La justicia de Jujuy se encuentra investigando a Milagro Sala, su familia y personas de su circulo íntimo por la conformación de una organización para lavar dinero. Ahora se suma el relato de otra colaboradora, quien afirma que le dieron 10.000 dólares para sacar del país cuando viajó a Italia a conocer al papa Francisco.
Se trata de Patricia Jaldín, una docente que formó parte de la agrupación Tupac Amaru y también de la organización liderada por Sala. “Toda la plata salía de la casa de Milagro. La plata iba para allá y de ahí se retiraba. En su casa de Cuyaya”, informó en una entrevista con Infobae.
“De acá salía efectivo en pesos y en Buenos Aires se cambiaba. En la casa de Milagro había pesos. Y había dólares a parte, pero no conozco qué cantidad”, agregó.
El relato de Jaldín se suma al de Mirta “Shakira” Guerrero, quien también formó parte de la organización. “Milagro viajaba mucho. De hecho, siempre andaba con una mochila a cuesta porque a veces ni llegaba a avisar a su casa. Y Shakira lo sabía porque ella estaba muy vinculada, le manejaba la agenda a Milagro”.
En ese sentido, precisó que en 2014 viajó al Vaticano para conocer al Papa junto a otras personas y les entregaron un dinero del cual “iba a salir el viático” del viaje. “Cuando llegábamos al hotel, debíamos entregarlo. Yo se los entregaba a las chicas de finanzas que estaban ahí. O íbamos directamente a la habitación donde estaba Milagro y Raúl y se lo dejábamos ahí”, relató.
En cuanto al origen del dinero que había en el domicilio de Sala, explicó que provenía de “Provincia y de Nación, por las obras asignadas a distintas cooperativas de la Tupac en el interior y de la capital”.
Al hablar de Milagro Sala, Patricia agregó: “Es una mujer llena de odio, de rencor. Es egoísta, encerrada en sí misma que no quiere mirar más allá y que está actuando inmovilizada por ese odio. Ella está dejando salir su ira, su violencia y por eso actúa así”.
En ese marco, indicó que mantenía “una relación directa” con Sala, ya que “cada sector respondía por sí mismo”, y describió cómo era ese vínculo: “Milagro es una persona muy especial. Tiene un temperamento que no se le puede decir que no. A veces costaba decirle las malas noticias, cuando algo no funcionaba bien. No le gustaba escuchar lo que en realidad pasaba en los barrios y en las áreas”.
“Levantar la voz y enojarse era su forma de ser. Nosotros íbamos dispuestos a que se enojara y gritara”, rememoró la docente, quien consideró que la dirigente social es una persona violenta.
“Muchas veces le dije que no debía reaccionar así. Yo le decía que se cuidara de tener esas reacciones en la calle. Por eso tenemos una condena social, por sus formas, su voz, sus gestos”, puntualizó.
Si bien aclaró que nunca sufrió agresiones físicas por parte de Sala, Jaldín dijo haber recibido “agresión psicológica y verbal”. Además, aseguró que la dirigente tenía una debilidad por los varones y los protegía y los mimaba.
“Cuando se enojaba… ¿Quién no le tenía miedo? Hasta los funcionarios le tenían miedo. Cuando comencé le tenía admiración y respeto. Eso debe haber durado hasta que me hizo un reclamo por algo que no cometí. Eso me dolió mucho, porque no me creyó y no confió”, expresó.