Fernández Meijide, sobre el 2001: “Desde EEUU nos mandaban a decir que ni soñemos con un préstamo del FMI”

La ex ministra de Desarrollo Social de la Alianza recordó los acontecimientos que desencadenaron la histórica debacle política, económica y social. Volvió a apuntar contra sectores del peronismo que promovieron los saqueos y comparó aquel episodio con la actualidad.

Fernández Meijide, sobre el 2001: “Desde EEUU nos mandaban a decir que ni soñemos con un préstamo del FMI”
Graciela Fernández Meijide durante la entrevista. (Clarín)

Al cumplirse un nuevo aniversario de la crisis política, económica y social que se desató en diciembre de 2001, la ex ministra de Desarrollo Social del gobierno de la Alianza Graciela Fernández Meijide repasó los acontecimientos previos al estallido y recordó que desde los Estados Unidos “mandaban a decir que ni soñemos con un préstamo de bajo interés del Fondo Monetario Internacional”.

“Afuera, había perdido (Bill) Clinton y el que gobernaba era (George) Bush. Y se sabe que en los organismos internacionales quien más pone y por lo tanto más opinión tiene es Estados Unidos. Y se emitió un discurso que creo que fue del presidente de la Reserva Federal que, palabras más, palabras menos, decía: ‘Los plomeros de los Estados Unidos no van a pagar lo que no paguen los gobiernos que son morosos’. Es decir, nos mandaban a decir ni sueñen con un préstamo de bajo interés, eso es lo que hace el Fondo Monetario Internacional”, rememoró.

La ex funcionaria del gobierno del ex presidente radical Fernando De la Rúa consideró que aquella debacle se transformó en un “fantasma” siempre presente para los argentinos y comparó aquellos episodios con la situación actual del país.

Junto a Fernando De La Rua en 2001. (Clarín)
Junto a Fernando De La Rua en 2001. (Clarín)

La entrevista completa:

–¿Qué recuerda de la antesala de la crisis?

–De la antesala de la crisis lo primero que recuerdo es que cuando asumimos las cuentas que recibían en el equipo del Ministerio de Economía eran mucho peores que las que se hubieran imaginado. Era el final del gobierno de (Carlos) Menem, que se había estirado porque él pretendía ser reelecto. Había sufrido el propio gobierno de Menem las crisis rusas, la devaluación de Brasil, por lo tanto nuestra economía, tanto desde el punto de vista de la microeconomía como la macroeconomía, estaba en muy malas condiciones. Esto en el terreno de lo económico. En el terreno de lo político, la Alianza era una novedad. No había habido antes gobierno de alianza de dos partidos y mucho menos con la Unión Cívica Radical (UCR) que era muy poco afecta a las alianzas, pero se había dado la circunstancia de que el Frepaso (Frente País Solidario) había crecido en votos, no en territorio, no tenía despliegue territorial. Y, en cambio, la UCR tenía mucho mayor despliegue territorial pero sobre todo en las grandes capitales menos votos. Por lo tanto, era una relación donde cada uno aportaba lo que tenía pero aprovechaba lo del otro. La segunda cosa que recuerdo muy bien es que cuando me hice cargo del Ministerio de Desarrollo Social no quedaba un peso del presupuesto anterior, nada. Todo había sido entregado en subsidios. Es decir, nos dejaron sin nada. Por lo tanto, yo me encontré a fin de año con demandas que se venían de la gente, que ya había problemas sociales, y sin presupuesto. Economía tuvo que mandarme de urgencia en ese momento 500 mil pesos que eran 500 mil dólares, todavía estaba la convertibilidad. La otra cosa que me acuerdo fue una larguísima discusión que tuvimos durante varios días en el Gabinete para ver cómo se iba achicando el gasto público. Y ahí la propuesta fue tocar el tema de los sueldos de los empleados nacionales, que eran la base de nuestra buena parte de nuestros electores. Creo que ahí se sacaron 1000 pesos a los sueldos, ahora no lo recuerdo bien. José Luis Machinea (entonces ministro de Economía) hacía malabarismo porque tenían lo que tenían, era fin de año y no se había votado un nuevo Presupuesto. Se manejaba el Presupuesto del año anterior. Eso provocó mucha molestia porque los medios titularon con título catástrofe: lo que se sentía que era un movimiento de ajuste, y lo era, lo era en la práctica. A los 10 meses tuvimos otro golpe interno que fue la renuncia de ‘Chacho’, Carlos ‘Chacho’ Alvarez. Cualquiera diría ‘bueno, si renuncia un Vicepresidente no es tan importante’. Pero en ese caso sí lo era porque la fórmula ex profeso se había armado con las figuras principales de los dos partidos que hacían la Alianza como un gesto de que no se iba a disolver. O sea que no teníamos institucionalidad suficiente. Estaba recién conformada y había una mesa chica y nada más. La renuncia de Chacho golpeó mucho a (Fernando) De la Rúa, golpeó mucho al interior del propio Frepaso, a mi me dejó totalmente asombrada porque fue sin consulta interna, lo decidió de la noche a la mañana. Nos dejó a todos sorprendidos. Cada uno de nosotros quedó cumpliendo su tarea, lo mejor que podíamos, pero ya sintiendo que en los hechos la Alianza estaba rota políticamente. Y esto fue un momento duro. La excusa que ponía Chacho para renunciar era que podía haber habido un soborno en el Senado para sacar la ley de modificación del trabajo. Nunca se pudo probar que eso fuera cierto. Es más, en el juicio todos los que estaban implicados fueron sobreseídos y él mismo no hizo un procedimiento administrativo interno. Se fue y ahí quedó esa marca, que no se pudo probar. Ignoro lo que pasó exactamente porque en ningún momento eso se habló en el Gabinete ni mucho menos. Ahí hubo un cambio en el Gabinete, se van personas que para mí hubiera sido importante que siguieran, pero bueno, De la Rúa lo que hace, al contrario de lo que a mi criterio hay que hacer, fue replegarse sobre su gente más conocida. Sigue el proceso y paralelamente, afuera, había perdido (Bill) Clinton y el que gobernaba era (George) Bush. Y se sabe que en los organismos internacionales quien más pone y por lo tanto más opinión tiene es Estados Unidos. Y se emitió un discurso que creo que fue del presidente de la Reserva Federal que, palabras más, palabras menos, decía: ‘Los plomeros de los Estados Unidos no van a pagar lo que no paguen los gobiernos que son morosos’. Es decir, nos mandaban a decir ni sueñen con un préstamo de bajo interés, eso es lo que hace el Fondo Monetario Internacional.

