Ante una multitud que varias veces la interrumpió con la consigna “Cristina presidenta”, la vicepresidenta eludió estar tarde dar definiciones sobre candidaturas, pidió “dejar de lado” el programa del FMI y afirmó que, pese “a los errores”, el gobierno de Alberto Fernández, “es infinitamente mejor del que hubiera sido otro de Mauricio Macri”.
La vicepresidenta de la Nación subió al escenario a las 15.15, unos 45 minutos antes de lo anunciado, con la lluvia ya lanzada sobre la plaza. Cristina Kirchner, que vistió de blanco con un saco celeste, miró la multitud, muchos con paraguas, y dijo que le recordaba las postales sobre el 25 de Mayo de la revista infantil Billiken.
La centralidad política de la vicepresidenta de la Nación se reflejó en los miles de personas llegadas a la Plaza de Mayo, las diagonales Norte y Sur y sus alrededores. “Más de medio millón”, informó a este diario prensa de La Cámpora. El gobierno porteño, en cambio, no informó cifras, pero extraoficialente, desde el Ministerio de Seguridad hicieron trascender unas 50 mil personas.
La centralidad de Cristina Kirchner también se reflejó arriba del enorme escenario techado. Allí se mezclaron intendentes bonaerenses, dirigentes del Frente Renovador, del Movimiento Evita y de derechos humanos, además de sindicalistas. También, en algo inusual, a su lado estuvieron dos de sus tres nietos.
Las pantallas gigantes a los flancos y tras el escenario proyectaron con insistencia una imagen: Máximo Kirchner, Wado de Pedro y Sergio Massa, los tres pegados a Cristina Kirchner. El ministro del Interior y el de Economía vienen protagonizando rumores sobre eventuales candidaturas presidenciales. El gobernador Axel Kicillof -otro nominado- fue ubicado también junto a Cristina Kirchner, pero del otro lado, junto a sus pares Ricardo Quintela y Alicia Kirchner. Massa acaba de invitar a Máximo Kirchner a la misión a China que parte la semana próxima.
También hubo ministros nacionales como Katopodis, Bauer, y Filmus, y hasta Victoria Tolosa Paz, integrante de la mesa chica presidencial. La ausencia de Alberto Fernández confirmó el distanciamiento personal y político con Cristina Kirchner. Igual que la cúpula de la CGT, que no llamó a movilizar, a diferencia de los gremios industriales como la UOM y SMATA. La Cámpora, el Evita y los intendentes del conurbano aportaron las columnas más compactas.
Cristina Kirchner no azuzó al Presidente como lo hizo en otras oportunidades, aunque en algunos tramos del discurso filtró demandas a la gestión Fernández: “No es pecado pagar buenos salarios. Al contrario, es de buenos cristianos”, dijo, reconociendo, acaso, el marcado deterioro salarial observado durante los tres años y medio de gobierno del Frente de Todos.
En un mismo tono, dirigido hacia dentro del oficialismo, reiteró que a los beneficios del crecimiento económico post-pandemia “se lo están llevando cuatro vivos”, y agregó: “aún, a pesar de los errores, equivocaciones o diferencias, este gobierno es infinitamente mejor de lo que hubiera sido otro de Mauricio Macri”. Dijo que no era necesario “explicitar las diferencias” (con Alberto Fernández).
Habló más sobre el gobierno de Cambiemos. Recordó que, al terminar su gobierno en 2015, dejó 647 mil millones de dólares de PBI, mientras que al dejar Macri la presidencia, a fines de 2019, el PBI había caído a 457 mil millones de dólares. “200.000 millones de dólares menos de PBI y 120.000 millones de dólares más de deuda. Eso es lo que hicieron en cuatro años los que hoy nos dicen que quieren volver a conducir el país”, criticó. “Estamos en 633 mil millones de dólares”, apuntó como dato positivo.
En la primera parte del discurso de una hora, Cristina Kirchner repasó los doce años de gobiernos kirchneristas, con muchas menciones a Néstor Kirchner, al cumplirse este 25 de mayo los 20 años de su asunción presidencial. “Junto al compañero Lula Da Silva, decidió pagar al contado taca taca, la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Es ahí cuando la Argentina y su gobierno votado en las urnas recupera el timón de la economía”, recordó.
“Casi me pongo al país de sombrero”, reconoció al mencionar el episodio de la 125, en 2008. “Otro genio de la economía”, dijo sin nombrar a Martín Lousteau.
Mezcló pasado con presente. Aludió a Domingo Cavallo con “el famoso ‘corralito’ de aquel señor calvo y de ojitos claros”, para marcar que “hoy escuchamos a quienes eran discípulos y colaboradores de ese ministro explicarnos lo que van a hacer...”, en referencia al candidato presidencial libertario Javier Milei.
Igual que en sus últimas apariciones públicas, Cristina Kirchner dejó a un costado la discusión de las candidaturas y se centró en la necesidad de acordar un programa de gobierno. Mencionó tres puntos.
El primero, referido a la deuda externa. “Si no logramos que el programa que el FMI impone a todos sus deudores sea dejado de lado y nos permita elaborar un programa propio de crecimiento, industrialización e innovación tecnológica, va a ser imposible pagarlo, por más que digan lo que digan”, afirmó.
“No podemos seguir atados a una economía primarizada, no podemos seguir atados a los precios internacionales (de los commodities). Necesitamos dar un salto cualitativo los argentinos, de articular lo público y lo privado para agregar valor, para incorporar tecnología”, propuso como segundo punto. “Gracias a los ‘kukas’ también recuperamos Vaca Muerta; no es pecado pagar buenos salarios, al contrario”, insistió.
Aquí dejó una crítica, sin nombrar, al opositor y precandidato presidencial radical, Gerardo Morales. Pidió “una mirada estratégica” para explotar el litio. “Cuando escucho a algunos dirigentes, a los cuales respeto porque son votados por su pueblo, ponerse contentos porque en Bolivia y en Chile han sacado legislaciones que cuidan el litio. ‘Ah, bueno, porque les ponen muchas exigencias allá, se van a venir todos para acá’. Pero qué vocación de colonia, hermano. Qué vocación de volver a ser Potosí. Ponete en la cabeza ser Malasia, ser Corea”, dijo.
Después valoró el “pacto democrático” impulsado por Ricardo Alfonsín en 1983 con un discurso “desde el balcón del Cabildo”. “Cuando escucho y dicen: hay que acabar con el peronismo o el kirchnerismo. Por favor, si con ganarle alcanza. ¿Por qué tenemos que llegar al exterminio del otro?”, se preguntó.
“Tenemos que repensar el diseño institucional, argentinos. No podemos seguir con la rémora monárquica de personas que son designadas de por vida y que nunca más rinden cuentas a nadie ni a nada. No se saben sus declaraciones juradas, no se sabe dónde viven, no se sabe qué tienen. Eso no es de República, eso no es de democracia, pónganle el nombre que quieran”, dijo sobre el Poder Judicial. Calificó a la Corte Suprema de “mamarracho”.
Varias veces fue interrumpida por la consigna “Cristina, presidenta”, que ella mismo calificó días atrás de “letanía”. Esta vez, además, la multitud le reclamó por otra candidatura presidencial con el grito “¡una más y no jodemos más!”. Cristina dejó cantar, arengó “a militar” y se fue sin responder ni dar pistas sobre las candidaturas, definición que dependerá de su lapicera.