José Antonio Viera-Gallo, embajador de Chile en Argentina, como parte de una intensa agenda en la Provincia recibió en forma exclusiva a Los Andes en la sede mendocina del Consulado General de Chile. Desde el 22 de noviembre de 2023, el histórico dirigente socialista fue elegido por Gabriel Boric, presidente de Chile, para encargarse de las relaciones con nuestro país.
Durante la entrevista, delineó los detalles de las reuniones que mantuvo en Mendoza. Parte de su agenda fue el gobernador Alfredo Cornejo, la vicegobernadora Hebe Casado, el presidente de la Cámara de Diputados, Andrés Lombardi, la rectora de la UNCuyo, Esther Sánchez, y el intendente de la Ciudad, Ulpiano Suarez.
Además, explicó cuál es la visión del gobierno de Chile sobre la Argentina, la cuestión social que atraviesa su país, tan importante sobre todo tras dos intentos infructuosos de cambiar la Constitución. No dejó pasar tampoco el tema del conflicto Mapuche en el sur del país transandino. Como Embajador, dilucidó cómo es la relación entre Javier Milei y Boric, y afirmó que las relaciones exteriores en Chile “son una política de Estado que no depende según cuál sea la orientación del gobierno”.
-¿Pudo hablar con el presidente Boric sobre Mendoza?
-No, de Mendoza en particular no, pero sí de la Argentina. La agenda de Chile con Argentina es amplia. Desde la Colaboración Antártica hasta los veintitantos pasos importantes para facilitar el paso de carga y además de tres millones de personas que circulan a un lado y otro de la cordillera. Incluso la colaboración energética que felizmente ahora está funcionando muy bien.
Quisiéramos impulsar la colaboración universitaria. Eso lo hablé bien con la rectora de la UNCuyo. Después colaboración policial por crimen organizado por migración ilegal, tráfico de personas y narcotráfico.
Yo creo que dos países que tienen, 5.000 kilómetros de frontera deben colaborar, eso respetando la idiosincrasia, la cultura y la forma de ser de cada uno de ello.
-Históricamente para los mendocinos el paso a Chile ha tenido grandes inconvenientes, ¿pudo hablar del tema?
-Bueno, vamos a ver qué sale de la inspección que están haciendo funcionarios de ambos países. Pero en general hubo una reunión muy fructífera de las aduanas de los dos países para mejorar las condiciones del paso.
Hoy día resulta que las gacetas no funcionan las 24 horas los 7 días. Bueno, eso esperamos que se pueda resolver.
-Teniendo en cuenta que se reunió con el gobernador Cornejo, ¿se habló de proyectos mineros en conjunto entre Mendoza y Chile?
-Nosotros tenemos una antigua tradición minera, y lo que pasa es que la minería, a medida que va evolucionando la conciencia ecológica de la humanidad, se va adaptando también a métodos y a formas de intervención cada vez más amables con la naturaleza. Entonces, nosotros estamos muy dispuestos a que la experiencia chilena, en lo que pueda servir, la pongamos a disposición cuando Argentina en general, y Mendoza en particular, decida impulsar con mayor claridad o fuerza actividades mineras en donde corresponda que sean.
Y en ese sentido, lo planteamos con la rectora de la UNCuyo también, trabajar en conjunto para que se conozca mejor la experiencia, para despejar los prejuicios. Esto podría ser con la empresa estatal de Chile y también ver cuáles son las regulaciones medioambientales, cómo se controlan, cómo funcionan, y también yo creo que sería interesante conocer la opinión de los sindicatos argentinos, profesionales, en fin, para ver cómo la actividad minera se adapta al futuro.
-Y en esa reunión, ¿se estableció algún proyecto de ayuda mutua y/o algún plan para trabajar en conjunto?
-Yo ofrecí tener algún intercambio en materia minera y también en materia de concesiones. Nosotros tenemos también una larga experiencia de concesiones que han sido muy buenas, otras que han tenido dificultades, otras que son criticables, en fin. Entonces ver, también hasta qué punto las concesiones pueden ser un camino útil, sobre todo ahora que el gobierno nacional de la Argentina parece encontrar en las concesiones un camino. Obviamente articular con ProMendoza y todas las cámaras, etc., ahí lo más importante son ver fórmulas de aprovechar los encadenamientos productivos.
Y claro, esa es una tarea muy precisa para ver cómo establecer conexiones entre empresas chilenas y argentinas que les permita a las empresas de Mendoza exportar utilizando los tratados de libre comercio de Chile por los puertos chilenos. Y eso depende de la norma que rige cada tratado, en cada país, a qué rubro. Ya son cosas muy específicas, pero ellos están en contacto también con entidades chilenas y especialmente ahora se van a poner más en contacto con la Subsecretaría de Relaciones Económicas, que es lo que está ahora ProChile, para ir viendo cómo potenciar eso.
