Fue inesperado. Ni desde el sector del nuevo presidente del PJ, Emir Félix, ni por el lado de la exconductora del peronismo hasta hace poco, Anabel Fernández Sagasti, apostaban a un encuentro.
Minutos antes del inicio de la actividad en la escuela hogar Eva Perón, la actitud cambió. “Me invitó personalmente Emir, así que voy”, comunicó a los suyos la senadora nacional y líder de La Cámpora, produciendo sorpresa en la tropa propia. El kirchnerismo, hasta ese momento, había decidido no participar en los actos vinculados a la sucesión, que están a cargo de los rivales que lo destronaron.
Eran cerca de las 19 de ayer cuando el exintendente de San Rafael vio a Fernández Sagasti entre el público. Lejos del protagonismo de otros tiempos y en cierta forma en territorio enemigo, Anabel había elegido el perfil más bajo posible: se ubicó en una de las filas del auditorio, muy lejos de la mesa principal. En esa mesa ahora sólo hay silla para una referente kirchnerista: la lujanina Paloma Scalco.
Allí se dirigió Félix para saludar y entrecruzar algunas palabras (¿agradecimiento?, ¿algún reproche?) con la legisladora nacional.
La escena, captada en fotos y video por Los Andes, fue uno de los momentos importantes del inicio de la era Félix al frente de la conducción del peronismo. Pero el frío saludo entre la referente del kirchnerismo y Flor Destéfanis, intendenta de Santa Rosa y hasta noviembre presidenta del PJ, fue otro muy distinto.
Cuando todos (cerca de un centenar de compañeros) se acomodaban para los discursos, Destéfanis también fue al encuentro de Anabel entre la gente, en búsqueda de un contacto cariñoso o afable, quizás similar al que tuvo con Félix. Pero Fernández Sagasti paró con esa dulzura.
El lenguaje gestual que se ve en la foto lo dice todo y sobran las palabras. Destéfanis buscó un abrazo y Anabel le devolvió apenas una palmada en el hombro. Ni la miró.
Para entender bien lo que estaba pasando. Destéfanis era una de las dirigentes que Carlos Ciurca le “prestó” a La Cámpora. Pero cuando Ciurca, cerca de las últimas elecciones, abandonó el kirchnerismo para sumarse al proyecto de poder de la mayoría de los intendentes del partido (que son poco y nada K), se llevó para ese lado ni más ni menos que a la presidenta del partido en funciones.
¿Traición imperdonable? ¿Un gesto de reproche por el viraje de Destéfanis, que se le alejó de Cristina y busca posicionarse para 2027 desde otro lugar?
Quizás se nos escapa algo y hay matices en la relación de La Cámpora con el ciurquismo, porque Fernández Sagasti, la misma que frizó a la hora de los saludos a la intendenta de Santa Rosa, no tuvo inconveniente en sentarse a charlar un rato largo con otro “embajador” del ciurquismo que se cambió de equipo: el intendente de La Paz, Fernando Ubieta.
Más tarde, hay que decirlo, Anabel eligió un grupo más amigable para escuchar los discursos y se sentó con el diputado Martín Aveiro.
Es posible que estos sectores (camporistas y ciurquistas) sean irreconciliables. Pero no parece que ocurriera lo mismo entre Anabel y Félix. De hecho, la posibilidad de que el exintendente de San Rafael se convirtiera en el nuevo presidente del PJ mendocino se terminó de cristalizar recién cuando la jefa de La Cámpora le dio el aval para ello.
Después vinieron meses de ruido interno y encontronazos en la entretela de este disminuido peronismo. Hagamos un pequeño sumario: apoyos y rechazos a Cristina Kirchner como presidenta del PJ nacional, pelea entre dirigentes departamentales, discusiones y reproches en la Legislatura, y gente que va y viene entre uno y otro bando, como el lasherino Rubén Miranda.
La mayoría, pequeñeces, en definitiva. Cuestiones que casi no le importan a nadie. Pero tensiones internas al fin, por eso la sucesión en la conducción del PJ fue un evento cerrado del Consejo partidario, sin militancia ni bombos, con escasa difusión y rodeado de cierto misterio respecto de la concurrencia.
El acto tuvo como escenario la escuela hogar del parque General San Martín que es un emblema de otra época para el peronismo ¿Un touch de nostalgia? En contraste, el discurso del nuevo presidente del partido fue bien realista y actual. Félix dijo a la prensa que eligió este formato para la asunción porque “no hay plata” para hacer actos partidarios hoy (como no la había tampoco para disputar una interna por la presidencia, a pesar de algunas simulaciones) y trató de meter un poco de mística con el reparto de diplomas a los dirigentes departamentales que buscará empoderar.
Destéfanis se tragó el desplante de Anabel y después agarró el micrófono para reiterar su deseo pos cristinista: que el PJ vuelva a enamorar al electorado para ser una opción de gobierno.
Los gestos mutuos de fin de año entre la conductora de La Cámpora y el nuevo presidente del justicialismo muestran que, al menos, el proyecto no está roto en su propio punto de partida.