La titular del Pami, Luana Volnovich, fue filmada y escrachada durante las últimas horas mientras vacacionaba con su pareja y también funcionario del Pami, Martín Rodríguez, en la paradisíaca isla del caribe mexicano Holbox. Otro turista fue quien la filmó y el video no tardó en viralizarse y generar malestar entre otros argentinos e, incluso, puertas adentro de la Casa Rosada. Sobre todo si se tiene en cuenta que, en la previa al inicio de la temporada de verano, el presidente Alberto Fernández les pidió a sus funcionarios que veraneen en destinos nacionales para predicar con el ejemplo y fomentar el turismo interno.
Pero Holbox está muy lejos de ser un destino nacional; no solo por la localización (lo más básico), sino también por sus precios y comodidades. Ubicada a 60 kilómetros de Cancún y en el límite del Mar Caribe mexicano, se trata de una isla paradisíaca con infinitos atractivos naturales y agrestes. Mar cristalino, arena blanca, hamacas para recostarse ya dentro del mar y perderse en el hipnótico sonido de las olas y la indescriptible sensación del mar salpicando y humedeciendo a quien reposa en el lugar son algunas de las tentaciones naturales que ofrece esta isla. Pero además, el entorno natural y prácticamente virgen de la isla, con calles de arena, contados autos e iluminación artificial acotada a un reducido sector del centro también convierten a este destino en una imperdible -y costosa- aventura.
Un paraíso natural
Holbox es una palabra con raíces mayas y se traduce al español como hoyo o agujero negro. Más allá de cómo se escribe, se pronuncia “jol bosh” y se encuentra ubicada en el canal de Yucatán, dentro del estado de Quintana Roo (el mismo al que pertenecen Cancún, Playa del Cármen y otras atractivas ciudades de la Riviera Maya).
La pequeña isla tiene una extensión de 40 kilómetros de largo por apenas 2 kilómetros de ancho. Su extensión de playas, en tanto, cuenta con 34 kilómetros. Y aunque en el lugar viven apenas poco más de 1.200 personas de forma permanente, millones de turistas llegan todos los años. En ese sentido, y si bien la principal actividad en la isla es la pesca de langosta (protagonista central de la mayoría de las ofertas gastronómicas disponibles en los restaurantes del lugar), el turismo ha ganado cada vez más protagonismo hasta convertirse en uno de los principales motores productivos de Holbox.
A diferencia de otros destinos de la Riviera Maya, caracterizados por una intensa vida y actividad frenética, Holbox es un destino pensado para el descanso y el disfrute de la naturaleza. Es que la isla integra la reserva de la biósfera y Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam, creada por el gobierno mexicano como área de protección el 6 de junio de 1994.
Al tratarse de una isla, la única forma de llegar a Holbox es vía marítima y por catamarán, que parte desde el puerto de Chiquilá. El viaje dura, aproximadamente, 20 minutos y se trata de un viaje apacible ya que hay que atravesar la tranquila Laguna Yalahau para llegar.
Entre tantas actitivades que vinculan a los visitantes con la naturaleza -siempre respetando la diversidad y las especies protegidas del lugar (flora y fauna)- sobresale la bioluminiscencia. Se trata de una excursión nocturna para realizar los días de luna nueva en el mar y en puntos más alejados del centro, donde no hay luz artificial.
Es una experiencia de disfrute personal ya que es muy difícil de fotografiar o de filmar. Pero es la inolvidable experiencia de ver el agua brillar en tonos fluorescentes. La mejor época para vivir esta experiencia es entre mayo y septiembre y el brillo en las olas es más perceptible en las noches sin luna, en zonas solitarias y de poca profundidad.
La explicación científica de la bioluminiscencia se encuentra en pequeños organismos llamados dinoflagelados. Este fenómeno se produce cuando unas enzimas, llamadas luciferasas, interactúan con sustratos específicos (proteínas denominadas luciferinas), que en presencia de oxígeno reaccionan y emiten luz.