-Sabemos que Boric vino a la asunción de Milei, que quiere mantener los vínculos históricos, financieros, pero, ¿qué le pidió el presidente chileno cuando le propuso ser el embajador de Chile en la Argentina?
-La verdad es que la política exterior de Chile en general, pero además, especialmente respecto a la Argentina, es una política de Estado que no depende según cuál sea la orientación del gobierno de un lado o del otro de la cordillera. O sea, las buenas relaciones no siempre tienen que ver con que los gobiernos tengan sintonía doctrinaria o ideológica, sino que tienen que ver con la buena voluntad y la capacidad de ir llevando a cabo obras en interés de ambos pueblos. Muchas relaciones, además, están todas establecidas en tratados internacionales de distinto tipo y, por tanto, lo que tenemos que hacer es que, entendiendo las condiciones de cada uno de los dos países, avanzar en todo lo que podamos en los dos años que le quedan al presidente Boric para mejorar en todo aquello que la colaboración pueda ser útil.
-En Chile en 2019 hubo una efervescencia social, protestas, etc. Después vino la pandemia que cambió todo y siguió el proceso para la reforma constitucional, ¿cómo quedó Chile?
-Como embajador, voy a tratar de ser lo más objetivo posible. En un aspecto hubo dificultades, porque evidentemente se vieron afectadas algunas actividades, sobre todo el comercio, especialmente en los centros de algunas ciudades de Santiago, y eso cuesta recuperar. En otro aspecto, las dificultades fueron durante la pandemia, porque naturalmente el gobierno de la época dio ayuda a la gente que no podía trabajar. y claro, eso sumado a retiros de fondos que se hicieron por ley, determinó también un alza de inflación. Entonces el gobierno actual recibió de inflación 14% anual, lo que para Chile era mucho, y el gobierno actual ha logrado reducirla prácticamente a 3,8% anual.
-Después de esos procesos, la sociedad y los pueblos aprenden cosas, y más allá del daño que puede haber de algunos bienes materiales, la sociedad también aprende de eso, ¿no? Maduran
-A veces. Un proceso constituyente es algo complejo. Porque una cosa es reformar una constitución, incluso reformarla muchas veces, lo que hicimos durante la transición, a partir de la constitución original de la dictadura, y se fue transformando. Otra cosa es decir, voy a generar una nueva. Cuando uno dice una nueva, significa que se pone todo en discusión. Y claro, para que eso resulte, primero tiene que haber una crisis demasiado fuerte como para que amerite una discusión de esa naturaleza. Pero en segundo lugar, tiene que haber construcción política reconocida, liderazgos políticos fuertes, que conduzcan discusiones complejas. Y eso en Chile no había. Entonces, eso explica tal vez este péndulo, primero una propuesta quizás demasiado a la izquierda respecto al sentir ciudadano común, y después una propuesta, entre comillas, a la derecha respecto a lo mismo. Entonces, tal vez, yo creo que la primera lección es no abrir el tema constitucional en los dos años que restan del presidente Boric, y el próximo gobierno verá, digamos, cómo enfrentar ese asunto.
-En Chile, más allá de las grietas, hay un consenso sobre las políticas, que son diversas, pero que permanecen, se respetan y no se discuten. ¿Usted cómo lo ve a eso?
-Yo creo que la experiencia dura de la dictadura, que duró 17 años, hizo que todos aprendieran distintas cosas. Entonces, hay una valoración de la democracia que es compartida. En segundo lugar, siempre Chile ha sido un país muy respetuoso de la ley y del funcionamiento institucional, por tanto, del equilibrio de poderes. O sea que no porque se da un gobierno se va a hacer exactamente lo que ese gobierno quiere. Digamos, cada gobierno tiene su contrapeso. Y generalmente los gobiernos en Chile no tienen mayoría parlamentaria. Entonces están obligados a negociar. En tercer lugar, yo creo que ha habido también un consenso en algunas materias económicas básicas. En Chile no se cuestiona mayoritariamente que estamos ante una economía de mercado, que además estamos ante un proceso de globalización. Entonces podemos discrepar cómo regular, cómo incentivar, cómo participar del mercado global, pero nadie está por cerrar el país, nadie está por terminar con la economía de mercado. En fin, son cosas que están fuera del horizonte. Lo que puede estar en discusión es cuánto Estado, cuánto mercado, en distintos ámbitos de la vida social. Y yo creo que el otro es que, todo el mundo comparte que tiene que haber cierto equilibrio fiscal, que no pueden haber emisiones monetarias sin fundamento, y eso supone cuidar la inflación.
-En Chile, la cuestión mapuche ocupa una parte sustancial de la agenda de los distintos presidentes que se han ido sucediendo, ¿cómo está la situación en este momento?
-Es un tema complejo, porque nosotros tenemos una deuda histórica con el pueblo mapuche. Hay un libro de investigación que se hizo durante el gobierno del presidente (Ricardo) Lagos. Y ahí está especificado exactamente lo que al menos el Estado de Chile debiera realizar. Eso lo hemos ido haciendo de forma muy lenta.
