El 8 de marzo de 1887, meses antes de cumplir cuatro años de vida, diario Los Andes publicaba su primera crónica sobre el departamento de San Rafael. “Correspondencia de San Rafael” se tituló el extenso artículo que la redacción encabezada por Adolfo Calle le dedicó al municipio.
El texto se propuso “llamar la atención” del gobernador Tiburcio Benegas, quién cursaba su primer año de gestión, sobre “lo más rico que la Provincia tiene al Sud, pidiéndole una mirada protectora para el mayor porvenir a que está llamado ese Departamento”.
Allí se describe con mucho tino la necesidad de ordenar la distribución del caudaloso Río Diamante, que en ese momento no contaba con las represas que conocemos hoy, para la agricultura según la Ley de Aguas vigente por entonces.
Se puso en valor el potencial comercial que permitiría la llegada del ferrocarril tanto desde la Capital de Mendoza, como desde Villa Mercedes (San Luis) hasta ese departamento. Y del mismo modo, se detalló la infraestructura que le faltaba desarrollar a la Villa de San Rafael para convertirse en la soñada “Ciudad del Diamante” en solo tres años.
Las riquezas de San Rafael
Entre las riquezas de San Rafael que se mencionaba en esa nota, se postulaba en primer lugar “el caudaloso Río Diamante con agua suficiente para regar un millón de hectáreas” y las “sierras de primera clase para la agricultura”. También se postulaban las “miles de leguas de campos superiores para la crianza de ganados de todas las clases sobre las márgenes del mismo río y del caudaloso y majestuoso Atuel”. Sus “minerales vírgenes y de incalculable valor”, para el desarrollo minero, formaban parte de la lista de virtudes.
“Para complemento de lo dicho, basta saber que la comisión de ingenieros que hará el estudio del Ferro Carril que unirá a esta Capital con San Rafael, ha principiado o principiará en breve los trabajos, pudiendo asegurarse, que en tres años o más, el silbato de la ‘Locomotora’, símbolo de civilización y de progreso, resonará en aquella comarca, quedando así cumplida la ley del soberano Congreso y la voluntad de quienes con su voto contribuyeren a tan grande y trascendental obra”, anunciaba el diario Los Andes.
Y destacaban que “no es solamente Ferrocarriles ni Telégrafos lo que San Rafael necesita; antes de todo esto, sin pérdida de tiempo y desde ya, si fuera posible, lo que allí es apremiante es reglamentar y repartir científicamente lo que constituye la verdadera riqueza: EL AGUA”. Por lo que le solicitaban al gobierno, “medidas energéticas y reparadoras”.
Mejor distribución hídrica
En el año 1887, se ponía en alerta la mala distribución que había de las aguas del Diamante, se indicaba según informes a los que tuvo acceso este matutino que “riega de doce a quince mil hectáreas más o menos” y que según la Ley de Aguas para el cultivo de ellas se necesitarían “150.000 metros cúbicos de agua cada veinte y cuatro horas, y como esta estación es permanente, resulta, que las 15 mil hectáreas cada mes del año se han absorbido 450.000 metros cúbicos de agua”.
“Decimos absorbido porque es agua que entra pero que no sale”, alertaba Los Andes y ponía de manifiesto que se sacaban del río “no menos de veinte canales, sin control de nadie y cada uno a voluntad de quienes lo abrieron, sin que ninguno de esos antiguos y experimentados agricultores tuvieran en cuenta, que toda vasija que se llena con exceso se derrama”.
“Así está el ‘Cuadro Nacional’, establecimiento que pertenece a la Nación y solo tiene catorce o quince años de existencia. El ‘Cuadro Nacional’ regará a lo más de 600 a 700 hectáreas y el agua que anualmente contiene el canal particular del establecimiento es más que suficiente para regar 4000″, puntualizaba el matutino.
