Ariel Alonso Zapata, conocido como el adiestrador de los perros del presidente Alberto Fernández, rompió el silencio sobre su designación como director de Planificación Operativa y Centro de Monitoreo de la Subsecretaría de Intervención Federal de la Secretaría de Seguridad y Política Criminal del Ministerio de Seguridad de la Nación. Defendió su trayectoria y habló de “intencionalidad política” en las críticas dirigidas a su persona.
“Yo no empecé con esto el año pasado, ni hace tres, ni cinco años. Yo llegué a la función pública en 2005, cuando León Arslanian me llevó a su Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires para entrenar perros en operativos de rescate y otras tareas de seguridad. Ese fue el puntapié inicial de mi trabajo en el Estado”, contó a Clarín Ariel Zapata.
“Yo fui el creador de la carrera de adiestrador en la UBA que ya lleva 19 años y fue la primera en el mundo. ¿Eso no alcanza? En 2005 creé la primera unidad canina certificada ISO 9000 en el mundo. ¿No es trayectoria todo esto? Alberto Fernández es el tercer presidente con el que trabajo”, aseguró Zapata.
El hombre de 59 años se refirió a su polémica presencia en la Quinta de Olivos durante el aislamiento en 2020. Por entonces funcionario del Ministerio de Seguridad bonaerense de Sergio Berni, el especialista en Cinotecnia acudió siempre a la residencia oficial por pedido del veterinario oficial de Dylan, Juan Enrique Romero.
“Lo que ocurría es que los perros no se acostumbraron rápido al cambio de vida, de pasar de un departamento con poco movimiento a una quinta por donde camina mucha gente, entonces empezaron los problemas”, señaló.
En ese sentido, aclaró que él atendía a Prócer, el hijo de Dylan, y no al perro mayor.
“La mudanza incidió en el comportamiento de Prócer, a quien yo atendía… No a Dylan, el no tenía inconveniente. El tema era el cachorro de unos diez meses que se estaba rebelando, entrando a la vida juvenil y atribuyéndose más derechos de los que les correspondía. Y eso a Dylan lo enojaba, lo ponía agresivo y mordía a Prócer y gruñía a la gente. Pero de a poco esas peleas fueron desapareciendo y volvió todo a la normalidad. Pero aclaro que yo no traté a Dylan, iba a Olivos por Prócer”, dijo.
Para Zapata hubo “intencionalidad política” respecto a su vinculación a las escandalosas visitas a Olivos.
“Hubo una intencionalidad política, no queda duda y lo tengo claro porque sé dónde estoy parado, apoyo al kirchnerismo, defiendo el proyecto y soy un flanco sencillo. Me cuestionan mi trayectoria minimizándome a un mero adiestrador, pero yo tengo un largo recorrido que empezó a mediados de los ochenta, cuando arranque con el entrenamiento de perros. Después fundé mi propia empresa y comencé a proveer perros por temas de seguridad a empresas, eventos y visitas de Estado. Imaginate que brindé mis servicios cuando vino Gorbachov a la Argentina a principios de los noventa”, se defendió.
Al ser consultado sobre si fue “premiado” con el cargo en el Ministerio de Seguridad de la Nación (trascendió que serían 270 mil pesos mensuales), el adiestrador de perros expresó: “No, para nada”.
“Yo vengo de ser director nacional de Cinotecnia en el ministerio de Sergio Berni, un cargo más alto que el actual. Creo que el puesto me lo dieron por mi experiencia y porque soy el que tiene más recorrido dentro de la gestión de producción de perros para el área de seguridad. ¿Qué significa esto? Que comprende la protección física, la búsqueda de sustancias y rastreo de personas. En cuanto al sueldo, francamente no lo sé, todavía no cobré”, deslizó.
Según Zapata, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, no sabía que él se dedicaba al entrenamiento de la mascota del Presidente.
“Me parece que no sabía que yo había estado con los perros de Néstor y de Cristina, y creo que tampoco sabía que estaba con los perros de Alberto. Nunca lo hablamos”, dijo.