El gobierno de Alberto Fernández volvió a ser blanco un multitudinario banderazo que se replicó en todo el país y que incluyó quejas por la extensa cuarentena contra el coronavirus, reclamos por la crisis económica y su impacto de la pobreza, y críticas por las gestiones del kirchnerismo para avanzar sobre la Justicia.
Como en las anteriores protestas muchos salieron a defender la “República”, pero ahora también a exigir que la Casa Rosada modifique su agenda de trabajo para atender los problemas urgentes.
La otra particularidad de este banderazo tuvo que ver con los momentos de tensión que se vivieron frente a la Residencia de Olivos, donde los manifestantes autoconvocados se cruzaron con un grupo de militantes del Partido del Trabajo y la Equidad (ParTE), de la rama “albertista” del peronismo porteño, y de la organización Oktubres que llegaron de Hurlingham, Malvinas Argentinas y La Matanza.
La situación tomó tal dimensión, que la policía tuvo que intervenir para evitar incidentes entre los integrantes de ambos sectores.
Así, el feriado del 12 de octubre, en el que se conmemora el Día del Respeto de la Diversidad Cultural, se convirtió ayer en una nueva edición de las masivas protestas contra la gestión del Frente de Todos.
Este “12O”, tal como lo denominaron quienes impulsaron su convocatoria en las redes, volvió a exponer el creciente malestar social a poco de cumplirse un año del triunfo electoral del binomio de la coalición peronista que encabezó Alberto Fernández junto a Cristina Fernández de Kirchner.
Las protestas volvieron a tener su epicentro en las inmediaciones de la Residencia Presidencial de Olivos, del Obelisco y se sintieron con fuerza en la capital de Córdoba, de Mendoza y en otras de las principales ciudades del país.
Las movilizaciones se extendieron por más de cuatro horas, con gente blandiendo banderas de la Argentina, tocando la bocina de sus autos y entonando el himno nacional.
De nuevo, se promovieron consignas contra la cuarentena que este martes cumple 207 días (y que se profundizó en departamentos de 18 provincias donde el coronavirus avanza a un ritmo preocupante y pone en jaque al sistema sanitario), para exigir acciones que promuevan la recuperación económica, y para denunciar que las gestiones del Gobierno sobre el Poder Judicial buscan garantizar la “impunidad” de la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien enfrenta varias causas por presuntos hechos de corrupción.
Incluso hubo muchos que expresaron sus quejas por las tomas de los Mapuches en Villa Mascardi y otros más extremistas que salieron a exigirle al presidente Fernández que “adelante las elecciones”.
Pero en esa maraña de proclamas, hubo una que resumió uno de los diagnósticos con los que la dirigencia política busca darle sentido a estas espontáneas e incesantes protestas sin colores partidarios: “Que el Presidente se ponga a gobernar con una agenda para el pueblo, no la que tiene hoy”, exigió una de las personas que concurrió a protestar frente a la quinta de Olivos.
“Si no empezamos a discutir los temas que están en la agenda de la gente, cada vez los manifestantes serán más y de todos los sectores del país”, advirtió el senador radical Martín Lousteau.
Más allá del tono y de las formas, muchas de las quejas que se expresaron en el 12O sobre la situación del país tienen puntos de encuentro con el diagnóstico que elaboraron los enviados del Fondo Monetario Internacional (FMI) y que se hizo público ayer.
“Argentina enfrenta dificultades económicas y sociales complejas, en el contexto de una crisis de salud sin precedentes”, advirtieron los enviados del organismo multilateral de crédito con el que el país debe refinanciar una deuda de alrededor de U$S44.000 millones. Y agregaron que se requiere “un conjunto comprensivo de políticas” para “el restablecimiento de la confianza”.
Sin embargo, el presidente Fernández y de su ministro de Defensa, Agustín Rossi, rechazaron los planteos del banderazo y los vincularon con la “derecha más reaccionaria”, y “los odiadores y desestabilizadores de siempre”.