Suárez vicepresidente: el plan que agita al radicalismo mendocino

El oficialismo local se proyecta a 2023 con ilusiones y expectativas. También con desafíos: evitar quiebres internos por las candidaturas. La posibilidad de que el gobernador comparta una fórmula presidencial con Horacio Rodríguez Larreta empieza a generar debates y no es el “plan A” de Alfredo Cornejo. Incluso hay quienes dicen que el jefe de gobierno porteño piensa en un tercero.

Suárez vicepresidente: el plan que agita al radicalismo mendocino
Horacio Rodriguez Larreta estuvo en Mendoza y caminó por la Plaza Independencia y la Peatonal Sarmiento junto a Rodolfo Suárez y Ulpiano Suárez. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

El predecible resultado de las elecciones generales en Mendoza achata la campaña hacia las legislativas e incita a algunos de sus protagonistas a dar un salto mental en el tiempo hasta 2023, la cita en la que se definirán cargos ejecutivos.

Para unos y otros, pensar para dentro de dos años, puede ser estimulante o angustioso ¿Tiene techo la expansión del radicalismo mendocino, que no arriesga casi nada el 14 de noviembre? Y del otro lado: ¿Logrará el peronismo local un resultado en las legislativas que le permita ilusionarse con disputar el poder en 2023?

Ante este contraste, sólo una de las dos fuerzas principales se proyecta con tranquilidad y expectativas. Aunque los desafíos que están por venir para el oficialismo provincial no son menores.

El 15 de noviembre, el radicalismo, que siempre vive en forma convulsionada sus internas, tendrá que empezar a recorrer sin ansiedades el camino de la sucesión de Rodolfo Suárez en la provincia. “Ese viaje está sobrevendido”, suelen decir en el entorno de una de sus figuras veteranas, quien ya se bajó de la pulseada por la gobernación, con dos años de antelación. Pero son muchos más los que se anotan.

La expectativa por 2023 late desde ahora en la UCR mendocina, no solo en la carrera por la gobernación, sino también entre quienes intentarán recalar en las comunas que dejarán vacantes los intendentes radicales que ya se reeligieron en 2019 y no tendrán otra chance.

El juego, o los juegos, están abiertos, más que nada, por la proyección nacional de Alfredo Cornejo, quien sigue sin mostrar interés en un operativo retorno a la gobernación. El casillero principal permanece vacío y todo, por ahora, se descomprime.

Cornejo, en cambio, sigue enfocado en la lucha por el poder a nivel nacional. Todavía hoy, no abandona la esperanza de ser candidato presidencial en 2023, aunque percibe con claridad que será muy difícil lograrlo. Pero sí se imagina como uno de los artífices principales de un futuro triunfo de Juntos por el Cambio y, en ese marco, si se da la victoria, sueña con un verdadero gobierno de coalición, que posicione a la UCR al frente del poder real.

Ninguna de las experiencias vividas debería repetirse para que el sueño no se trastoque. Ni la interna simulada de 2015, cuando el radicalismo presentó un candidato a presidente simbólico, Ernesto Sanz. Ni su consecuencia posterior en la gestión nacional, cuando el país fue gobernado por Mauricio Macri y casi no hubo participación de la UCR en las decisiones gubernamentales.

Su mejor candidato para la candidatura presidencial sigue siendo Facundo Manes, a pesar de la derrota que sufrió en las PASO a manos del PRO de Diego Santilli y Horacio Rodríguez Larreta ¿Está seguro Cornejo de que el neurocientífico que ha desembarcado en política llegará en condiciones de dar esa pelea? No. Pero la esperanza es lo último que se pierde y para las elecciones presidenciales falta bastante.

El protagonismo en paralelo de Larreta y Patricia Bullrich dentro del PRO alientan un precoz y optimista cálculo para los radicales: si los dos quieren ser candidatos presidenciales en 2023, un tercero radical podría pasar por el medio. Sin embargo, toda cuenta matemática depende de un factor esencial: la unidad de la propia UCR, condición básica para robustecer la “disruptiva” figura que propone Cornejo para la presidencia.

