Milei y el peligroso encanto de la demagogia

El diputado libertario y anticipado aspirante presidencial dice lo que muchos quieren escuchar por el hartazgo. Pero su plan llevaría al país a límites desconocidos, con la minimización del Estado y el individualismo como principio básico.

Milei y el peligroso encanto de la demagogia
Javier Milei, durante su acto en el Parque O'Higgins, el sábado pasado. José Gutiérrez / Los Andes

Una hora exacta. Y un puñado de adjetivos que se reiteran una y otra vez para describir el pasado y el presente. Casta. Chorros. Ladrones. Inútiles. Delincuentes. Esclavitud. Como contraste, lo nuevo, o sea él mismo, Javier Milei, con una oferta que mezcla un poco de todo. Desde libertad a la eliminación de los impuestos. Y un elogio para quienes lo apoyan: son leones, ya no corderos.

El economista y anticipado aspirante presidencial se muestra como el salvador que viene a poner fin a los problemas de la Argentina. Ante los inútiles, él ofrece un plan. Ante los que usan el peso para “robar a la gente”, él promete eliminarlo y remplazarlo por dólares.

“Vamos a reconstruir la Argentina. Vamos a salir de los escombros para volver a ser una potencia”, dice el diputado nacional libertario. Frase hecha si las hay, que sólo puede ser aplaudida por la desesperación de que alguna vez, por fin, se haga realidad. Desde 1983, todos los candidatos presidenciales pudieron usarla con motivos valederos y seguramente varios lo hicieron. Es cierto, ninguno cumplió.

Milei se enoja sobre el escenario que montó para su acto en Mendoza y en esos momentos su voz adquiere una tonalidad aguardentosa. Pura impostación. Es allí cuando acusa. La calma en la voz y en el vocabulario llegan cuando retoma su “clase” sobre dolarización.

Esos picos se reiteran una y otra vez durante la hora de discurso. Cada tres o cuatro minutos de teoría, reaparecen los mismos adjetivos peyorativos para que lo aplaudan.

“Nos queremos deshacer de esa basura del peso, que es la moneda de la casta y por ende no puede valer un excremento. Porque esa basura no sirve ni para abono”. Ese párrafo tal vez sea un buen resumen del contenido de su “clase”. Antes había hablado de “los malditos impuestos” y “las malditas retenciones”.

El Milei candidato no ofrece más que un puñado de palabras repetidas que busca la identificación de los enojados con el sistema y con un país que no da esperanzas después de tantas frustraciones. El Milei economista aporta algunos datos y una mirada superficial, con la que se puede coincidir o no, sobre la solución para la inflación.

El Milei político plantea el programa del que se enamoró el Milei economista, que se asume anarcocapitalista, una de las tantas categorías en las que se divide la ultraderecha mundial.

Su inspiración es la Escuela Austriaca y sobre todo Murray Rothbard, que elaboró un plan para EEUU que incluía reducir drásticamente los impuestos, desmantelar el Estado de bienestar, recuperar las calles y aplastar a los criminales, deshacerse de los vagos y abolir la Reserva Federal (nuestro Banco Central).

No es coincidencia que el programa del economista porteño sea prácticamente el mismo, pero para la Argentina. Aunque nunca se haya aplicado en EEUU ni en ningún otro país.

Milei quiere un “Estado gendarme”, según sus propias palabras, que se dedique sólo a seguridad y justicia. Ni educación ni salud públicas. Él prefiere el individualismo y que el mercado se ocupe de darle a cada quien lo que merece.

El diputado sabe que en la sociedad crece el hartazgo por el fracaso de la política y la sobredimensión del Estado y sus gastos. Como al fin de cuentas hace rato que él piensa lo mismo, decidió decirles lo que quieren escuchar. Cualquier parecido con Trump no es mera casualidad.

Es cierto, estamos llenos de políticos, dirigentes, candidatos que dicen lo que la platea quiere escuchar. Macri y la pobreza 0. Massa y el impuesto a las Ganancias. Fernández y la heladera llena. Pero a algunos se les nota más que a otros. Y el peligro de la demagogia de Milei es que explora terrenos con límites desconocidos.

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