La imputación del juez Walter Bento impacta en los medios nacionales. Ya no es un comentario de los cafés que rodean al edificio de los tribunales federales. Ayer, uno de los principales editorialistas de diario Clarín, Ricardo Roa, dedicó una dura columna al caso que envuelve al magistrado.
Roa refresca algunos datos ya conocidos en nuestra provincia, pero no en Buenos Aires. La confesión de Diego Barrera (asesino de Diego Aliaga, quien habría sido el operador de Bento, quien tramitaba los beneficios que supuestamente vendía el juez federal); también marca las conversaciones que se hallaron al peritar el teléfono de Walter Bardinella, apresado en una causa narco.
Luego relata los allanamientos y detenidos en la causa. “El operador Aliaga tenía de socios a tres abogados. Dos, Matías Aramayo y Martín Ríos, piden ser arrepentidos y cuentan que Aliaga era lo que era y además, era informante del comisario (Gabriel) Moschetti, hoy detenido. El tercer abogado, Luciano Ortego, está prófugo por un día y se entrega. En Tribunales se lo conoce por ser o haber sido pareja de la hija de Emir Yoma. Los tres siguen detenidos. Y hay otro abogado: Jaime Alba, amigo de la infancia de Aliaga y que ofrece a un delincuente $30 millones para intentar recuperar el celular secuestrado a Bardinella Donoso. Sospechan que ahí hay un audio del propio Bento”.
Roa indica luego que “hasta aquí tenemos un juez poderoso, un preso por asesinar a un amigo y socio del juez, socios arrepentidos del asesinado, un comisario que también está preso y un abogado mediático que defiende al juez. Empieza a salir a la luz el uso personal que Bento hace de la Justicia. La fiscalía logra duplicar la tarjeta SIM del celular de Aliaga, que no aparece y allí encuentran 256 mensajes intercambiados por Telegram con Bento, al que Aliaga tiene agendado como primo. La línea telefónica del juez se la dio el Consejo de la Magistratura”.
Otro detalle que refresca Roa es la negativa de Bento a entregar uno de sus celulares, el aparato oficial. “Ocurre algo increíble o no tan increíble cuando allanan la casa de Bento en el complejo Palmares. Bento se niega a entregar el teléfono oficial, como si fuera personal y empieza a dar batalla para impedir que los investigadores descubran su contenido. Va personalmente a un local de Movistar para que le cambien el chip del IPhone 12 Pro y contrata un hacker en Buenos Aires para bloquear a los peritos judiciales”. Sin embargo, en la columna el editorialista señala que “pese a todo, algo pueden rescatar: desesperados llamados de ayuda de Bento a personajes del poder y promesas de apoyo a Bento de personajes del poder. Son mensajes previos al allanamiento de su casa”.
Roa recuerda que la investigación que llevan adelante el fiscal Dante Vega y el juez Eduardo Puigdédolas, tiene 10 casos de coimas probados y 23 imputados. “Puigdéndolas ordena el procesamiento y prisión preventiva de Bento por comandar una asociación ilícita y procesa a su esposa María Isabel Boiza por lavado. En un texto de 821 páginas revela cosas increíbles de la vida ilegal de Bento, que le deja a Puigdéndolas un mensaje mafioso de puño y letra en una caja fuerte”.
En la columna se recuerda algo que también publicó Los Andes el 6 de mayo pasado: “Bento asumió como juez en 2005 apadrinado por el ‘Chueco’ Mazzon, entonces mano derecha de José Luis Manzano. En 2011 hizo un resonante allanamiento con la Gendarmería en Cablevisión, en pleno conflicto del kirchnerismo con Clarín. A pedido del grupo Vila-Manzano, intervino la operadora de cable porteña, como si fuera su jurisdicción. La Corte anuló todo. El tiro por la culata”.
“Cuando empezó como juez había declarado un único bien: una camioneta. Hoy aparece con 12 inmuebles, inversiones millonarias en fideicomisos, tres Audi, uno de ellos comprado bajo el régimen de discapacidad para pagar la mitad de precio y no pagar patente y una camioneta Amarok y unos cuantos bienes de lujo más” reseña la columna.
Luego, menciona que “en sus 15 años de juez, el matrimonio Bento viajó 89 veces al exterior, sobre todo a Miami y Las Vegas, y permaneció 1.025 días fuera del país. Casi tres años. Como se suele decir en estos casos, no más preguntas, señor juez. Pero hay una: ¿qué hará el kirchnerismo para defenderlo?”