El arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, encabezó hoy el Tedeum en la catedral metropolitana y envió un fuerte mensaje social ante la mirada del presidente Javier Milei y todos sus ministros. “Nadie se puede lavar las manos ante la situación social que estamos viviendo”, enfatizó el prelado, que comenzó su discurso haciendo referencia a los “hermanos paralizados hace años en su esperanza” y los que están “atravesados por el hambre la soledad”.
En la catedral estaban Milei, junto a la vicepresidenta Victoria Villarruel, el jefe de Gobierno de la Ciudad, Jorge Macri, y la vicejefa porteña, Clara Muzzio. De los ministros que conforman el gabinete nacional estuvieron presentes Mario Russo (Salud), Diana Mondino (Relaciones Exteriores), Luis Petri (Defensa), Patricia Bullrich (Seguridad), Federico Sturzenegger (Desregulación del Estado) y Mariano Cúneo Libarona (Justicia).
“Una justicia largamente esperada tantos argentinos tendidos, sobre una manta en el frío de las veredas de las grandes ciudades del país, postrados a consecuencia de la falta de solidaridad y el egoísmo. En definitiva, tenemos una Argentina que nos duele hace mucho, que se dice independiente hace 208 años pero que aún hoy sufre las cadenas de diversas esclavitudes, que no nos dejan caminar como pueblo hacia un desarrollo pleno y una mejor calidad de vida para todos”, sostuvo García Cuerva.
Además, se refirió al “gran objetivo” que debe tener la sociedad para que “Argentina se cure, se ponga de pie y se independice de las camillas que la tienen postrada, paralizada y enferma”. Al hacer alusión al Papa Francisco, señaló que “no hay tiempo para la indiferencia” y que nadie se puede “lavar las manos” ante la situación social que estamos viviendo como país. “O somos hermanos o se viene todo abajo. Por eso invito a todos los aquí presentes y también a quienes nos siguen por los medios de comunicación y por las redes sociales a rezar juntos”, enfatizó.