En una maratónica audiencia en Buenos Aires ante la comisión de Acusación del Consejo de la Magistratura de la Nación, el juez federal mendocino Walter Bento aseguró este miércoles que “nunca se probó” que hubiera recibido dinero a cambio de otorgar beneficios judiciales y afirmó que la investigación judicial en su contra es “nula” porque hubo manipulaciones y se violaron sus garantías.
También sostuvo que todos los bienes que posee y los gastos que hizo en el exterior en los últimos años se justifican en los ingresos legales que tienen su familia y él.
Fueron seis horas de exposición (entre las 9 y las 15) correspondiente a su derecho de defensa que se sumaron a las cuatro horas del viernes pasado: diez en total. Y podrían haber sido más si los consejeros no hubieran buscado limitarlas, con resultados relativos.
Ahora, la comisión de Acusación deberá abocarse a valorar los argumentos que dio en forma oral y los que dejó en forma escrita el juez, para resolver finalmente si avanza hacia la suspensión del magistrado.
En la audiencia de hoy, Bento fue en ocasiones dramático ante la comisión. Se quebró unas cuantas veces y hasta lloró al detallar situaciones familiares relacionadas con sus numerosos viajes al exterior.
Esa sucesión sorprendente de escapadas, muchas de ellas a Estados Unidos, forma parte del procesamiento judicial por enriquecimiento ilícito y del proceso de mal desempeño en su contra. Pero según explicó entre lágrimas el juez, han tenido que ver con los padecimientos de su hijo de 28 años y la búsqueda constante de un tratamiento “con células madre o una operación”.
“Cuando mi mujer escuchaba algo, se embarcaba en lo primero que encontraba. Muchos de los viajes fueron con esa finalidad”, afirmó. También se emocionó al sostener que “para mi hijo, su lugar en el mundo es Disney, por eso la mayor cantidad de los viajes los hicimos con ese destino y en algunas oportunidades viajaba mi mujer sola”.
En otro tramo explicó la polémica foto suya en una suntuosa limusina, en Las Vegas, rodeado de licores, postal que surgió de un celular viejo que le secuestraron en su casa del barrio Palmares. “Estaba esperando un taxi y me sedujo la posibilidad de sacarme una foto ¿Qué pecado cometí por sacarme una foto dentro de una limusina? Me atribuyen que fui a la ciudad del pecado y el juego, pero saben cuántos casinos hay en Mendoza, que no es la ciudad del pecado?”, interrogó.
En cualquier caso, Bento aseguró que sus viajes se originaron en fondos lícitos, así como en millas para volar y otros beneficios que conseguía en las agencias. “Siempre he sido un gran administrador y le saco jugo a las piedras, porque es mi forma de ser”, aseguró.
Buscó dejar en claro todo el tiempo, por ejemplo, que no posee ninguna tarjeta de crédito ni cuenta bancaria en el exterior. “Las tarjetas no son mías, eran de las agencias de viajes. Mis ingresos me permitían viajar”, aseguró. También contó que para pagar siempre usaba dinero en efectivo y que compraba boletos abiertos con ese modo de pago.
Sostuvo también que el saldo de los viajes respecto de sus ingresos como juez “es positivo, me sigue quedando dinero. No dicen los peritos que no puede acreditar incremento patrimonial injustificado”.
También expresó: “No tengo testaferro, no se me imputó eso”.
Relató en este punto que durante el allanamiento que le hicieron en su casa le secuestraron parte de su sueldo, más una suma en dólares y euros. “Tenía 3.600 euros en un neceser en mi habitación y ni me acordaba que los tenía, creía que eran 5 o 6″, expresó.
Aliaga y la causa judicial
En medio de una frondosa enumeración de argumentos, descartó haber tenido relación alguna con el ex despachante de aduana asesinado Diego Aliaga, presunto socio suyo a la hora de negociar coimas. Precisamente en la investigación de este crimen comenzó la causa Bento, ya que las pericias sobre la tarjeta SIM del teléfono de la víctima demostraron que había tenido 265 llamadas con el juez.
Pero el magistrado lo desmintió: “No tuve vínculos ni llamadas con Aliaga, lo conocí en el juzgado, lo imputé y lo indagué”, afirmó. También sostuvo que no tuvo “ni 265, ni una” comunicación con él.
En ningún momento ahorró detalles Bento. Contó, por ejemplo, lo siguiente: “Aliaga venía siempre a tribunales a demostrar sometimiento al proceso. Todos sabíamos quién era. Era empático, hacía chistes. Una vez se me acercó en el barrio. Quería congraciarse conmigo, me quiso compra una camioneta y se la presté para que la probara, pero la compró otro vecino. Esa es toda mi relación con Aliaga. No tuve llamados, no lo beneficié, lo condené y no quise que volviera a trabajar como despachante de aduanas”, relató.
Una buena parte del tiempo lo invirtió también en defender su accionar en la Justicia, y en desmentir y atacar a quienes llevan adelante la causa judicial: su par Eduardo Puigdéngolas y el fiscal Dante Vega. “En la causa se violaron todas las garantías de derecho. Es nula, por cuestiones políticas y personales querían la vacante de juez electoral. No tengo nada que ver con el cohecho si hubo”, afirmó. Se excusó también por no haber entregado su teléfono a la Justicia. ”Me pedían que entregara algo privado mío”, aseguró.
También sostuvo que los testigos arrepentidos que hablan de coimas son “mentirosos”. “Los detenidos son rehenes, están así para que declaren en mi contra. No hay límite ni riesgos”, aseveró.
“¿Dónde hay una prueba que indique que llegó dinero a mi poder? ¿Dónde hay una prueba de que llegó una coima? La pericia dice que no hay enriquecimiento ilícito apreciable”, insistió en otro tramo.
Escoltado por sus abogados Gustavo Gazalli y Mariano Cúneo Libarona, el ejercicio de defensa de Bento se convertía de a ratos en una especie de “entrevista” con los propios letrados. Libarona forzó a Bento, por momentos con cierto enojo, a dar respuestas que podían favorecerlo en el proceso.
Sostuvo en el medio que charló con sus abogados sobre su intención de concursar para ascender a camarista en medio del proceso por mal desempeño. A su juicio, era “una oportunidad para demostrar idoneidad” y para “demostrar su inocencia”, pero negó que su idea fuera “engañar” al Consejo de la Magistratura.
Cuando ya llevaba cuatro horas hablando, y luego de varias advertencias, sobrevino un conflicto serio con los consejeros. Pero el mediático abogado porteño de Bento amenazó a la comisión de Acusación con acudir a la Corte si se limitaba su derecho de defensa. Así consiguió que la audiencia se extendiera dos horas más de lo previsto.
Sin embargo, la duración y la tendencia de Bento a repetir cosas ya dichas hizo enfurecer a una de las consejeras sobre el final. “Esto es una falta de respeto al consejo”, expresó la diputada Graciela Camaño.
Bento se vio entonces empujado a decir sus últimas palabras. “No he cometido ningún delito ni mal desempeño, eso es todo. Esto es una infamia contra mi familia y contra mí”, cerró, apurado por el agotado auditorio, que llevaba horas escuchándolo en silencio.