Argentina por adopción, distraída en el colegio y fanática del guiso de riñón con sesos, Catherine Fulop confesó que “había algo fuerte en mi destino que decía que Argentina sería mi segunda patria”. La actriz abrió su álbum de recuerdos y compartió una docena de fotos de su infancia, según Teleshow.
Su nombre completo es Catherine Amanda Fulop, nació el 11 de marzo de 1965, creció en Caracas, Venezuela. Fulop es la sexta de siete hermanos: “Vivía con mi papá y mi mamá, somos seis hermanos, yo soy la quinta. Siete en realidad, la mayor es solo hija de mi papá y nunca vivió con nosotros: Yasmin, Maribel, Jorge, Vicky, Caty y Jennifer”.
La esposa de Ova Sabatini creció en un barrio llamado El Dorado: “Era un lugar de casitas bien, vivíamos en una casa bastante bien, mi padre era trabajador, pero era un barrio de villas miserias, como decir La Cava”, contextualizó.
En su casa su mamá no permitía que se hablara mal de nadie, generosidad, responsabilidad, cultura de trabajo y esfuerzo, son algunos de los valores que Fulop aprendió en su casa y que intentó pasarle a sus hijas Oriana y Tiziana: “Creo que me salieron unas niñas buenas, no tengo que quejarme de ellas y ese es mi aporte a la sociedad y comunidad, ser una persona de bien”.
“En mi casa me enseñaron a cuidarnos, a ser generosos y comprensivos, porque éramos tantos hermanos que había que ser así. A perdonar, era una convivencia difícil con tantos hijos, donde no había muchos recursos y había que compartir todo, entonces quise que mis hijas valoraran lo que tenían, aunque no les faltaba nada y que aprendieran a ser responsables, respetar a la autoridad, levantarse temprano, ser voluntarioso y cosas que me inculcaron mis padres por su historia”, contó.
Su comida favorita por aquellos años era “rara” según la califica: “Mi mamá hacía un guiso de riñón con sesos que me encantaba porque quedaba el riñón muy crujiente y era con el seso que parecía huevo revuelto, con arroz. Me encantaba, siempre de más de grande cuando empecé a viajar y no estaba tanto en Venezuela, cuando llegaba mi mamá me lo preparaba”. A la hora de los dulces, sus golosinas preferidas eran Toronto (unos bombones de chocolate), el Cocoete y los chocolates Savoy, todos de su país.
La actriz, que espera editar su primer libro para septiembre, confesó que en la escuela no le iba muy bien: “Iba al María Inmaculada y me gradué en el Elena de Bueno. Me iba más o menos, no era de las mejores alumnas, era muy distraída, como que no me importaba nada”.
A la hora de los juegos, sus hermanas eran sus compañeras incondicionales y su lugar preferido era la platabanda (como en Venezuela se llama a las azoteas o techos): “Jugábamos a la Erre (algo así como La Mancha en Buenos Aires), a la Rueda Rueda, a las Barbies con Vicky, inventábamos muchas historias. No se salía mucho a la calle, mi hermano era el que siempre jugaba mucho en la calle, pero a nosotras no nos dejaban salir”.
La familia solía ir a la playa y los domingos era tradición ir al cementerio a visitar a sus abuelos y luego a misa. Los hermanos siempre estaban rodeados de sus primos: “No eran de sangre, pero les decíamos así, porque la mamá de ellos se crió en un orfanato con la mía”.
“A mi mamá la crió la Madre María de San José, una monjita que ayudaba a los pobres y que hoy es beata”, contó Catherine, que tuvo la oportunidad de conocerla: “Íbamos a visitarla porque mi mamá quedó siempre muy agradecida más allá de lo que sufrió, por el abandono. Es una historia triste pero con final feliz porque pudo armar una familia, el hecho de no tener recursos y salir adelante son los valores que nos dejaron”.
Desde muy pequeña pareciera que su destino estaba doblemente marcado. De algún modo estaba escrito que ella sería artista y que su futuro estaría en la Argentina.
“Creo que desde chica mi alma me habló de que iba a ser alguien que la gente me iba a mirar y que mi destino pasaría por ahí, estar expuesta, porque sentía que de muy chiquita que la gente me miraba, uno nace con un destino y tu alma te va guiando para que logres tus sueños y hay que prestarle atención a las señales que te va dando el alma”, dijo.
Respecto al país, contó que de niña miraba mucho cine argentino, claro que en ese momento ni sabía de dónde era: “Veía películas en blanco y negro y estaban Libertad Lamarque, Mirtha Legrand… veo las películas que pasan en la Tv Pública y me doy cuenta que eran esas, así que creo que mi alma me hablaba de este destino. Miraba mucho a Andrea del Boca, era mi ídola, veía Papá Corazón, junto con Las Trillizas de Oro que tuvieron mucho éxito en Venezuela, así que creo que algo me atraía este país y cuando las actrices como Grecia Colmenares y Jeannette Rodríguez empezaron a venir acá porque se veían sus novelas, pensaba ‘ojalá me pase lo mismo que a ellas, que me llamen’. Finalmente (Raúl) Lecouna me llamó a trabajar en dos telenovelas, Déjate querer y Cara bonita y así empezó mi vida acá, porque además me enamoré, si no me hubiera enamorado de un argentino capaz me hubiera ido. Pero había algo fuerte en mi destino que hacía que esta fuera mi segunda patria”.
Actualmente, Fulop está preparando su libro, que se encuentra en la etapa de corrección, allí repasará varias de las anécdotas que compartió con Teleshow, hablará de su vida, de su crecimiento espiritual y de cómo llegó a los 54 con una familia y carrera formada.