Este miércoles volverá a reunirse el Gabinete nacional en lo que será la primera reunión de año. La cumbre convocada por Juan Manzur a pedido del presidente Alberto Fernández tiene como contexto la interna que vive el Frente de Todos, que, aunque agitada y estridente, impactó en el Congreso pero no aún en el plenario de ministros.
El 3 de noviembre pasado fue la última reunión de todo el gabinete nacional. A partir de entonces, Manzur privilegió los mano a mano con los ministros a los plenarios.
El gabinete se alineó con el Presidente en la capital controversia por el acuerdo con el FMI que partió el voto oficialista en el Congreso y terminó con Máximo Kirchner parado en la vereda de enfrente. Para alivio de la Casa Rosada, el apoyo a Alberto Fernández incluyó a los ministros y dirigentes con pasado en los gobiernos kirchneristas como Aníbal Fernández, Julián Domínguez, Filmus, Taiana, Jorge Ferraresi o Agustín Rossi.
Wado de Pedro es la referencia kirchnerista en el Gabinete. Su voz tiene peso: tras la derrota en las PASO, su renuncia (después no aceptada) más una carta pública de Cristina Fernández de Kirchner, precipitaron los cambios en el gabinete, entre ellos, la llegada de Manzur. De Pedro integró el 24 de marzo la gruesa columna de La Cámpora, la agrupación desde donde se disparan las críticas más duras hacia Martín Guzmán, el ministro de Economía que Alberto Fernández decidió (hasta ahora) blindar.
El Presidente y Wado de Pedro se reunieron al mediodía de este lunes en Casa Rosada. Fuentes oficiales informaron que en la reunión, el ministro repasó ”el resultado de la gira oficial de tres ministros, 7 gobernadores y representantes de otras tres provincias en Israel para conocer experiencias en manejo del agua”.
Lo cierto es que la semana pasada, mientras De Pedro junto a los ministros Domínguez y Filmus, y la plural delegación de gobernadores (incluyó a los opositores Rodolfo Suárez y Arabela Carreras) se empapaban en Israel sobre “los procesos de desalinización, riego por goteo y captación de agua producto de crecida de ríos, todas aplicables a distintas regiones del país y de las provincias representadas” (según se informó), en Buenos Aires, el secretario general de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque recordaba que a “Guzmán no lo votó nadie”.
El sábado Máximo Kirchner dijo que le llamaba “poderosamente la atención” que el ministro Guzmán no se metiera “en las disputas de poder”. “¿Entones qué vamos a hacer?”, se preguntó en el acto por el Día de los Trabajadores, que reunió a sindicalistas kirchneristas y aliados como Pablo Moyano.
No se informó si el Presidente y su ministro del Interior hablaron de la grieta interna. Se descuenta que sí. Son gente de la política. Hasta ahora, Wado de Pedro no se ha sumado al coro que pide la salida de Guzmán (y de Kulfas y Moroni, otros ministros albertistas).
Públicamente, Alberto Fernández se muestra esquivo a las chicanas de La Cámpora. Por ahora, al menos, evita entrar en el “golpe a golpe”. El Presidente resolvió apoyarse en los actos de gestión para aguantar los empujones de la interna. El domingo Alberto hizo en San Vicente el acto oficial por el Día del Trabajador, mientras los movimientos sociales oficialistas manifestaban su apoyo al Gobierno en una multitudinaria marcha por la 9 de Julio. El Presidente, en cambio, se presentó en el obrador de la autopista Presidente Perón, en los límites del conurbano bonaerense, junto al ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, quien 48 horas antes lo había acompañado a supervisar obras en Córdoba, la provincia peronista y opositora a la Casa Rosada.
“Ahora que la economía crece, que el trabajo renace, tenemos una sola preocupación: que el salario crezca día y a día; hemos logrado que la torta de la economía se más grande; necesitamos que las porciones crezcan y no que algunos se lleven una parte grande y otros unas migajas”, dijo Fernández. También dejó la consigna que seguramente se escuchará este miércoles en la primera reunión de Gabiente del año: la promesa de convertir “a cada ministro en el ministro del salario”.
