A través de una carta, el papa Francisco expresó su tristeza por la muerte de la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, y pidió al “Señor que le regale el descanso eterno y no permita que se pierda todo el bien realizado”.
En la misiva, fechada el 20 de noviembre en Santa Marta y difundida hoy por la organización de lucha por los DDHH, Bergoglio afirmó que acompaña “con la oración” a Bonafini, con quien se reunió en 2016.
En el texto, encabezado con un “Queridas Madres”, Francisco expresó: “En este momento de dolor por la muerte de Hebe de Bonafini, madre de la plaza, quiero estar cerca de ustedes y de todas las personas que lloran su partida. Supo transformar su vida, como ustedes, marcada por el dolor de sus hijos e hijas desaparecidos en una búsqueda incansable por la defensa de los derechos de los más marginados e invisibilizados”.
”Recuerdo, en el encuentro que tuvimos en el Vaticano, la pasión que me transmitía por querer darle voz a quiénes no la tenían. Su valentía y coraje, en momentos donde imperaba el silencio impulsó y después mantuvo viva la búsqueda por la verdad, la memoria y la justicia”, rememoró el sumo pontífice.
Para Francisco, fue una “búsqueda que la llevó semanalmente a marchar para que el olvido no se apoderase de las calles y de la historia y, el compromiso con el otro, fuera la mejor palabra y antídoto contra las atrocidades que se padecieron”.
”En esta, su última marcha, la acompañamos con la oración pidiéndole al Señor que le regale el descanso eterno y no permita que se pierda todo el bien realizado; y, a ustedes, las conforte y acompañe para seguir siendo las Madres de la Memoria”, manifestó el Papa al dirigirse a los integrantes de la asociación.
“Rezo por Ustedes; por favor, no se olviden de rezar por mí. Que Jesús la bendiga y la Virgen Santa las cuide”, agregó.
La carta del papa Francisco tras la muerte de Hebe de Bonafini
Queridas Madres,
En este momento de dolor por la muerte de Hebe de Bonafini, madre de la plaza, quiero estar cerca de Ustedes y de todas las personas que lloran su partida. Supo transformar su vida, como Ustedes, marcada por el dolor de sus hijos e hijas desaparecidos en una búsqueda incansable por la defensa de los derechos de los más marginados e invisibilizados. Recuerdo, en el encuentro que tuvimos en el Vaticano, la pasión que me transmitía por querer darle voz a quienes no la tenían.
Su valentía y coraje, en momentos donde imperaba el silencio impulsó y después mantuvo viva la búsqueda por la verdad, la memoria y la justicia. Una búsqueda que la llevó semanalmente a marchar para que el olvido no se apoderase de las calles y de la historia y, el compromiso con el otro, fuera de la mejor palabra y antídoto contra las atrocidades que se padecieron.
En esta, su última marcha, la acompañamos con la oración pidiéndole al Señor que le regale el descanso eterno y no permita que se pierda todo el bien realizado; y, a Ustedes, las conforte y acompañe para seguir siendo las Madres de la Memoria.
Rezo por Ustedes; por favor, no se olviden de rezar por mí. Que Jesús la bendiga y la Virgen Santa las cuide.
Fraternalmente,
Francisco