El peronismo se reunió y se arengó mutuamente en la Ciudad de Mendoza, tierra radical desde hace 40 años. Como quien llega a tierras enemigas, la militancia y la dirigencia sacó pecho y buscó contagiarse del ADN peronista con la mira puesta en el 2023. “Vamos a volver”, corearon todos al final con bombos incluidos.
Lucas Ilardo, el senador provincial con fuerte identificación kirchnerista, llegó hasta el teatro Selectro para cerrar “Derribando mitos”, su charla en clave standapera que lo hizo recorrer toda la provincia. El cierre iba a ser a lo grande, y el peronismo no desentonó en cuando a la cantidad de personas.
“Los días más felices siempre fueron peronistas” dice Leonardo Favio en “Compañeros”, la canción elegida para el final de la función. Y el peronismo está necesitado de felicidad por las sucesivas derrotas electorales de los últimos años. De alguna manera, la excusa de “Derribando mitos” sirve para reunirse y arengarse. “Hacen falta huevos y ovarios para enfrentar a Alfredo Cornejo”, dijo Ilardo, asegurándose la ovación.
Esta vez Ilardo no estaría solo, sino que en la previa una intendenta como Flor Destéfanis sacó chapa de futura presidenta del Partido Justicialista ante los presentes que, de acuerdo a la organización, rondó las 700 personas. Nadie lo dirá oficialmente, pero en diciembre será ella quien asuma en lugar de Fernández Sagasti salvo alguna situación imprevista.
Más allá del contenido de la charla que duró cerca de una hora, y que no es necesario aclarar que tiene gran cantidad de críticas al radicalismo y de grueso calibre, el discurso buscó tocar las fibras íntimas de dirigentes y militantes que no dejaron una sola butaca vacía y muchos escucharon de pie. En primera fila estaban los dirigentes de mayor peso, como Anabel Fernández Sagasti, los hermanos Adolfo y Alejandro Bermejo, Carlos Ciruca entre otros.
Párrafo aparte las ausencias de los intendentes del PJ como Matías Stevanato (Maipú), Martín Aveiro (Tunuyán), Roberto Righi (Lavalle) y Emir Félix (San Rafael) a los cuales no se los mencionó. Fernando Ubieta espera el nacimiento de su hijo y fue sobre el único que se hizo referencia justificando su inasistencia.
En el desgrane de la exposición, que contó con la habitual ironía del legislador del que hay destacar su entrega porque se quedó casi sin voz, Ilardo buscó convencer a todos y todas que para ganar en el 2023, hay que tener convencimiento. A decir verdad, no es una tarea sencilla teniendo en cuenta que los departamentos del Gran Mendoza, salvo Maipú, están gobernados por el radicalismo y, a priori, en ninguno hay riesgo de perder las administraciones.
Recordó incluso haber participado de algunas reuniones en los inicios de la campaña electoral para la renovación de autoridades en la Universidad Nacional de Cuyo. “Me dijeron que el Rectorado estaba perdido, que había que ir por las facultades. ¿Y saben qué? El Rectorado se perdió por un punto y medio, de no ser por los 400 no docentes que metieron días antes y por la resolución de los votos en blanco”, remarcó. “¿Qué hubiera pasado si se militaba más?”, preguntó.
El Frente de Todos está ante el desafío de volver a contagiar a la gente, incluso a los que les dieron la espalda en las últimas legislativas y no les permitieron llegar ni a los 30 puntos. Hasta en el propio oficialismo le reconocen a Ilardo, la espada legislativa de Anabel Fernández Sagasti, la decisión de ponerse al frente del despliegue territorial.
Con el rodaje de haber recorrido 5000 kilómetros arengando a los propios, el senador apuntó a demostrarle a los presentes que Mendoza tiene ADN peronista, y echó mano a la historia provincial anterior a 1983, esa que no muchos conocen de cerca. Así fue contando las obras y gestiones que hicieron gobernadores peronistas como la creación de la Obra Social de los Empleados Públicos (OSEP), el Instituto Provincial de la Vivienda, sólo por nombrar algunas de las mencionadas.
Ilardo remarcó una y otra vez que hay que salir a militar: “el que no milita, que vuelva; el que milita poco, tiene que militar más y el que milita mucho, tiene que militar el doble”, insistió. Allí abrió una puerta para las críticas internas, aclarando que no tenía un látigo en la mano y sin dar nombres, pero sí destinatarios claros.
“Les pedimos que no entreguen sus convicciones en la puerta de los Concejos Deliberantes”, disparó Ilardo. El dardo va directo a concejales que en los distintos departamentos que no denuncian como deberían hacerlo. No nombró puntualmente a legisladores, pero bien podría rozarles el misil.
Dentro del propio partido hay diferencias y se ha notado tanto en la Casa de las Leyes como afuera. Una muestra son los dirigentes que cuestionaron la fecha del llamado a elecciones antes de que se desarrollara el Consejo Partidario. En otro de los pasajes habló de peronistas que critican a otros con alto voltaje verbal, a los que les dijo sin tapujos: “trabajan para Alfredo Cornejo”.
Ya sobre el final, volvió a la carga con el convencimiento que tiene que tener cada dirigente y militante para encarar el 2023. Habrá qué ver después si las palabras sembradas por Ilardo dan frutos, o no.
El cierre fue con la clásica marcha peronista, el “Compañeros” de Favio, la gente de pie, las fotos. “Por eso, el corazón palpita”, dice la emblemática letra del cantante, y el peronismo mendocino espera mantener la euforia pensando en recuperarse para las próximas elecciones.