La concreción de Portezuelo del Viento fue una de las apuestas importantes que recibió Rodolfo Suárez cuando asumió su gobierno. En setiembre de 2019, pocos días antes de las elecciones provinciales para elegir a su sucesor, Alfredo Cornejo había anunciado la licitación de la megaobra sabiendo que dejaba encaminada la tarea de concretarla. El Ejecutivo nacional (presidencia de Macri) había avalado el emprendimiento y, por lo tanto, se comenzaría a contar periódicamente con los recursos, producto de la demorada compensación acordada con la Nación por la promoción industrial a provincias vecinas.
Ya en medio de la crisis sanitaria por la pandemia, probablemente lo que no haya llegado a esperar Suárez fue la nueva embestida del gobierno peronista de La Pampa, que, alentado por el cambio de signo político en la Nación y en la influyente provincia de Buenos Aires, se encargó de mover nuevamente el expediente. Lo hizo interesando al gobierno nacional de sus argumentos para oponerse al proyecto en vías de concreción. Una constante pampeana: poner en tela de juicio no sólo Portezuelo del Viento, sino todo lo que tenga origen mendocino y se relacione con el recurso hídrico.
La Nación “compró” el planteo. Por eso hubo sorpresa en aquella oportunidad por la decisión del Ejecutivo, a través del Ministerio del Interior, de desarchivar el pedido pampeano de una revisión del impacto ambiental de la futura obra. Y tras ese paso, hubo una convocatoria a los gobernadores de las provincias que integran el Comité Interjurisdiccional del Rio Colorado (Coirco).
Además, en esos días el presidente Fernández hizo una visita oficial a La Pampa en la que públicamente respaldó la preocupación de las autoridades de esa provincia. Más desagrado en Mendoza.
En el justicialismo mendocino la situación había generado cierta incomodidad, porque antes de la pandemia Suárez había convocado a todos los legisladores nacionales por Mendoza para que se comprometieran públicamente con la realización de la obra. Estuvieron los 4 justicialistas, incluida la influyente Anabel Fernández Sagasti.
Por eso la jugada gestada por La Pampa y la Nación llenó de interrogantes tanto al oficialismo mendocino como a parte de la dirigencia del PJ local, que tampoco tenía mucha información de lo que estaba ocurriendo. Muchos se preguntaron en ese momento por dónde venía la estrategia del desarchivo del reclamo de la provincia vecina. ¿Era sólo para calmar a La Pampa? ¿Le “facturaban” a Suárez las críticas frecuentes de Cornejo al gobierno nacional? ¿Otro motivo para poner a la gestión de Macri bajo la lupa?
En ese contexto, el Gobernador encaró la defensa de Portezuelo del Viento en cuanta reunión mantuvo el año pasado la Provincia en el seno del Comité interjurisdiccional del Río Colorado (Coirco), hasta llegar al difícil encuentro de fines de junio en el que se vio obligado a recurrir al pedido del laudo presidencial ante la previsible embestida en contra de Mendoza.
Suárez sabía en ese momento que jugaba en absoluta minoría (Río Negro y Neuquén suelen variar sus respectivas posturas según las mayorías ocasionales), pero si no hubiese estado presente en la Casa Rosada, el voto mendocino a favor de la obra no hubiese existido y Portezuelo podría haber quedado a la deriva.
Ahora, en plena campaña hacia las legislativas de mitad de mandato y con la tranquilidad de saberse candidato a senador nacional suplente inamovible, el Gobernador decide jugar fuerte también con Portezuelo y pregonar a los cuatro vientos que quiere adjudicar la obra sin esperar lo que decida algún día el presidente de la Nación.
Se ampara en su ministro constitucionalista Víctor Ibáñez, que mucho tuvo que discutir con pampeanos y ocasionales asociados en las reuniones leguleyas del Coirco y en los planteos puertas adentro de Mendoza, como el que hizo ante la Fiscalía de Estado un grupo de destacados juristas. Fue desestimada, pero las dudas de distintos sectores se mantienen. Por eso la de Suárez es una decisión política fuerte.