En tiempos de campaña electoral como los que atravesamos son recurrentes los discursos de los candidatos haciendo referencia a la importancia de la educación para lograr el desarrollo y crecimiento de la provincia y el país. La Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) de Mendoza publicó recientemente la Encuesta de Condiciones de Vida del 2020 que funciona como una radiografía del acceso de los mendocinos a los distintos niveles educativos.
Según el informe, el 29% de la población escolarizada de Mendoza (de hasta 24 años) alcanza un nivel superior universitario o no universitario, mientras que el 16,1% de la población mayor a 15 años de la provincia ha completado el nivel terciario o universitario. La encuesta también concluye que la mitad de los mendocinos no ha terminado el secundario y que la falta de dinero es la principal razón del abandono de los estudios.
En la Dirección General de Escuelas (DGE) entienden que se trata de una problemática compleja ya que la formación profesional y universitaria es fundamental para los tiempos actuales y futuros, donde el capital humano y el conocimiento son el principal capital de un país. Asimismo, afirman que la génesis del problema se da en la educación obligatoria, es decir desde preescolar hasta la secundaria, y apuntan a reforzar los trabajos allí.
La Encuesta de Condiciones de Vida es un relevamiento de los niveles de bienestar de los hogares mendocinos y refleja el grado de desarrollo económico y social de la población. El estudio abarca los 18 departamentos de la provincia, teniendo en cuenta la división de los mismos en zonas urbanas y rurales.
El cuestionario indaga sobre características de la vivienda y de su entorno, características sociodemográficas de los y las integrantes del hogar, educación formal, capacitación no formal, actividad laboral, entre otros puntos.
En el apartado de educación se analiza la tasa neta de escolarización, con el fin de conocer la importancia relativa de la población escolarizada en cada nivel de enseñanza en el grupo de edad pertinente. Los segmentos van de 5 a 12 años para la escolarización inicial y primaria, de 13 a 17 para la secundaria y de 18 a 24 para el nivel superior no universitario o universitario.
Se observa que el 97,9% ha tenido una escolarización primaria, el 83,2% secundaria y el 29,2% alcanza el nivel superior. Esto implica que 3 de cada 10 mendocinos llegan a la universidad o a un terciario. En este último punto se puede ver una clara diferenciación entre la zona de residencia: mientras que la escolarización del máximo nivel en el área urbana es del 32,7%, en la zona rural es del 19,9%.
Por otra parte, también se indaga sobre el máximo nivel educativo alcanzado por la población de Mendoza mayor de 15 años. Este indicador engloba la instrucción más alta alcanzada por la población que asiste actualmente, la que no asiste pero asistió y la que nunca asistió al sistema educativo formal.
De allí se desprende que el 8,9% no terminó la escuela primaria y el 41,1% completó primario pero no finalizó el secundario. Esto significa que el 50% de los mayores de 15 años de la provincia no terminó la educación media, pese a que es obligatoria desde 2006.
En este sentido, el porcentaje de la población con secundario completo y terciario o universitario incompleto es del 33,3%. Mientras que el 16,1% de los mendocinos encuestados tiene un título de educación superior, es decir que ha completado el nivel terciario o universitario.
Al desagregar los datos por zona de residencia queda en evidencia que los niveles educativos alcanzados por la población que habita en zonas urbanas son más altos que los de la población que vive en zonas rurales. Así, en la ciudad el 19,4% completó el nivel superior, mientras que en el área rural apenas el 6,1%.
Asimismo, si se segmenta el estudio por municipios saltan a la luz desequilibrios muy marcados. Por ejemplo, el departamento con mayor cantidad de población de “profesionales” es Capital (34,7%), seguido por Junín (21,5%), Godoy Cruz (21,4%) y Luján (19%). Mientras que los de menor índice son Lavalle (6,2%), Santa Rosa (6,3%), San Carlos (8%) y Tupungato (8,4%).
El informe de la DEIE también analiza cuál es el principal motivo por el que las personas no asisten a la escuela o no finalizaron el nivel educativo que estaban cursando. En este indicador se puede ver una gran preponderancia de los motivos económicos o de trabajo que en el 66% de los casos fue la razón principal para no comenzar o no finalizar los estudios. En tanto, el 13,7% fue la falta de interés, el 5,1% dificultades geográficas (distancia con la escuela) y el 4,9% por maternidad o embarazo, entre otras razones.
Vale resaltar que la mayoría de los indicadores anteriormente especificados se han mantenido constantes y con pequeñas variaciones en los últimos 5 años, si se comparan las ECV desde 2016 hasta 2020.
Diagnóstico oficial
Consultado por Los Andes acerca del bajo nivel de escolarización universitaria de la población mendocina, el director general de Escuelas, José Thomas, indicó que es algo complejo y que genera preocupación. “En el siglo del conocimiento y del capital humano como capital principal de un país, necesitamos multiplicar la formación profesional, universitaria y de nivel superior en general”, manifestó.
“Claramente el problema lo tenemos en la educación obligatoria, más allá de la educación superior. Los niveles de abandono y de repitencia son muy altos. Y hay un dato peor, porque si lo separamos por nivel socioeducativo de la familia, claramente tenemos una profunda brecha”, sostuvo el funcionario.
Para las autoridades del gobierno escolar, la gran mayoría de las personas que terminan abandonando la escuela comienzan con problemas importantes en primaria, principalmente de alfabetización. Explican que eso genera que al desembarcar en la secundaria repitan, tengan una sobre edad para el cursado y sumado a los problemas económicos se inclinen por dedicarse a trabajar, en lugar de estudiar.
“Cuando los chicos ya tienen una edad en la que pueden salir a trabajar o estudiar y entonces se van por una cuestión socioeconómica. Pero el problema se inicia antes, cuando los chicos no tienen buen rendimiento en primaria, cuando no tienen una buena comprensión lectora, un razonamiento matemático, un pensamiento científico, habilidades blandas que le permitan transitar la secundaria. Uno ve el problema de repitencia y abandono en la secundaria, sobre todo en segundo y tercer año, pero es un problema arrastrado de un sistema que no logra revertir en muchos casos la casa en la que le tocó nacer al chico”, manifestó Thomas.
En este sentido, el funcionario señaló que “el primer eje de gestión y de inversión en el presupuesto de la DGE apunta a trabajar para que los sectores más vulnerables terminen la secundaria y puedan llegar a los niveles superiores”.
“Está enfocado en la alfabetización de la primera infancia, en nuevas metodologías pedagógicas que hagan que todos los chicos aprendan y en formación docente para este nuevo tiempo”, especificó.
Otro aspecto que se analiza modificar es que la repitencia deje de ser la única herramienta dispuesta para recuperar saberes y se avance con otras estrategias.
Desde la DGE reconocen que la mitad de los estudiantes no terminan la secundaria, como marca la ECV de la DEIE, pero remarcan que es muy difícil determinar cuándo se trata de abandono real o definitivo, ya que algunos no concluyen un año pero se inscriben a un CENS.
Indican que la tasa de egreso efectivo del último año, es decir de quienes terminaron los estudios en el tiempo previsto, fue de alrededor del 54%. Luego entra en consideración quienes demoraron uno o dos años en sacar materias pendientes o quienes repitieron y concluyen con posterioridad.