“Es tan lamentable el abuso con que se ha dispuesto del agua del Diamante y tan considerables los perjuicios generados que causa verdadera pena ver ahora los que fueron prados cultivados por la mano del hombre convertidos hoy en ciénagas, criaderos de aves y de totora para fabricar esteras”, completaba en su diagnóstico.
Y daba paso a las respuestas que se debían dar: “Reglamentada el agua del caudaloso Diamante y abiertas las arterias para que las aguas sobrantes vuelvan al mismo río de dónde se tomaron, ella alcanzaría con exceso para el cultivo de cien veces de lo que hay cultivado, para dar a beber a millones de ganados y para la agricultura de los ricos terrenos ‘Rincón Grande’, “Ovejería” y ‘Fuerte nuevo’, donde aún existen potreros de alfalfa abandonados y que fueron labrados por fuerzas nacionales por cuyos campos en diez años más cruzará el Ferrocarril proyectado de Villa Mercedes de San Luis a San Rafael”.
“El único remedio que indispensablemente hay que ponerle a los abusos que denunciamos y el único médico que curará el mal, es un gobierno mandando enérgicamente que el agua del Diamante sea distribuida científicamente a cada agricultor, con arreglo a lo que tiene labrado y que, mediante estudios por ingenieros, se abran los desagües generales del Departamento para que las aguas detenidas vuelva al río y vayan a fructificar campos que también tienen derecho a ella y que mucho la necesitan”, indicaba la edición del diario.
La infraestructura urbana
“No terminaremos sin especial y detenidamente llamar la atención del Excmo Gobierno sobre la Villa de San Rafael y sus necesidades pidiéndole a nombre de aquel vecindario la protección que con justicia empleará. La Villa de San Rafael no es la que fue; dejó de ser frontera para entrar en la vida de la civilización y el progreso”, apuntaba el texto enmarcado en el primer año de gobierno del presidente Miguel Juárez Celman, sucesor de Julio Argentino Roca.
“La agricultura se desarrolla en grande escala; los campos de crianza se venden, el comercio se desarrolla, los comerciantes ganan dinero y cada habitante costea su subsistencia con el trabajo honrado”, señalaba Los Andes sobre las bondades del pueblo sanrafaelino.
Y alertaba: “Sin embargo, no es todo eso lo que constituye progreso y civilización. Mucho es lo que la Villa de San Rafael necesita y mucho es lo que en ella hay que hacer: para conseguirlo todo, bastará un poco de buena voluntad y patriotismo de sus habitantes, ayudados con la protección del gobierno que es la que pedimos a nombre de todos. ¿Qué es lo que la Villa de San Rafael necesita? Necesita de todo aquello que es la base para un pueblo habitado por cristianos”.
Entonces, detallaron que se necesitaba, primero que nada “un edificio para Iglesia que no tiene”, “un edificio para escuela que tampoco tiene” y “necesita otro edificio para casa municipal y Subdelegación”. También se requería “organizar un cuerpo de Policía, bastante para atender a las necesidades de todo el Departamento, y que esos agentes no sean peones con sable, sino soldados acostumbrados a la disciplina y al cumplimiento de sus deberes”.
“Necesita de una plaza pública donde deben construirse los edificios enumerados. Necesita perfeccionar y suprimir los malos canales por donde la población se surte de agua, reglamentando la irrigación del municipio y dotarlo de un desagüe general que no tiene hasta ahora”, continuaba.
Y planteaba que una municipalidad “sin un centavo de renta, es un cuerpo sin sangre” y por eso confiaba en que esa institución “es susceptible de crearse recursos y que solo es necesario escudriñarlos para hacerlos efectivos”.
“Restamos repetir al Exmo. Gobierno nuestro pedido y si hemos detallado la riqueza de San Rafael y sus necesidades, es para que mañana cuando allí tengamos el ferrocarril, nadie se arrepienta de ir a invertir sus capitales en aquellos valiosos campos, minerales, etc, contribuyendo todos a que, lo que es hoy Villa, en tres años más será la ‘Ciudad del Diamante’, nombre que con justo título obtendrá”, completa la crónica de 1887.