La pandemia, las apariciones televisivas siempre sentado a la derecha del Presidente y el foco puesto en la Ciudad de Buenos Aires adelantaron un año y medio el metódico plan presidencial que se había trazado Horacio Rodríguez Larreta a fines de 2019.
Esto lo obliga ahora también a replantear algunos pasos para consolidarse, no dilapidar el capital que inesperadamente ganó y así evitar lo que le ocurrió a Alberto Fernández, que en las últimas semanas perdió todo lo que había ganado.
El discurso moderado, ese que busca escapar de la grieta, aunque le lluevan reproches desde las filas del mismo Pro, es el pilar que va a sostener la ambición de Rodríguez Larreta.
Esa decisión tiene que ver con una convicción personal: es su estilo, su marca. Pero también hay otras dos razones. La primera es una especulación para ganar: percibe el hartazgo de la gente con la división nacional y los que la fomentan. La segunda es una especulación por si gana: cerrar la grieta y hacer acuerdos será la única forma de gobernar después de 2023.
El jefe de Gobierno porteño no quiere ser el presidente del 51% versus el 49%, como lo fue Mauricio Macri, su jefe político durante años. “Si no podemos establecer un marco de coincidencias básicas, no hay destino”, define uno de los hombres que trabaja en el armado nacional de esa candidatura aún no declamada.
La instalación nacional era una meta que Rodríguez Larreta se había impuesto para después de las legislativas de 2021. Hasta ese momento, su objetivo iba a ser generar vínculos, tejer acuerdos silenciosos y hacer familiar su rostro en todo el país. Pero el huracán del coronavirus ya le dio ese nivel alto de conocimiento, aunque dispar.
Por eso su equipo ya empieza a mirar hacia las provincias, diseña una estrategia y establece prioridades. La semana pasada, una encuesta hecha por CB Consultora, que lo midió en todo el territorio nacional, ratificó que la franja más poblada (Ciudad y provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza) es propicia para su candidatura, así como sostuvo el intento reeleccionista de Macri.
La encuesta muestra que en todas ellas y en Jujuy, Misiones y Corrientes, además de la cuna K, Santa Cruz, su imagen positiva es más alta que la del Presidente. Pero también le va muy bien, y queda segundo por poco, en Salta y Entre Ríos. Si logra consolidarse en esos distritos y transformar en votos buena parte de esa consideración, estará muy cerca de su objetivo, creen los larretistas.
Obviamente, es clave lo que ocurra en la provincia de Buenos Aires. Macri perdió allí, sobre todo, su reelección. Hoy, Rodríguez Larreta tiene un punto y medio más de imagen positiva que Fernández. Por eso, la gran apuesta es ganar la legislativa del año próximo y están decididos a jugar su mejor carta: María Eugenia Vidal, que sube en las encuestas mes a mes.
Vidal es una apuesta, pero también un riesgo: si gana Buenos Aires podría ser una competidora interna en la carrera presidencial. Pero quienes los conocen descartan cualquier desacuerdo: esa sociedad tiene más de dos décadas y “es indestructible”.
El jefe de Gobierno porteño sabe que todos sus sueños son sólo utopías sin Juntos por el Cambio y sostenerlo es su prioridad, como la de todos los integrantes de la alianza. Sean radicales, del Pro o de la Coalición, estén con los “halcones” o las “palomas”. Unidos son competitivos, separados no tienen futuro. Por eso la construcción empieza por allí, tratando de contener a todos.
Su objetivo, cuentan, no es correr la coalición hacia al centro sino “ampliarla” hacia el centro, para no dejar de incluir a los “duros” Patricia Bullrich, Fernando Iglesias y el mendocino Omar De Marchi, entre otros.
¿Intentará Rodríguez Larreta ser el candidato del consenso? Todo indica que no. Hoy por hoy, preferiría enfrentar a un postulante radical para acceder. La experiencia de Macri en 2015, cuando compitió en las PASO con Ernesto Sanz y Elisa Carrió, es el principal argumento. Fue esa interna la que permitió el posterior crecimiento y el triunfo final en el balotaje.
Cornejo, que se posiciona desde el sector más crítico al Gobierno nacional, aparece como uno de sus potenciales rivales. También mencionan a Morales y alguno más que pueda sumarse de sorpresa. Con el mendocino dicen que el vínculo mejoró notablemente este año. La relación era más fría hasta el año pasado, cuando ambos compartían la mesa política de la coalición como gobernadores.
En el larretismo saben que en Mendoza no hay chances de liderar la alianza porque la UCR tiene el mayor peso electoral y las figuras más fuertes, pero sí aspiran a que el Pro crezca.
¿Y en el resto del país donde apenas tiene presencia? Dicen que la necesidad de Macri de asegurarse la gobernabilidad lo obligó a tejer acuerdos con gobernadores de otros partidos. El trueque era simple: ellos le aseguraban votos en el Congreso a cambio de fondos para sus provincias y de no molestarlos electoralmente.
Hoy, ya no tienen que quedar bien con nadie y por eso van a trabajar para ser alternativa en muchas provincias. Un ejemplo es Córdoba, donde la idea claramente es encabezar la alianza y ya no dejarla en manos de los radicales, que la chocaron en 2019.
Paso a paso, como decía Mostaza Merlo cuando sacó campeón a Racing después de 35 años, Rodríguez Larreta, un fanático de la Academia, promete contener a todos sus aliados y sumar otros, destronar al peronismo y cerrar la grieta... si esto aún es posible en este país. El desafío es grande y el camino muy largo.