La casa de Gran Hermano empieza a sacar lo más profundo de cada participante y se caen las caretas de “personajes”. Esta semana fue el turno de Daniela Celis, que en una ronda de amigas en la cocina, abrió su corazón y en medio de un llanto desconsolado, contó detalles íntimos de su vida.
Rodeada de Romina, Julieta, María Laura y la Tora, contó cómo fue cuando sus padres se separaron y su papá formó otra familia.
“Si lo veía era una vez al mes, cinco minutos cuando él le llevaba la plata a mi mamá, nunca nos faltó el plato de comida gracias a mi viejo, pero me faltó ese compartir, un juego, una plaza”, dijo la participante entre sollozos.
Además, Daniela contó las dificultades que tuvo que enfrentar junto a su mamá para mejorar su vida. “Cuando mis viejos se separan, mi mamá pudo comprar un terreno y todos los fines de semana yo iba con mi mamá y hacíamos la casilla, hacíamos el techo, las paredes, todo, un calor, pleno verano.”
La joven reconoció que ese estilo de vida le daba vergüenza y que no quería que nadie fuera a su casa. “Yo no quería que vayan mis amigas a mi casa porque me daba vergüenza, me hacía mal hacer pis en un balde”, reconoció conmovida.
“Y de a poco fuimos avanzando, haciendo las cosas, no teníamos ayuda de nadie ni de nada. Mi mamá ha dejado de comer con el famoso ‘no tengo hambre’ y hoy lo entiendo”, reconoció Daniela.
Las chicas de la casa de Gran Hermano, en ese momento, olvidaron sus diferencias y se fundieron en un tierno y contenedor abrazo para la participante.
EL PASADO DIFÍCIL DE DANIELA
Al momento de entrar a la casa, la participante oriunda de La Reja, provincia de Buenos Aires, confesó que tuvo una infancia difícil.
“Mi infancia siempre fue muy dura, porque me hacían bullying en el colegio, no me invitaban a los cumpleaños... Me hacían sentir súper fea. Yo quería ser linda para ser aceptada y realmente operarme las lolas me cambió la vida”, afirmó.