–Crisis en todos frentes...

–La soja en ese momento no llegaba a 200 dólares la tonelada. Es decir, que no había de dónde sacar para seguir sosteniendo al Gobierno. Yo creo que eso fue lo que hizo renunciar a Chacho en primera instancia porque lo que él no toleraba era que la gente por la calle nos empezara a reclamar. Gente que había sido siempre amistosa y con la que él se paraba a charlar, ahora nos decía ‘qué están haciendo’. Sin embargo, pocos meses después él mismo se reúne con Domingo Cavallo y, a partir de la idea de que la convertibilidad es la que estaba impidiendo el crecimiento, se había convertido en una mochila de plomo, imaginan que Cavallo puede ser el ministro de Economía, con el criterio de que él era el que inventó la convertibilidad y él era el indicado para desarmarla. En el medio había renunciado Machinea y De La Rúa había puesto en Economía a Ricardo López Murphy, que la primera medida que toma, porque realmente la situación económica es muy dramática, es achicar el Presupuesto y lo achica en Educación. Ese fue un momento para mi clave, donde yo dije no puedo seguir acá, no puedo estar en un gobierno que, cuando achica, achica en Educación. Presenté la renuncia y creo que Federico Storani también, varios de nosotros nos fuimos. Cuando se le ofrece a De la Rúa que integre a Cavallo, le parece bien, lo acepta, pero eso venía también con la oferta de que Chacho se incorporara como jefe de Gabinete y eso De la Rúa no lo aceptó. Por eso digo que la excusa del soborno, si él creía en serio en eso, por qué iba a ser después Jefe de Gabinete. Yo creo que ahí se equivocó De la Rúa, tendría que haberlo no sólo aceptado a Chacho que eso es abrir la política sino haber hecho una política más expansiva, con más sectores para sostener lo que se veía venir como una crisis.

–Usted hace hincapié en el contexto internacional de aquella época

–Creo que hay que discriminar muy bien el cambio de política en el exterior, el del gobierno de los Estados Unidos. Porque después el FMI, ante la opción de ayudar a Brasil o a nosotros, porque Brasil tenía a Fernández Enríquez Cardozo que había devaluado, optó por ayudar a Brasil. Yo creo que parte de la culpa que siente el Fondo y por eso permite que se extienda tanto la negociación tiene que ver con aquella cuestión.

