Este viernes se celebra una especial fiesta litúrgica: la Iglesia católica celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Esta fiesta se celebra en el mes junio, tradicionalmente dedicado al Sagrado Corazón, la “máxima expresión humana del amor divino” según el Papa Francisco. El Pontífice, reflexionando sobre esta conmemoración, invitó a los fieles a repetir con insistencia: “Jesús, manso y humilde de corazón, transforma nuestro nuestro corazón y enséñanos a amar a Dios y al prójimo con generosidad”.
El Sumo Pontífice aseguró que se debe mirar “con confianza al Sagrado Corazón”. Con frecuencia, Francisco ha llamado a “abandonarnos en el Señor”, pidiéndole -como dijo en una Audiencia General- que haga “nuestros corazones semejantes al suyo”.
Tal como el Papa explicó en la homilía en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús en 2014, “el sentido de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, es que descubramos cada vez más y nos envuelva la fidelidad humilde y la mansedumbre del amor de Cristo, revelación de la misericordia del Padre.
El Evangelio, que relata la vida y las palabras de Jesucristo, ocupa un lugar central en la celebración de la misa. La liturgia de la Palabra permite adentrarse en los mensajes y enseñanzas que la Palabra de Dios nos transmite.
Compartimos los textos del viernes 7 de junio de 2024 de acuerdo al sitio web del Vaticano.
Lectura de la profecía de Oseas
Os 11, 1. 3-4. 8-9
“Cuando Israel era niño, yo lo amé,
y de Egipto llamé a mi hijo, dice el Señor.
Yo fui quien enseñó a andar a Efraín; yo, quien lo llevaba en brazos; pero no comprendieron que yo cuidaba de ellos. Yo los atraía hacia mí con los lazos del cariño, con las cadenas del amor. Yo fui para ellos como un padre que estrecha a su creatura y se inclina hacia ella para darle de comer.
Mi corazón se conmueve dentro de mí y se inflama toda mi compasión. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, pues yo soy Dios y no hombre,
santo en medio de ti y no enemigo a la puerta”.
Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Efesios
Ef 3, 8-12. 14-19
Hermanos: A mí, el más insignificante de todos los fieles, se me ha dado la gracia de anunciar a los paganos la incalculable riqueza que hay en Cristo, y dar a conocer a todos cómo va cumpliéndose este designio de salvación, oculto desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
Él lo dispuso así, para que la multiforme sabiduría de Dios, sea dada a conocer ahora, por medio de la Iglesia, a los espíritus celestiales, según el designio eterno realizado en Cristo Jesús, nuestro Señor, por quien podemos acercarnos libre y confiadamente a Dios, por medio de la fe en Cristo.
Me arrodillo ante el Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, para que, conforme a los tesoros de su bondad, les conceda que su Espíritu los fortalezca interiormente y que Cristo habite por la fe en sus corazones.
Así, arraigados y cimentados en el amor, podrán comprender con todo el pueblo de Dios, la anchura y la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo, y experimentar ese amor que sobrepasa todo conocimiento humano, para que así queden ustedes colmados con la plenitud misma de Dios.
Lectura del santo Evangelio según San Juan
Jn 19, 31-37
Como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, los judíos pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz.
Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua.
El que vio da testimonio de esto y su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dice la Escritura: No le quebrarán ningún hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.
Es Palabra de Dios.