Los episodios de protesta, violencia y represión que se sucedieron entre el 4 y el 7 de abril de 1972, quedaron inmortalizados para la historia con la denominación de Mendozazo.
El detonante de la sublevación popular, ya se ha explicado, fueron el desmesurando aumento de las tarifas eléctricas dispuesto por el gobierno militar de Alejandro Agustín Lanusse, a los que se añadieron reivindicaciones no logradas del magisterio mendocino y de otros sectores gremiales y del estudiantado.
Además de la cobertura de las cuatro radios y los dos canales de TV del aire de ese momento, los sucesos fueron cubiertos intensamente por el diario Los Andes y por el plantel del vespertino de la misma, El Andino (que cerraría sus puertas en marzo de 1983).
Los jefes de entonces lanzaron a la calle a gran parte de sus cronistas: el horario de los incidentes se encuadraba en el del rotativo tabloide. Claro que nadie sabía que sería tan violento y con consecuencias trágicas. Esa jornada del 4 de abril la tapa del vespertino fue con tipografía grande y decidora: Represión, violencia y muerte en Mendoza. Una bajada mantenía la dureza del título: “Impresionante desborde de violencia en Mendoza: la manifestación de protesta por las tarifas eléctricas degeneró en una explosión de violencia. Un muerto hasta el cierre de nuestra edición”.
En un recuadro, se avisaba que Mendoza era zona de emergencia y que se designaba como comandante general de la provincia a Luis Gómez Centurión, jefe de la VIII Brigada de Infantería de Montaña.
El suceso ocupó varias páginas de la edición y, si bien había mucho para leer, las fotografías eran el “plato fuerte” de la entrega, tal como lo había dispuesto el subdirector de la empresa editora, el escritor Antonio Di Benedetto y los secretarios de Redacción, incluido el jefe de Noticias, Pedro Tránsito Lucero.
Una de las imágenes, en realidad una secuencia gráfica, mostraba a la que sería la primera víctima mortal de la protesta, el canillita Ramón Quiroga. En esa escena se ve al cura jesuita José María Llorens –popularmente conocido como “Macuca”- dando la extremaunción al caído, que había sido alcanzado por un impacto de bala de grueso calibre en pleno rosto. El registro lo hizo el fotógrafo Germán Bustos Herrera, del plantel de Los Andes, con su máquina personal porque no pudo llegar a la empresa a tomar el equipo que tenía asignado. Esas imágenes le valieron ganar el premio Adepa en Fotografía en junio de 1973.
Al promediar la tarde y cuando aún había graves incidentes, El Andino ganó la calle y agotó la edición en pocas horas, con un costo de $ 0,40.
Días después, el 6 de abril, se produjo un episodio en la sede de Los Andes. Efectivos de la Policía, aduciendo órdenes militares, ocuparon las instalaciones del diario tanto por avenida San Martín como por la salida de ejemplares sobre Primitivo de la Reta (allí se encontraba la impresora en ese entonces), cuando ya se habían ‘tirado’ unos 10 mil ejemplares del vespertino El Andino, la mayoría de los cuales se había enviado a San Juan. Los agentes prohibieron a los canillitas la venta de ejemplares que podrían haber salido de la casa editora, y poco después llegaron tropas del Ejército que incautaron toda la edición.
También los militares, específicamente los servicios de inteligencia, debido a la amplia cobertura fotográfica, pidieron imágenes para tratar de identificar a participantes de las manifestaciones, pero sólo se les entregó secuencias generales “sin rostro”, para evitar el reconocimiento de personas.
La visión del decano
“Violenta jornada sufrió Mendoza y renunció el ingeniero Gabrielli”, fue el título de la portada del 5 de abril de Los Andes. Con el copete explicativo: “La provincia ha sido intervenida”, Gabrielli advirtió sobre la actuación de profesionales del terror. En páginas interiores, el matutino daba cuenta de la represión policial frente al Sindicato del Magisterio (de calle Montevideo), donde las docentes habían recibido los chorros de líquido verde que disparaba un camión hidrante, además de gases lacrimógenos. Una de las afectadas fue la dirigente docente Josefina Orozco de Muñoz, cuyo esposo, Roberto Muñoz, era en ese tiempo jefe de Noticias del matutino.
Las fotos de la amplia edición correspondieron al plantel de Fotografía de Los Andes, que también cubrían para El Andino. El grupo estaba encabezado por el ya entonces referente, Pedro Suzarte, con José Muñoz como subjefe y los reporteros gráficos Leopoldo Estrella, Guillermo Domínguez, Rodolfo Borda, Feliciano Paredes y el ya mencionado Bustos Herrera.
Una de las notas de esa jornada correspondió a los comercios afectados por vandalismo y saqueo, prácticamente todos los negocios de avenida San Martín, entre Barraquero y avenida Las Heras, incluida la vivienda del renunciado gobernador Gabrielli, en San Juan y Garibaldi. En otra descripción, el matutino hace mención al accionar de Gendarmería contra los manifestantes y a lesionados entre los reporteros, entre otros el fotógrafo Alfredo Yanzón (25) y el secretario de Redacción del diario Mendoza, Alfredo Del Giusti.
También el desaparecido diario Mendoza, que se imprimía en sistema offset, realizó una cobertura de varios días, con contratapas que incluían impactantes fotografías, reflejando la Casa de Gobierno casi tapada por el humo, heridos de bala y el incendio de automóviles y trolebuses.
Otro medio escrito que cubrió estos episodios de abril fue la revista Claves, que había fundado el legendario Fabián Calle, con punzantes notas de su staff de columnistas y redactores, sobre todo las escritas por la recordada Norma Sibilla.
Puede decirse que la censura afectó más a las radios y a los canales de televisión, que pasaron a transmitir en cadena con Radio Nacional.