El gobierno nacional y todos los sectores del oficialismo quedaron atrapados en una espiral de irracionalidad y es incierta la unidad de la coalición frente a la ya declarada guerra entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. El clima de extrema tensión que se instaló tras la derrota en las primarias paralizó por completo la gestión del gobierno nacional, en un país que demanda acciones urgentes.
El Presidente y la Vicepresidenta blanquearon el jueves que su relación quedó en un punto de no retorno. Cristina Kirchner lo hizo con una extensa carta pública, con críticas y un ultimátum para echar ministros y cambiar el rumbo económico. Antes, Alberto Fernández rechazó la encerrona que le hicieron los ministros kirchneristas: “Con presiones no me van a obligar”, dijo, a través de los medios.
Todas las acciones en la Casa Rosada quedaron en animación suspendida, incluso los anuncios prometidos para tratar de revertir el revés en las urnas. En el oficialismo reinan el desconcierto, el silencio y el desquicio de los más extremistas, tal como lo dejó en evidencia el audio que se filtró de la diputada ultrakirchnerista Fernanda Vallejos con insultos al primer mandatario.
El presidente Fernández se mantuvo recluido en la Quinta de Olivos tras el cimbronazo que provocó el miércoles el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, al liderar una sorpresiva movida de funcionarios cristinistas, quienes pusieron a disposición sus renuncias para presionar y que se concreten los cambios exigidos por la Vicepresidenta.
A media mañana, luego de mostrarse con el gobernador de San Juan, Sergio Uñac, el titular del Ejecutivo nacional rompió el silencio sobre la crisis política que puso en jaque a su administración. Lo hizo con una serie de mensajes que difundió a través de Twitter. “No es este el tiempo de plantear disputas que nos desvíen de ese camino”, reclamó.
Y advirtió: “He oído a mi pueblo. La altisonancia y la prepotencia no anidan en mi. La gestión de gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido. Lo haré llamando siempre al encuentro entre los argentinos”.
Para tratar de calmar los ánimos, confirmó que realizó gestiones para desactivar la marcha que convocó el Movimiento Evita, que conduce el secretario de Relaciones Parlamentarias, Fernando “Chino” Navarro, para respaldarlo frente a la avanzada de los laderos de Cristina Kirchner. Además, ratificó su compromiso con la unidad del Frente de Todos (FdT).
Sus palabras no bastaron para contener la ebullición. Incluso, pasado el mediodía trascendió que era un hecho la salida de “Wado” De Pedro, un ministro clave y el referente más claro de Cristina Kirchner en el Gabinete. Pero la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, tuvo que salir a hablar con los periodistas acreditados en Balcarce 50 para aclarar que “oficialmente” no se había aceptado la salida de ningún funcionario.
El silencio de los voceros elevó el dramatismo. Por la Casa Rosada desfilaron apenas algunos ministros que esquivaron las preguntas. “Tenemos que reclamar que nos digan qué carajo pasó”, gritó Hebe de Bonafini, quien se mostró con Amado Boudou en la Plaza de Mayo, y graficó así el nivel de incertidumbre en el oficialismo.
Como si fuera poco, por la tarde se conocieron escandalosos mensajes de audio de la diputada Vallejos contra Alberto Fernández. La dirigente que responde a Cristina Kirchner tildó al primer mandatario de “ocupa”, de “enfermo”, de “hipócrita”.
“El tipo está atrincherado en la Casa Rosada, y él es un ocupa, porque no tiene votos, no tiene legitimidad, no lo quiere nada”, fustigó Vallejos, quien también criticó con dureza al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y al ministro de Economía, Martín Guzmán. “Este gobierno ya fue, fracasó”, sentenció la legisladora oficialista.
Cuando todas las miradas apuntaban a las definiciones en Olivos, por donde también pasó el gobernador de Tucumán, Juan Manzur, el presidente Fernández volvió a manifestarse, con declaraciones que le concedió al diario Página 12. Fue más directo y terminó de confirmar que la cruzada cristinista no fue para darle poder, tal como señalaron cerca de la Vicepresidenta, sino para forzarlo a acatar lo que se le pidió para tratar de revertir el duro golpe que el FdT padeció en las urnas.
“Ella me conoce, sabe que por las buenas me sacan cualquier cosa. Con presiones no me van a obligar”, lanzó el Jefe de Estado, quien reconoció que en la reunión que tuvo con Cristina Kirchner, el martes a la noche en la Quinta de Olivos, se acordaron cambios en el gabinete, con nombre y apellido, pero hubo diferencias respecto a los tiempos.
“El que se apura se equivoca”, dijo Fernández ante la demanda de la Vicepresidenta para actuar ahora, antes de las elecciones generales del 14 de noviembre. “Es incomprensible”, reconoció el mandatario respecto a la movida masiva de los funcionarios kirchneristas que instaló la extrema tensión.
Poco después, Cristina Kirchner se encargó de declarar la guerra y hacer público la dimensión de su enfrentamiento con el Presidente. Con una carta pública de 1797 palabras se quejó por la inacción, criticó el rumbo económico, pidió revisar el Presupuesto 2021 y lanzó críticas directas contra los laderos de Alberto Fernández, entre ellos el vocero Juan Pablo Biondi. En medio de la catarsis también reconoció que ella propuso a Manzur para reemplazar a Santiago Cafiero en la jefatura de Gabinete.
“Cuando tomé la decisión, y lo hago en la primera persona del singular porque fue realmente así, de proponer a Alberto Fernández como candidato a Presidente de todos los argentinos y las argentinas, lo hice con la convicción de que era lo mejor para mi Patria. Sólo le pido al Presidente que honre aquella decisión… pero por sobre todas las cosas, tomando sus palabras y convicciones también, lo que es más importante que nada: que honre la voluntad del pueblo argentino”, planteó.