Las sospechas de los médicos quedaron a la vista cuando el Cuerpo Médico Forense realizó la autopsia: el cuerpo presentaba una fractura de cráneo, tres costillas rotas y lesiones en el hígado y en los riñones.