(Enviado especial a Roma) El presidente Alberto Fernández expuso hoy su visión de la situación económica y sanitaria global ante sus pares del G20, donde llamó a combatir la desigualdad social y pidió ayuda a los países miembros del Fondo Monetario Internacional para que la Argentina pueda cerrar la refinanciación de su deuda de 45.000 millones de dólares con ese organismo multilateral.
Fernández dijo que con la llegada de la pandemia de Covid-19 a América Latina, los gobiernos y los pueblos han visto, mientras contabilizan enfermos y muertos, cómo “la desigualdad se profundizaba” a medida que crecía también la crisis económica.
También expresó que en ese contexto, hay quienes como él reniegan de un mundo en el que la riqueza se concentra y la pobreza hunde a millones. Por ello, llamó a quienes coinciden en esa idea, a “fortalecer las convicciones”.
Con atención lo miraban el presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden; y otros líderes como Emmanuel Macron, de Francia; Angela Merkel, de Alemania; Pedro Sánchez, de España; Narenda Modi, de la India. En tanto, los presidentes de Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping, respectivamente, participaban de forma remota.
“Es hora de convocar a una reflexión colectiva. Es tiempo de que nuestras almas se involucren tanto como nuestros cerebros”, dijo el jefe de Estado al hablar los tres minutos que por reglamento del G20 a cada mandatario.
El mandatario argentino remarcó que millones de hombres y mujeres viven en la pobreza. E indicó que “esa población sufriente habita, en su inmensa mayoría, en países en desarrollo”.
Y, señaló, en el marco de la pandemia, esas disparidades “estremecen”. Casi el 80 % de las vacunas producidas se aplicaron en países de altos ingresos. En cambio, más del 60% de la población de nuestra región aún no tiene completado su esquema de vacunación, dijo.
“La vacuna aún no es un bien global. Ese triste panorama se patentiza cuando vemos que se restringe la movilidad de las personas según haya sido la vacuna a la que pudieron tener acceso”, lamentó Fernández.
Según analizó, la globalización iba a convertir al mundo en una “Gran Aldea”, la casa común de la que habla el Papa Francisco. Nacía la esperanza de una comunidad integrada y una convivencia pacífica. Pero “los resultados fueron otros. La codicia de los poderosos condenó al olvido a millones de aldeanos”.
El peso de la deuda
El Presidente enfatizó que el financiamiento internacional debe fijar nuevas reglas para poder igualar las sociedades, con impactos positivos y enfrentando el cambio climático.
“El actual sistema, que prioriza a la especulación por sobre el desarrollo de los pueblos, debe cambiar. La deuda externa que mi gobierno heredó con el Fondo Monetario Internacional y que hoy estamos afrontando es un claro ejemplo de lo que está mal: única en la historia por su monto y por sus condiciones de repago, aprobada para favorecer a un gobierno en la coyuntura, acaba condenando a generaciones que miran impávida el destino que le ha sido impuesto”, agregó.
En ese sentido, advirtió que “no hay inocentes en esa historia”. Y pasó una factura por lo ocurrido en la historia conocida entre el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el gobierno de Mauricio Macri.
“Son tan responsables los que se endeudaron sin atender las ruinosas consecuencias sobrevinientes, como los que dieron esos recursos para financiar la fuga de divisas en una economía desquiciada”, dijo.
Y sostuvo: “Que nadie se confunda. No vengo a renegar del capitalismo. Vengo a alzar mi voz contra los que han sometido al capitalismo de la producción y el trabajo a la lógica de la especulación financiera. La ética social debe darle contenido a la economía”.
Fernández cerró su discurso afirmando que el G20 debe involucrarse en esa tarea sabiendo que tanta injusticia social rodea nuestras vidas.