La provincia norteña apostó a su Ruta del Torrontés riojano y se prepara para ostentarla al mundo dentro de algunos meses. Esta iniciativa turística en ciernes presume no sólo de su cepa emblemática, sino de la modernidad tecnológica de 19 bodegas distribuidas en diferentes zonas productivas.
Las casas vitícolas juegan un rol clave en el desarrollo de esta senda que pretende ser un recorrido trascendental para las economías regionales en su crecimiento agroindustrial y turístico. De esta manera el paseo por Rutas Nacionales y Provinciales, atravesará longitudinalmente los tres Valles riojanos. El posicionamiento de esta senda turística-productiva es un importante desafío que ya se vislumbra.
Aroma, color y prestigio
La excelencia de los vinos riojanos se da por la combinación de bondades climáticas, suelo y relieve. Pero además de las particularidades naturales y los factores geográficos, el éxito vitivinícola conlleva una acertada mutación genética, que ha dado lugar a variedades de uvas merecedoras de reconocimiento internacional. De esta manera, el Torrontés Riojano tiene una inconfundible tonalidad blanca dorada y un intenso aroma frutal.
Vale agregar que se destaca por sus características organolépticas únicas, consecuencia de su origen por cruzamiento genético de las variedades incorporadas durante el largo período colonial. La uva negra y moscatel de Alejandría, fueron antecesoras de esta cepa emblemática.
Precisamente, el circuito que estará en funcionamiento en 18 meses, alcanzará los departamentos de Chilecito (el mayor productor, con 6.091 hectáreas de vid), Felipe Varela, General Lamadrid, Vinchina, Famatina, San Blas, Castro Barros y Sanagasta.
Chilecito, corazón de la vitivinicultura provincial incluye a las Bodegas Valle de la Puerta SA; La Riojana Coop Ltda; Alfredo Nicolás Nader; Agropecuaria Riojana SRL; Anguinan SA; Tilimuqui SRL; Elías Hermano SA; Fernando Miguel Crede; Fincas Riojanas SA; Puesto del Márquez; José González; La Rioja Vitícola Sapem; Sant Pancras SA; Sudamérica Vinos SA. Tras atravesar Cuesta de Miranda, el fastuoso camino de curvas y cornisas que recorre la mítica Ruta 40, se encuentra Bodega Villa Unión en el Departamento Gral Felipe Varela. Por su parte y en Famatina, está Emprendimientos Argentinos SA, estratégicamente en la comunidad de Chañarmuyo, a los pies del Paimán. En Sanagasta, al norte de la capital riojana, se aposta Minniti SRL, y continuando por RN 75 -por caminos de La Costa- en el Departamento Castro Barros, San Huberto SA y Aminga SRL.
Un poco de historia
En la viticultura argentina el nombre "Torrontés" se comenzó a utilizar a mediados del siglo XIX. El registro más antiguo fue en la década de 1860, de acuerdo al estudio de Damián Hudson.
Los Jesuitas cultivaron esta cepa en la viña del Colegio de Nuestra Señora del Buen Viaje, y desde allí, se propagó por la región. La uva Torrontés es emblema del suelo riojano. Hace gala de su generosidad cuando se atraviesa del desierto a los valles y se sumerge en el camino del vino, con una especial invitación a los sentidos al degustarse en el mismo suelo donde nace.
Para los vitivinicultores, es justamente en el terruño donde se inicia la historia de un buen vino y, recorrer una finca junto al productor, es parte del encanto que tiene un viaje al corazón de los viñedos.
Turismo todo el año
Los promotores turísticos de la provincia indican qué atractivos de belleza paisajística de alto impacto dan el marco a la ruta del Torrontés.
De esta manera los circuitos cercanos a las bodegas que integran la senda pueden disfrutarse en cualquier época del año.
Entre los puntos destacados que se encuentran en este corredor productivo vale mencionar a la Cuesta de Miranda. Es un lugar maravilloso para conocer y fotografiar, con sus curvas pronunciadas y cornisas es parte de la mítica Ruta Nacional 40 que une Argentina de norte a sur.
Otro de los destacados son Chilecito y Villa Unión en los Valles del Bermejo y Famatina con La Costa Riojana.
Los visitantes que lleguen para encarar el paseo de enoturismo también podrán conocer titánicos macizos colorados del triásico en Talampaya y Cañón del Triásico en Banda Florida. Además, visitar el Cable Carril que transportaba 500 toneladas de minerales desde la mina La Mexicana. El Cristo de El Portezuelo, con su magnífica la vista hacia un valle, es otro destino a apuntar. Al igual que Famatina con sus blancas vestiduras que perduran casi todo el año o la gama de marrones oxidados e intensos de las laderas del Cañón del Ocre.
Finalmente, Laguna Brava, que multiplica la silueta invertida de cientos de flamencos rosados; patrimonio histórico, arqueológico y cultural, otro imperdible.