El intento del Gobierno nacional por mantenerse neutral ante la crisis en Ucrania se frustró por completo ante la invasión militar que emprendió Rusia sobre ese territorio, y el presidente Alberto Fernández se vio obligado a reclamarle a su par ruso, Vladimir Putin, que “ponga fin a las acciones emprendidas” que ya generaron decenas de muertes.
El cambio en la posición se plasmó primero con un nuevo comunicado de la Cancillería que conduce Santiago Cafiero, en el que se planteó el “firme rechazo al uso de la fuerza armada” y, por primera vez, se señaló a Rusia.
“Las soluciones justas y duraderas sólo se alcanzan por medio del diálogo y compromisos mutuos que aseguren la esencial convivencia pacífica. Por ello llama a la Federación de Rusia a cesar las acciones militares en Ucrania”, remarcó el texto del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Y más tarde, el propio presidente Fernández se encargó de enviarle un mensaje directo a Putin para no quedar rezagado con las sutilezas diplomáticas frente a la creciente condena de la comunidad internacional, fundamentalmente de los Estados Unidos y de la Unión Europea, contra la maniobra bélica de Rusia.
“Hacemos un llamado a todas las partes a no usar la fuerza militar. Pedimos a la Federación de Rusia que ponga fin a las acciones emprendidas y que todas las partes involucradas vuelvan a la mesa del diálogo”, escribió el Presidente en su cuenta de Twitter.
En el Frente de Todos también se observaron matices respecto a la avanzada militar rusa. El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, que representa una de las patas de sustentación política dentro del oficialismo, fue directo al advertir que “el ataque e invasión ejecutado por Rusia en las últimas horas constituye, no sólo uno de los hechos más graves de las últimas décadas, sino que además pone en peligro a todo el pueblo ucraniano, a Europa y desestabiliza al resto del mundo”.
Incluso, en sus redes sociales, planteó que “Argentina como Nación democrática, comprometida y respetuosa de los DD.HH. debe liderar en América Latina la idea de levantar las banderas de la paz y la democracia”.
Aún así, en las expresiones oficiales de la Argentina se evitó hablar de “invasión” y “condenar” la avanzada rusa.
Esa moderación encuentra sentido en la apuesta por el multilateralismo que hizo la administración del Frente de Todos, sobre todo, ante la necesidad de reunir los votos necesarios en el directorio del Fondo Monetario Internacional (FMI), pero también en la buena relación que Cristina Kirchner construyó con Vladimir Putin durante sus años como Presidenta.
Vale recordar que la buena imagen que la Vicepresidenta tiene en el Kremlin fue clave para que el gobernador bonaerense Axel Kicillof inicie las gestiones para acceder de manera anticipada a la vacuna Sputnik V contra el coronavirus.
Cristina Kirchner reapareció públicamente el jueves, al encabezar la sesión preparatoria del Senado, pero optó por mantener su silencio sobre el conflicto en Ucrania y las diferencias con el FMI.
El presidente Fernández hizo gala de la buena sintonía con Rusia cuando visitó a Putin en febrero pasado (antes de trasladarse a China) y le propuso que “Argentina tiene que ser la puerta de entrada para que Rusia ingrese en América Latina”. Su idea no fue bien recibida en Washington y el malestar demandó explicaciones.
Pero el conflicto bélico en Ucrania modificó el escenario y redujo el margen de maniobra para que el Gobierno siga mostrándose cerca de Rusia, sobre todo, cuando el acuerdo con el FMI todavía no se definió por las extremas diferencias respecto a los aumentos de las tarifas, detrás de los cuales se mira la reducción del déficit fiscal.
En el Gobierno evitaron vincular los frentes. “Pretendemos no mezclar los temas”, dijo la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti.
El directorio del Fondo, integrado por los países miembros, será el que tenga la última palabra. Allí, los Estados Unidos tienen el 16,74% de los votos, mientras que Rusia y China suman el 6,4 por ciento. Y otros socios de peso son Francia y Alemania, países que expresaron su enérgico repudio a la avanzada bélica de Putin.
Mientras, los efectos sobre la economía global de la guerra encendieron las alarmas en el plano local porque el salto en el precio de los commodities instalará dificultades a pesar de la buena performance de la soja (la tonelada ya se negocia por encima de los 600 dólares).
En ese sentido, el mayor drama radica en el incremento del petróleo y del gas, porque la Argentina necesitará más dólares para satisfacer la demanda interna, sobre todo, si quiere evitar las exigencias del FMI para aplicar subas del 60% en las tarifas.