Quizás pensando en su propio candidato, el presidente radical decidió pararle el carro a Rodríguez Larreta este fin de semana. Cornejo avisó a través de Los Andes que los presidenciables de Juntos por el Cambio no tienen que apurar sus candidaturas y que los nombres se definirán recién en 2023. Lo dijo precisamente después de que el jefe de gobierno porteño se floreara en Mendoza junto a la mayoría de las figuras locales de la coalición y dejara más que nada a la vista su excelente vínculo con el gobernador Suárez.

Suárez figura en las especulaciones como un posible candidato a vicepresidente de Larreta y el mismo Larreta, entrevistado por este diario, consideró que sería “perfecto” que el radicalismo participara en la fórmula presidencial.

Es más. También resaltó que para las PASO de este año hubo enfrentamientos “cruzados” en JxC. Es decir, con dirigentes del radicalismo y el PRO mezclados en distintas listas ¿Imagina así su propia lista en 2023?

Si la sintió, Cornejo disimuló su incomodidad ante estas señales porteñas: no son tiempos para abrir alguna polémica hacia adentro de JxC. Incluso hay quienes dicen que el verdadero plan de Larreta es conseguir para 2023 un compañero de fórmula más osado que Suárez: Juan Schiaretti, el gobernador justicialista de Córdoba.

Eso sí, si fuera el objetivo de Larreta, la presunta receta de llevar a Suárez de vice no refleja para nada el “plan A” del ex gobernador, que mantiene la esperanza de que el radicalismo tenga candidato presidencial propio en 2023 y se enfrente al PRO, en lugar de mezclarse con él.

Pero lo que probablemente altera más a Cornejo es la posibilidad de que la instalación de Suárez en la vidriera nacional junto a Larreta alimente la hipótesis de que las dos principales figuras del radicalismo mendocino están separando sus caminos.

La sensación de que hay un conflicto latente entre Cornejo y Suárez ha atravesado la gestión del gobernador en funciones. Algunas cuestiones de la gestión del ex intendente capitalino no fueron del gusto de su antecesor, como la estatización de IMPSA, quien lo blanqueó en una entrevista de este diario. Tal vez Cornejo hubiese preferido una postura opositora más firme de Suárez en ciertos momentos de la pandemia. Pero estos asuntos no terminaron quebrando la relación.

Cornejo también piensa que hay áreas del Estado que deben salir de cierto letargo provocado por la pandemia, pero el ex gobernador evita responsabilizar a alguien en particular por el déficit y tampoco aconseja abiertamente que haya cambios de ministros después de las elecciones.

En este contexto de paz entre ambos, hay quienes descartan que la tentación por un cargo de vicepresidente para Suárez rompa un vínculo con Cornejo que hasta aquí ha sido exitoso políticamente. De hecho, la adormecida campaña para los comicios legislativos los muestra a ambos en una línea discursiva inalterable: la Nación perjudicó en el reparto de dinero a Mendoza. Tanto que hay que hacerle un juicio.

Rodolfo Suarez y Horacio Rodríguez Larreta presentaron el Distrito del Vino porteño en La Enoteca de Mendoza.
Rodolfo Suarez y Horacio Rodríguez Larreta presentaron el Distrito del Vino porteño en La Enoteca de Mendoza.

El carácter del gobernador tranquiliza a su antecesor. Cornejo visualiza a Suárez como un político conservador y orgánico, que nunca rompería estructuras partidarias en pos de una aventura personal.

Por el contrario, que Suárez pueda ser vicepresidente de Larreta aparece hoy en la cabeza de Cornejo como un buen “plan B” para el radicalismo, algo que podría forjarse recién cuando quede descartado el “plan A” (Manes o Cornejo presidente) y después de que haya acuerdo con el PRO en un programa para el futuro “gobierno de coalición” con la UCR.

O sea, todo diferente a lo que ha ocurrido en el pasado.

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