Las casi cuatro horas que se tomó ayer el juez federal Walter Bento para defenderse en Buenos Aires ante la comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura no parecieron mover la aguja en el marco de una investigación por mal desempeño que ha demorado demasiado.
El avance de la causa judicial en el último año y medio ha provocado un fuerte contraste. La propia Justicia Federal ya lo procesó en 15 hechos de coimas, pidió que Bento vaya a prisión en forma preventiva, cerró la instrucción y elevó a juicio la causa. Casi en el mismo tiempo, la Magistratura todavía está estudiando si corresponde suspenderlo de su cargo, con lo cual, Bento sigue impartiendo justicia con normalidad en Mendoza.
Han existido diversos factores que provocaron esta mora. La crisis política por la conformación del Consejo de la Magistratura fue uno de ellos. Pero también hubo retrasos provocados por algunos de sus actores principales.
Sobrevoló un tiempo la sospecha de que el juez mendocino tenía protección kirchnerista. Luego, una votación unánime que bloqueó su notable presentación a un concurso para ascender al cargo de camarista, a pesar de las imputaciones en su contra, empezó a revelar un cambio de clima.
Finalmente, a juzgar por la postal de ayer, Bento ya no tiene protección alguna y casi no produce interés. Hubo muchas sillas vacías en la audiencia y gran parte de sus miembros ni siquiera se conectaron para seguirla por internet.
Un elemento adicional le quitó auditorio a Bento. Varios integrantes se encuentran por estas horas más preocupados por la campaña para la elección de consejeros que se realizará el martes que viene que por el futuro del magistrado.
Así, en medio de cierto clima de “cosa juzgada”, la comisión de Acusación dejó que Bento se explayara todo el tiempo que quisiera y hasta le dio una prórroga: seguirá hablando el miércoles que viene.
El juez buscó impactar con su primera presentación, su sometimiento a las reglas del proceso y su comportamiento respetuoso. Evitó afrontar el trámite con un mero escrito y acudió a la audiencia en compañía de sus abogados, uno de ellos, muy famoso en Buenos Aires: el mediático Mariano Cúneo Libarona.
Detalló su “verdad” y atacó la investigación judicial del juez Eduardo Puigdéngolas y el fiscal Dante Vega, así como las circunstancias personales que dice que incidieron para que la dupla lo acusara de delitos tan graves. Tiró contra la política y los medios.
Pero el impacto de esta apuesta fue prácticamente nulo entre sus acusadores. Dos consejeros consultados por este diario se mostraron sorprendidos incluso por la estrategia, que estuvo dirigida a embarrar la investigación penal en su contra, no a convencer a la Magistratura de que es un juez probo.
Ninguno quiso jugarse abiertamente con una opinión definitiva porque a la defensa de Bento le queda todavía un capítulo y todos deberán expresarse después, cuando les toque definir su suspensión o no. Sin embargo, hasta aquí, nadie parece haber modificado lo que piensa del magistrado.
El juez, mientras tanto, terminó de dejar en claro que peleará hasta el final por su inocencia, ya que mientras el proceso siga, está protegido con fueros.
Los consejeros actuales, por su lado, quedarán ante el desafío de definir en poco tiempo la suerte de un juez muy cuestionado. Hay quienes demuestran apuro y preocupación por cerrar el caso, pero otros no tanto.
La última etapa del proceso hará un significativo aporte a las estadísticas de la Magistratura: si no se resuelve antes del 20 de noviembre el caso Bento, terminará una gestión de cuatro años en la que ningún juez del país fue suspendido por mal comportamiento.