El gobierno provincial puso en marcha su trabajo con la empresa israelí Mekorot para planificar el futuro del agua hacia 2050. El ministro de Infraestructura, Mario Isgró; el Superintendente de Irrigación, Sergio Marinelli; y el titular de Aysam, Alejandro Gallego, recibieron al coordinador de proyectos especiales de la compañía, Diego Berger.
Los funcionarios dieron una conferencia de prensa tras el encuentro y destacaron que el principal cambio que debe tomar la Provincia es gestionar la demanda del consumo, más que la oferta. Aquí entran en juego la aplicación de medidores de consumo y sobre todo la concientización de la población. El trabajo en conjunto con la empresa durará 18 meses.
Marinelli resaltó la decisión de la Provincia de cambiar el enfoque de cómo se administra el recurso hídrico para “dejar de pensar que las crisis recurrentes eran algo que pasaba accidentalmente, para tomar la decisión de que esto es una cuestión permanente, una nueva normalidad”.
En ese sentido dijo que empezaron a trabajar con la gestión de la demanda y no con la oferta, como se hacía en años anteriores. El funcionario señaló que “los consumos tanto en el sector público como en el riego son altísimos” y tienen que ver con diferentes tipos de deficiencias vinculadas a la gestión, la infraestructura y el uso doméstico, industrial y agrícola.
“Rescato que el gobernador (Rodolfo Suárez) decidiera el estudio y pusiera un plan a largo plazo”, dijo Marinelli y señaló que la política de agua actual de la provincia data del año 1884, por lo cual es necesario un Código de Aguas que la reemplace. “La legislación del siglo XIX es contradictoria. Lo sustancial no lo vamos a cambiar, pero hay que revisarla y hacer un texto ordenado. Vamos por un Código de Aguas que vaya de la mano con el Plan Maestro”, asumió.
También comentó que aspiran a crear un fondo permanente de infraestructura hídrica que contemple las obras de hidráulica y de riego pero que también tenga “el virtuosismo de que eso genere más recursos que vuelvan al fondo, para hacer obras permanentemente”.
“Este plan nos va a permitir tener una política de Estado nueva, actualizada y moderna para el mediano y largo plazo, con un enfoque prospectivo, pero teniendo en cuenta el cambio climático, que hace que cada vez haya menos oferta y una mayor demanda porque la población crece”, afirmó Marinelli.
“En el enfoque que tuvo Israel, es donde tenemos que aprender. Es un proceso de tiempo, en el cual todos comprendamos la misma realidad y actuemos en consecuencia en un pacto social, con las autoridades a la cabeza”, cerró el superintendente.
El análisis de Berger
El directivo de la empresa israelí comparó la situación de Mendoza con ese país y dijo: “Le demostramos a la delegación argentina que el problema no es tecnológico sino que es algo de gestión. En Israel se hizo eso. Es una historia de 80 años de agua. Mi aspiración es que lo puedan hacer en bastante menos, aprovechando todo lo que nos equivocamos”.
“La idea es hacer algo en conjunto, no venir a decirles que tienen que hacer o no. Ustedes conocen el sector, mucho más de lo que nosotros podamos llegar a conocer. Es cierto que cuando viene una persona de afuera, ve las cosas de otra forma y puede percibir lo que la gente común no hace. Por ejemplo, aquí no miden el agua y no saben cuánto consumen, que es una cosa básica”, apuntó.
Y contó que, en Israel, desde el año 1955 existe una ley de la medición que rige hasta para agricultura y cada ciudadano sabe cuánto consume. “Hay que medir porque es un recurso limitado y si no se hace, no se puede gestionar. La medición es parte de la educación, saber cuánto consumimos. Nuevamente nosotros creemos que es una obligación y un derecho que cada persona tenga agua. Es un contrato y las personas tienen que usar el servicio de una forma sabia, sin derrocharla. Si no se sabe cuánto se consume, es complicado”, sostuvo.
Para Berger el mayor trabajo que tendrá Mendoza será cambiar “la cultura del agua”. “Israel se fundó y desarrolló en la cultura de la escasez del agua. Por eso fuimos bendecidos con la falta de los recursos hídricos. Cuando tenés poco, los usas de una forma más razonable. América Latina, con su disponibilidad de recursos, creó la cultura de la abundancia y la gente no le da el valor que le tiene que dar porque es un bien obvio”, analizó.
Para Isgró hay que hacer “inteligencia con la infraestructura”
El ministro de Infraestructura comentó que “lo que va a pasar en estos 18 meses, va a ser un perfeccionamiento y el plan territorial va a mirar y abastecerse de lo que desarrollen Irrigación y Aysam en este tiempo”.
“Tenemos que hacer inteligencia con la infraestructura. No es pensar tanto en mucho presupuesto, sino inteligencia en hacer la que haga falta, regulando antes el consumo. Por ejemplo, hacer inversiones en el cuidado y acopio de agua, como venimos trabajando hace tiempo en el diseño de presas, que es donde nosotros podemos captar el agua de deshielo. Y una vez que el agua se distribuya desde cada una de las presas a las zonas urbanas y agrícolas, poder hacerlo con sistemas que puedan medir y sociabilizar la conciencia. Lo tenemos que hacer todos”, explicó Isgró.
En ese sentido, llamó a la concientización porque “estamos acostumbrados a tener agua potabilizada y no es algo común en el mundo, donde se consume agua embotellada. Nosotros tenemos esa suerte acá”.
“Nuestros niños ya vienen con ese cambio cultural incorporado y es algo que tenemos que hacer los adultos, porque mientras más cuidemos el agua, más vamos a reducir la cantidad de infraestructura necesaria para poder conducir, distribuir y otorgar el agua”, concluyó.