En tiempos de un justificado asedio ciudadano a “la casta”, la sorpresa positiva: la impresentable playa de secuestros de vehículos de San Agustín no está más.
Cincuenta y dos años había cumplido ese monumento a la desidia, la burocracia, el maltrato del ambiente, la marginalidad y la inseguridad. Periódicamente se prometían soluciones, casi siempre luego de algún incidente. Hubo, por ejemplo, un anuncio para la erradicación de la playa ubicada en el oeste capitalino en 2022 que involucraba al exintendente de Las Heras Daniel Orozco. Aquella idea quedó postergada o se la llevó puesta la pelea política, la crisis económica o simplemente la impericia. Vaya uno a saber.
Las llamas del voraz último incendio en 2023, la destrucción de decenas de viviendas aledañas a San Agustín y la certeza de que no se podía seguir teniendo ese cementerio de chatarra en una zona de la Capital con potencial para el turismo (salvo que el plan fuera recrear la escenografía de alguna película apocalíptica de ciencia ficción, como Terminator o Mad Max) precipitaron la inesperada solución.
Gracias a que se quemó casi todo aquella vez, se pusieron de acuerdo en buscar una rápida salida el Gobierno provincial, la Capital y la Justicia. Apareció la oportunidad de abrir el juego a un privado y bingo. Aunque usted no lo crea, lo consiguieron.
El desenlace de esta historia deja la sensación un poco triste de que casi siempre tiene que haber un drama social para que el cuestionado Estado reaccione. Porque este mágico cambio ha ocurrido en la misma Mendoza en la cual para cruzar a la costa norte del perilago del dique Potrerillos hay que usar un puente construido en la época del tren Trasandino. La misma provincia que tiene hace cinco años dos puentes caídos en la ruta 40, en la vía que lleva a las bodegas que disfruta el turismo internacional.
Más contrastes. En los alrededores de la ahora cerrada playa de San Agustín abunda y crece la pobreza ¿Cómo se asimila esa realidad con la necesidad de aprovechar la naturaleza y generar un circuito turístico cercano?
Así y todo, la comunicación oficial acierta al destacar que en “menos de un año” se logró algo que parecía imposible. El nuevo gobierno se dedica un justificado elogio, aún a costa de que la celeridad de la solución actual deje en falta a gestiones anteriores del mismo partido que no la encontraron.
Para muchos problemas más no hay por ahora respuestas ni soluciones exprés. En las situaciones más complejas, como la pobreza estructural, directamente no puede haber respuesta inmediata. Pero este Estado reactivo está obligado a buscarlas si no quiere seguir sufriendo frente a la amenaza constante de la motosierra.
