El Presidente resiste una y otra vez. De nada valen los mensajes que le llegan del lado de Cristina y Máximo Kirchner. Ni siquiera lo que le pide Sergio Massa. Alberto Fernández no quiere saber nada con la idea de armar una mesa política para debatir las medidas que el gobierno debe implementar en el último año de gestión para garantizar, entre otras cosas, enfrentar con alguna chance las elecciones presidenciales.
Las internas están a flor de piel tanto en Juntos por el Cambio como en el Frente de Todos y las diferencias entre las principales figuras de uno y otro lado no se disimulan bajo ningún concepto.
En ese contexto, el Presidente de la Nación se vuelca sobre su círculo de colaboradores más cercanos y desoye los designios de sus socios de la coalición, Sergio Massa y Cristina Kirchner. La situación económica del país es apremiante y el ministro del área entiende que un acercamiento entre Cristina y Alberto sería muy útil para los meses que tiene por delante, tal como se detalla en TN.
Es por esto que el funcionario y otros miembros del FdT pujan por la conformación de una suerte de mesa de diálogo entre las figuras centrales del oficialismo, que estaría constituida por el jefe de Estado, la Vicepresidenta, el Massa representantes de gobernadores e intendentes del conurbano. Pero es Alberto resiste ante el temor de perder poder.
Según lo detalla el mismo portal, Cristina y Máximo avanzan en un borrador para tratar de forzar el armado de una lista única o mayoritaria con la cual se pueda evitar una interna destructiva. En la misma, el ministro del Interior, Wado de Pedro, es la figura que destaca como como candidato a presidente.
En tanto, en la provincia de Buenos Aires está cada vez más consolidada la figura de Axel Kicillof como candidato a la reelección de gobernador. No obstante, el resto de los gobernadores y los intendentes están jugando a salvar sus territorios y sus propias reelecciones. En ese marco, continúa el operativo clamor para que Cristina se presente en el 2023 por la presidencia.
Ella prefiere jugar a la indefinición, aunque sabe que una derrota la dejaría sin fueros, algo que no ocurriría si va por una banca en el Senado. El Congreso ya ha demostrado que es un muy buen refugio para presidentes con graves problemas judiciales.