Se ha ido creando un caldo de cultivo de insatisfacción creciente en las comunidades mapuches. Ahora, en el sur de Chile son 2.000, de esas 2.000 deben haber 80, 100 que están con posiciones más extremas, pero hay una insatisfacción en general. Ahora, el presidente Boric ha creado una comisión para buscar una forma de acelerar y buscar una nueva política hacia el pueblo mapuche, vamos a ver qué efecto tiene. Nos ha costado mucho construir una visión transversal del tema, un poco como existió en un momento en Nueva Zelanda respecto de los maoríes. Mientras tanto, hay sectores extremistas de la lucha mapuche que han recurrido a la violencia.
-El presidente Piñera tuvo un foco muy claro con respecto a los vínculos con Estados Unidos, ¿cambió en algo esto con la llegada del presidente Boric?
-El presidente Piñera tuvo vínculos igual con China, con Rusia, él fue al funeral de Hugo Chávez, él siguió con las relaciones con Cuba. Ahora, hubo un cierto énfasis, distinto. Por ejemplo, él promovió el Prosur, que llamaban. En vez de Unasur que estaba bajo la inspiración de Lula y de ciertos gobiernos latinoamericanos más o menos afines, él entonces pretendió cambiarlo por el Prosur, cuando acá gobernaba el presidente Macri y otros presidentes de la misma orientación. Bueno, eso tampoco resultó... Entonces, claro que hay diferencias, no es lo mismo que gobierne la derecha o la centro-derecha que gobierne la izquierda o la centro-izquierda. Pero también hay ciertas políticas exteriores de Chile que son permanentes.
-A propósito de este tema, ¿cómo se podría lograr una mayor integración entre los países latinoamericanos?
-Si uno quiere partir de la ideología, está perdido. Porque evidentemente en un continente como este, tan grande, lo que hay es diversidad. Entonces, lo primero es partir de cosas que son, útiles para todos y comunes. Y después ir avanzando pero no anteponer los valores ideológicos, los principios ideológicos de cada cual como un prerrequisito para hacer integración no lleva a ninguna parte. Y eso demuestra la razón de porqué tantos organismos que se crearon han fracasado.
-Así planteado parece fácil de llevar a cabo. Sin embargo, la experiencia muestra la gran dificultad que tienen los países de América del Sur para unirse, incluso en cuestiones básicas como el comercio.
-En América Latina hubo dictadura, represiones fuertes, convulsión social, pero no hemos vivido, felizmente, un sacudón tan enorme como vivió Europa que le hizo a la gente valorar ciertas cosas básicas y de ahí ir construyendo. En el caso nuestro, hay una fuerte tendencia a escapar de la realidad en torno a la ideología, la que sea. Puede ser neoliberal, puede ser utópica, socialista, anarquista, la ideología que quieras. Entonces cuando se produce eso después se choca con la realidad. Porque la realidad es mucho más fuerte y más compleja que nuestras ideas. Y no se puede pretender que los países tengan todas afinidades comunes con ideologías distintas. Pero, por ejemplo, lo que fue muy bueno, era la alianza del Pacífico, que era México, Colombia, Ecuador y Chile. Por ejemplo, Colombia no reconoce la legitimidad de la presidenta del Perú. Entonces eso tiene dificultad. No sé, yo no tengo ninguna receta para decir cómo habría que hacerlo, pero tal vez habría que partir por cosas comunes.
-Con respecto a la integración, distintos presidentes han realizado propuestas de una moneda en común en la región. ¿Qué le parece desde la óptica de un Embajador?
-No, eso es escapar de la realidad. ¿Cómo puede haber una? Para que haya una moneda en común, que fue lo último que llegó a la Unión Europea, tiene que haber una economía compartida. Tiene que haber algún banco central de la región. No son cosas que se puedan construir. Es como que uno ponga los bueyes ante la carreta. Llegará, si es que llega, más adelante. Pero no veo por el momento ningún horizonte.
-Sería más una consecuencia de hacer bien las cosas, y no el punto de partida.
-Claro. Lo que hacemos en América Latina es que se construye un gran edificio, se crea un parlamento. Por ejemplo, el Parlatino, entonces hacen un enorme edificio. Pero no tenía ninguna atribución. Claro. Era como una caja de resonancia. No es como el Parlamento Europeo, que tiene atribuciones. Entonces creamos un Parlamento vacío. Entonces cada uno va a hablar lo que se le antoja. Porque además da lo mismo, porque no pasa nada.
Aquí lo que hay que unir son a los pueblos, a las fuerzas vivas, a las fuerzas culturales, económicas, sindicales. Y ahí ir construyendo, ir abriendo espacios, ir construyendo algo, porque tenemos un acervo cultural en común, muy grande en América Latina.