“Atiendo boludos”: la enfermedad que alejó al inspector de los colectivos y por qué insultó al periodista

Daniel Frasca se convirtió en “meme” mucho antes de que el concepto se popularizara. La mítica frase del inspector de colectivos quedó grabada en la memoria de los argentinos gracias a una controvertida entrevista con Crónica TV, hace más de 20 años.

“Atiendo boludos”: la enfermedad que alejó al inspector de los colectivos y por qué insultó al periodista
Daniel es descrito por sus allegados como "tímido" y "poco familiero". Es hincha de River y tiene 74 años. Foto: Diego Frasca

Corría el año 2002, el precio mínimo del boleto de colectivos había aumentado 75 centavos y, aún en un contexto económico complicado, la medida era un problema para muchos. En este marco, un periodista se acercó a un inspector de colectivos para conocer su opinión. Sin embargo, el hombre se mostró reacio a responder y, ante la insistencia del comunicador, dio lugar a una de las frases más apreciadas por los argentinos.

Daniel Frasca comenzó a trabajar como colectivero pero tras pasar un largo tiempo frente al volante, debió abandonar su preciado lugar a causa de una enfermedad cardíaca. Fue entonces que, sin alejarse demasiado del ambiente en el que había desarrollado gran parte de su vida, se convirtió en inspector.

Una mañana, cuando se encontraba en la parada de Plaza Constitución controlando el horario de los micros de la línea para la que trabajaba, un periodista de un reconocido canal televisivo se le acercó. En diálogo con TN, uno de sus dos hijos, Diego, contó cómo se originó la histórica entrevista.

El periodista le había ido a hablar antes para hacer la nota y él le dijo que no quería. Antes de que se prendiera la cámara le volvió a aclarar: ‘Mirá que no quiero darte una entrevista, no me preguntes nada’”, explicó. Sin embargo, el comunicador parece haber hecho caso omiso de las múltiples negativas que le dio Frasca. “Le dijo que le preguntara a un chofer o a los dueños de los colectivos, ¿pero él qué le iba a decir? El periodista le prendió la cámara igual y lo increpó”, agregó.

En ese contexto se dió el insólito diálogo. “75 centavos el mínimo, ¿le parece bien el aumento?”, comenzó el notero de Crónica tras un “Buen día”. Razonablemente molesto, Frasca se limitó a responder con un: “Me importa un carajo, tomatela te dije”. La conversación duró tan solo minutos, pues la icónica frase del inspector llegó rápidamente, luego de que el periodista le dijera que era un “maleducado”. “Está bien, y vos sos un boludo”, contraatacó Frasca.

“¿Así atiende a la gente por ser inspector de una línea de colectivos?”, " Yo no soy inspector de una línea de colectivos. Atiendo boludos. ¿No te das cuenta que atiendo boludos?”, ultimó el hombre que se convirtió en el ídolo de múltiples argentinos. No obstante, si la entrevista no hubiera acabado en ese momento podría haber tenido un final muy diferente.

“Si era por mi viejo se iba a las manos, porque realmente fue muy insistente. Lo persiguió por toda Plaza Constitución, fue muy molesto”, agregó Diego. En este sentido, su familia ha revelado en diferentes ocasiones que a Frasca no le simpatizan los periodistas y prefiere mantenerse alejado de las cámaras.

“No quiere dar entrevistas porque no le interesa. Está negado con el tema. Se hizo popular, pero es muy tímido. Y el tema quedó en el pasado. A veces me piden que grabe un saludito o algo y no quiere, le da vergüenza”, reveló el hombre. En la misma línea, pero en diálogo con Revista Colectibondi, su mujer Susana detalló: “Nos llaman todas las noches. No sabemos si hacer una denuncia o algo, no nos dejan en paz (...) No soporta a los periodistas, no volvió a dar notas ni las quiere dar. Sabemos que es famoso, pero no quiere saber nada”.

Daniel junto a su esposa, Susana, y sus dos hijos. Foto: Diego Frasca
Daniel junto a su esposa, Susana, y sus dos hijos. Foto: Diego Frasca

Daniel se mudó a Lanús desde Capital Federal en 1982 y en esa localidad permanece viviendo junto a su familia, reveló TN. El hombre ejerció como colectivero por muchos años, pero tras ser diagnosticado con una miocardiopatía a sus 40 años debió abandonar su trabajo. Diego explicó que este “problema coronario lo alejó del colectivo: él manejó toda la vida y vivía al volante. Era colectivero, pero después de la enfermedad no pudo volver a manejar y tuvo que reinventarse”.

Tímido y no tan familiero, como lo describen sus seres queridos, comenzó a trabajar como inspector en esa época, para luego ser remisero. Sin embargo, años más tarde sufrió una fuerte depresión “con problemas en su peso y ahora prácticamente no camina. No quiere”, continuó su hijo.

Pese a que su Diego contó que es muy común que Frasca sea reconocido en las calles y le griten cosas como “ídolo”, “héroe” o “grande”, él prefiere mantenerse de bajo perfil y no ser el centro de atención.

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