–¿Desde qué lugar siguió la crisis?

–Estaba en Uruguay, me había ido a la casa de una amiga con una hermana. Seguí directamente por los medios y además porque me llamaban por teléfono. En cuanto pudimos pegamos la vuelta y llegué a Buenos Aires. Ya había pasado lo del estado de sitio y la renuncia de De la Rúa. Fue un golpe muy fuerte para la gente, para quienes habíamos construido el Frepaso, porque Chacho renuncia también a la presidencia del partido y en la práctica se desarmó el Frepaso. Y también el radicalismo sufrió un golpe muy fuerte.

–¿Aquella crisis fue un punto de inflexión para el rumbo de la Argentina?

–No sé. Hay situaciones que son calcadas, es como si no supiéramos hacer otra cosa, es increible la falta de posibilidades de hacer una cosa diferente, por ejemplo, haber tenido el coraje de en los primeros 100 días salirnos de la convertibilidad. La verdad es que no tengo idea de qué hubiera ocurrido porque esto es ex post facto, pero está claro que la convertibilidad nos fastidiaba y que hubo que ir a buscar los dólares de la gente, cosa que generó esas corridas bancarias horribles y demás, sobre todo para la clase media y que dejó marca. Tal vez hubiera habido protestas antes, pero se hubiera hecho de otra manera, cuando todavía el gobierno tenía más respeto.

–Esos episodios se transformaron en un temor recurrente para la sociedad.

–Así es. Está ahí como un fantasma. Nunca las cosas son exactamente iguales. Hoy, por ejemplo, hay dos alianzas. Una, que es la del Frente de Todos, y la otra es Juntos por el Cambio o Juntos, como le quieran llamar, que pervivieron ambas. Es medio milagroso que (Mauricio) Macri haya podido terminar su gobierno y que, a pesar de haber perdido, tal vez porque no perdió por tanto, la coalición siguió y hoy se le suman otros, de ahí que haya ganado la elección de segundo término. Lo que aprendí en la práctica y leyendo es que la economía está directamente conectada con la política y con la confianza. Cuando la gente confía en los políticos, la economía no se pone en situaciones tan dramáticas. Ahora, si uno piensa, por ejemplo, que apenas asumido (Néstor) Kirchner, ni dos años después, hay un golpe que es lo que se llamó viento de cola para todos los países que producían alimentos, que lo produjo por el ingreso de China en el mercado de la compra. Todos los países de América Latina crecieron por ese viento. Ahora, también ahí uno se puede preguntar por qué en ese momento que se crecía a tasas chinas no se pensó en un fondo contracíclico. Pero bueno, no lo hicieron.

–En las últimas elecciones se habló de la falta de empatía ¿Hay puntos de conexión con aquellas proclamas para que se vayan todos?

–No, en ese momento era “todos nos defraudaron” y era mucho más una consigna de clase media. Por otra parte, cuando hubo saqueos en el conurbano se terminaron al día siguiente de la partida de De la Rúa, quiere decir, no era el hambre. Hoy hay mucha más pobreza que en aquella época, pero el gobierno acaba de mandar 100.000 millones de pesos a los movimientos sociales para tranquilizar el fin de año que siempre suele ser de demandas. Ahora, es un dinero que no tiene respaldo. Es emisión.

–¿Usted también cree que hubo sectores del peronismo detrás de la caída de De la Rúa?

–Seguramente. Cuando digo que los saqueos se terminan rápidamente es porque alguien estaba echando aire para que existieran, por lo menos (Mariano) West (entonces intendente de Moreno). Hay una fuerte sospecha de que él impulsaba los saqueos. Ahora, hay una cuestión que yo aprendí también y es que en política se dan las mismas reglas que en física. Imaginemos agua que avanza: cuando hay agua que avanza y hay una rendija, el agua se mete y la abre. Cuando un gobierno está débil los opositores van a avanzar. Es como una regla del juego y lo estamos viendo. Es más, hasta la Justicia presta orejas a los mensajes que manda la gente. En este momento, mucho más del que se vayan todos, lo que siento es un hartazgo y “el me voy yo”. Es llamativo, por lo menos en la Capital Federal, los votos de (Javier) Milei que estuvieron en Villa Soldati y Lugano, que tienen más jóvenes desocupados que cualquier otro. Es un tipo que cuestiona el Estado, es un discurso totalmente simplificado eso de decir el Estado no sirve para nada porque a mí no me ayuda.

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