Balance a 20 años de haberle prohibido la entrada a mi restaurante a los políticos

Dicen que Argentina es el país que en un día cambia todo y en 20 años todo sigue igual.

Balance a 20 años de haberle prohibido la entrada a mi restaurante a los políticos
En el 2001 Fernando Barbera decía en Los Andes que decidieron que ningún político pudiera entrar a La Marchigiana, el tradicional restaurante de su familia.

Lo que logré prohibiendo la entrada de políticos a mi restaurante (intentado defender el derecho de alimentación de los niños) fue que los políticos más eficientes y los más honrados se ofendieran porque los metí en la misma bolsa que a los corruptos e ineficientes.

Pero como todo en la vida, las cosas tienen un lado bueno y un lado malo. La exposición pública que generó la decisión de echar políticos me dio la posibilidad de conocer gente maravillosa que trabaja incansablemente por una Mendoza mejor.

Durante 4 años, junto a algunos amigos, nos dedicamos a pelear con los políticos. Creamos “Cambiemos la política” y desde la pelea no tuvimos resultados.

Además creamos el Banco de Alimentos para colaborar con la alimentación de los niños porque en una sociedad bien constituida, los niños y los ancianos son de todos. Hicimos Valos para aprender a hacer empresas que creen valor social, ambiental junto al económico porque también las empresas pueden ser parte de hacer una Mendoza justa y sostenible donde entremos todos para que no exista la exclusión. Para no ganar al póker en el Titanic, para poder ser la misma persona cuando educamos a nuestros hijos que cuando gestionamos a nuestra empresa o para, como decía Quino, amasar fortuna sin hacer harina a los demás.

Después agregamos a nuestro quehacer el concepto de ciudadanía para la transparencia y en conjunto con organizaciones sociales armamos Nuestra Mendoza con la idea de luchar contra la corrupción desde la ciudadanía. Reuniendo a personas que trabajan en organizaciones sociales y en cámaras empresarias.

20 años después estamos perdiendo por goleada. Cada vez hay más pobreza, cada vez hay menos empleos dignos.

Fernando Barbera en 2001 afuera del antiguo restaurante La Marchigiana luego de tomar la polémica decisión de no atender políticos. Foto: Archivo Los Andes
Fernando Barbera en 2001 afuera del antiguo restaurante La Marchigiana luego de tomar la polémica decisión de no atender políticos. Foto: Archivo Los Andes

Reflexionaba acerca de estos dos caminos, el de echar políticos y el de trabajar para generar oportunidades.

Echar políticos generó más grieta en la sociedad. No era la intención, pero agrietó aún más la poca credibilidad de quienes tienen la responsabilidad de gestionar la cuestión pública.

¿Dónde estuvo el error? ¿Por qué una acción generó una consecuencia diferente a la esperada?¿Por qué para la sociedad resultó ser más importante que un político no pudiera entrar a un restaurante a que un niño no accediera a alimentarse?

Creo que el error fue apuntar a las personas (“que se vayan todos”) en lugar de intentar cambiar el sistema que genera asimetrías entre la ciudadanía y los políticos.

La estrategia debe ser eliminar la causa de los problemas y no atacar a quienes gestionan.

Pienso que para lograr cambiar el rumbo del país debemos acercar el sistema político a la ciudadanía para que vuelva a ser un generador de políticas públicas que mejoren la calidad de vida de la gente. Hoy el sistema político está definido por lo partidario y lo partidario es de corto plazo, está enfocado en las elecciones como forma de conseguir trabajo dentro del gobierno. Es decir, hoy los partidos políticos son empresas electorales. Por eso es muy difícil que un político sea un estadista, hoy las próximas elecciones son más importantes que las próximas generaciones. Necesitamos salir de la partidocracia y volver a la democracia.

Este cambio no lo pueden hacer los políticos sin el apoyo y la presión social.

Por ejemplo, la boleta única de papel genera un gran ahorro para el estado. A la propuesta de nuestro gobernador habría que agregarle la posibilidad de votar por cada candidato para así terminar, finalmente, con las listas sábanas, como ya hizo Santa Fe a diferencia de Córdoba que quedó a mitad de camino.

Otro de los puntos necesarios es poder bajar el costo de la política partidaria para que esa plata se pueda utilizar para mejorar la educación, la salud y la seguridad. Con lo que le pagamos a quienes están en el territorio donde se define el futuro de nuestro país no vamos a lograr mejoras. La plata para mejorar los sueldos tiene que salir de lo que hoy gastamos en publicidades de campaña, asesores, ñoquis,.... Entonces tiene que bajar el número de personas que cobran de la política. Es decir, puestos políticos. Los funcionarios públicos deben ser puestos que se ocupen por capacidad y no por militancia.

Si no redefinimos la forma de contratación y de gastar en el estado vamos a lograr los mismo resultados que hasta ahora que pasamos de un 4% de pobreza a un 40%.

También es necesario una redefinición del poder legislativo. Por ejemplo, se puede empezar por hacer volver los Concejos deliberantes a ser ad honorem. El fundamento es que en los municipios se aprueban únicamente las propuestas del ejecutivo y el puesto de Concejal se puede realizar en 4 horas semanales.

En fin, para cambiar el rumbo de nuestra Argentina necesitamos el compromiso de la ciudadanía para acompañar a los políticos que tengan vocación de cambio. Necesitamos abrir diálogos, no solo entre los diferentes partidos, sino también con el ámbito académico, social y empresarial. No hace falta movernos desde el enojo, como hice hace 20 años o como está haciendo Milei ahora. Necesitamos aprender a escuchar y construir.

Aprovecho la ocasión para volver a pedirles disculpas a los políticos honestos a quienes ofendí en aquel momento.

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