Fernández y Guzmán se llevan del G20 una victoria política que costó construir

La Cumbre de Roma finalizó con un resultado alentador para la Argentina. En el Gobierno lo celebraron. Fernández le dio un fuerte respaldo a Guzmán, artífice del planteo que obtuvo el respaldo unánime de las veinte economías más importantes del mundo.

Fernández y Guzmán se llevan del G20 una victoria política que costó construir
Alberto Fernández

El Grupo de las veinte mayores economías del mundo (G20) encomendó a sus ministros de Economía y Finanzas a analizar el impacto de los sobrecargos de interés que el Fondo Monetario Internacional (FMI) les cobra los países súper endeudados como la Argentina para establecer un consenso sobre si hay que eliminarlos y ordenó avanzar con la creación de un Fondo de Resiliencia Internacional para los miembros del organismo con mayor pobreza estructural o estrés en la balanza de pagos.

Ese es el resultado de la cumbre del G20 que finalizó hoy en Roma, Italia. Ambos puntos fueron incluidos en el documento final, una hoja de ruta que marcan los jefes de Estado –entre los que está Alberto Fernández- para la agenda multilateral de los próximos doce meses. La cumbre de 2022 será en Indonesia y allí se evaluará cuánto se avanzó y por dónde se seguirá en lo que es la recuperación pospandemia de Covid-19.

En términos políticos, el lenguaje del G20 estuvo muy empatado con lo que Fernández viene afirmando insistentemente en sus discursos. El comunicado expresa en favor de cambios en la arquitectura financiera internacional, del desarrollo de los mercados de capitales en moneda local y de una “Red de Seguridad Financiera Global fuerte y eficaz, cuyo centro sea un FMI fortalecido, pero con cuotas y recursos adecuados”.

El resultado es el mejor de los posibles para la gestión Fernández, que viajó a Roma con una nutrida comitiva. El Presidente llevaba anotados en su agenda personal dos objetivos centrales, y los mismos aparecieron finalmente en el décimo ítem de un extenso comunicado que aborda la crisis global y los desafíos de los países ante el cambio climático, después de que en los últimos años haya enormes demoras en torno a los objetivos trazados en la Cumbre de París.

Fernández los festejó como una victoria política que llevó más de un año de construcción. Había sido el ministro de Economía, Martín Guzmán, el ejecutor de un planteo que al principio sonaba hasta descabellado porque sacude los cimientos del régimen que regula al Fondo, en el que la impronta abiertamente liberal tiene un peso específico. El funcionario trabajó en esto con dos de sus mentores: los economistas estadounidenses Joseph Stiglitz y Jeffrey Sachs.

Eso explica que la última reunión de Fernández y Guzmán en el Centro de Convenciones la Nuvola, donde se desarrolló la cumbre, haya sido con Sachs, un agudo crítico de las políticas del FMI. Luego los argentinos se tomaron una fotografía en la que se los ve relajados y sonrientes. Para el ministro el resultado y ese abrazo del jefe de Estado fue un espaldarazo después de que el kirchnerismo duro, con la vicepresidenta Cristina Fernández a la cabeza, lo vapuleara públicamente en los últimos meses.

Qué dijeron los Presidentes

En el comunicado se habla de un “apoyo a países vulnerables”. Los líderes acogieron con beneplácito la nueva asignación general de derechos especiales de giro (DEG), implementada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) el 23 de agosto pasado, que ha puesto a disposición el equivalente a 650 mil millones de dólares en reservas adicionales a nivel mundial.

Ahora, aseguraron los Presidentes, están trabajando en opciones viables para miembros con posiciones externas sólidas para magnificar significativamente su impacto a través de la canalización voluntaria de parte de los DEG asignados para ayudar a los países vulnerables, de acuerdo con las leyes y regulaciones nacionales.

En ese sentido, tomaron como positivo las “promesas recientes” por alrededor de 45 mil millones de dólares, como un paso hacia una ambición global total de 100 mil millones de dólares en contribuciones voluntarias de los países desarrollados para los países más necesitados.

También los Presidentes del G20 respaldaron el trabajo que ya está en curso para aumentar significativamente la capacidad crediticia del Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza y pidieron más contribuciones voluntarias de préstamos y subsidios de los países que pueden hacerlo.

En el mismo sentido, pidieron al FMI que establezca un nuevo Fondo Fiduciario de Resiliencia y Sostenibilidad (RST), en línea con su mandato, para proporcionar financiamiento asequible a largo plazo para ayudar a los países de bajos ingresos, incluidos los del continente africano, los pequeños estados insulares en desarrollo y países vulnerables de ingresos medianos para reducir los riesgos para la futura estabilidad de la balanza de pagos (como es el caso argentino), incluidos los derivados de las pandemias y el cambio climático.

El nuevo RST preservará las características de los activos de reserva de los DEG canalizados a través del Fideicomiso. En paralelo, los ministros de Economía y de Finanzas tienen ahora la tarea de seguir examinando la política de recargos en el Directorio del FMI en el contexto de la revisión provisional de los saldos precautorios.

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