La unicameralidad ha generado ruido dentro del oficialismo porque no hay convencimiento acerca de la reducción del gasto. El fin de la doble revisión de las leyes que permite el sistema con dos cámaras pondría en jaque –consideran los díscolos- la calidad institucional de Mendoza.
Las diferencias aparecen incluso dentro del frente oficialista Cambia Mendoza. Detrás de las declaraciones de una aliada como la demócrata Mercedes Llano, hay otras caras que prefieren no asomarse por el momento. El poco impacto del ahorro en el presupuesto y los inconvenientes técnico-legislativos que implica una Legislatura con una sola cámara retumban en el seno propio.
Bajo la discresión de las oficinas legislativas se comentan algunas impresiones, y no todas son buenas, pero por suerte el barbijo permite disimular.
A la sorpresa de varios legisladores por la presentación del martes, cuando ingresó formalmente la propuesta por la Mesa de Entradas del Senado, se suma ahora que el anuncio de la unicameralidad ya es un hecho concreto. Y allí, por lo bajo, la mayor parte de los argumentos que resisten la reforma giran en torno a la discusión presupuestaria.
“Es como si fuéramos los legisladores los responsables del déficit de la provincia”, soltó un radical que reconoció que se puede bajar el gasto con algunos contratos pero que la Legislatura provincial “no es cara”.
No son pocos los que consideran que el gasto de la Legislatura no llega al 1% del Presupuesto de la Administración Pública: “la Legislatura cuesta tres días del Presupuesto provincial” ejemplifica un legislador oficialista, mientras que el resto lo erogan los otros dos poderes: Ejecutivo y Judicial.
Por otro lado, los riesgos institucionales que se corren son grandes, principalmente por dos motivos: la doble revisión de los proyectos de ley (una por Diputados y una por Senadores) y porque el poder se concentraría en un grupo más reducido de personas, lo que hace más sencillo el lobby.
Uno de los ejemplos que se esgrimen es el de Córdoba, que adoptó un sistema unicameral que ha despertado críticas, sobre todo en lo que cuesta mantener la estructura. “Les sale casi lo mismo porque tienen varios asesores, revisan dos veces algunos temas y el resto, es como si fuera una escribanía”, suelta con enojo alguien que conoce bien de la técnica legislativa y tiene experiencia en el tema.
Según la Carta Magna cordobesa, en su artículo 106, especifica que “la declaración de reforma de esta Constitución, la ley de presupuesto, el código tributario, las leyes impositivas, y las que versen sobre empréstitos, se aprueban en doble lectura en la forma que lo establezca el Reglamento”; esa segunda revisión se debe hacer en los siguientes 15 días y, hasta se puede hacer una audiencia pública entre la primera y segunda sanción. Para el resto de las iniciativas, se hace con una sola votación.
Además, pone el acento en la concentración de poder, porque al reducirse la cantidad de representantes, el gancho para algunas leyes pasa por menos manos. Ese supuesto control de una sola cámara puede ser tentador para cualquier Poder Ejecutivo y enciende una alerta en algunos.
A esto se suma, que al reducir las elecciones de medio término, se pierde el contrapeso cada dos años con la renovación de banca y se oxigena menos que con el sistema actual.