Ubicada en el sur de la provincia de Río Negro, la Meseta de Somuncurá es uno de los tesoros más fascinantes de la Patagonia argentina.
Con una superficie de 25.000 kilómetros cuadrados y una altitud que alcanza los 1.600 metros sobre el nivel del mar, este extenso altiplano es conocido por su imponente belleza natural y su inigualable riqueza geológica y arqueológica.
Formada hace millones de años por la actividad volcánica, la meseta es un verdadero santuario de biodiversidad y un testimonio viviente de las culturas que habitaron la región.
Esta área natural protegida se extiende también hacia la provincia de Chubut, siendo un destino poco conocido, pero de gran valor turístico y científico.
El origen volcánico de la Meseta de Somuncurá
El paisaje de la meseta es el resultado de antiguos flujos de lava basáltica que cubrieron gran parte de su superficie. Estas formaciones volcánicas dejaron tras de sí un terreno irregular, marcado por picos aislados, cerros testigos y mesetas escalonadas que ofrecen una vista imponente del entorno.
La actividad volcánica que dio origen a la Meseta de Somuncurá ha sido responsable de las capas de roca basáltica que predominan en la región.
Un ecosistema único en la Patagonia
A pesar de su apariencia árida, la meseta alberga una sorprendente biodiversidad. En el subsuelo se encuentran grandes reservorios de agua que emergen a la superficie en forma de manantiales y pequeños arroyos.
Uno de los habitantes más fascinantes de la meseta es el cíclido somuncura (Percichthys trucha), un pez endémico que habita las aguas de la región.
Entre los mamíferos más comunes se encuentran guanacos, zorros y pequeños roedores, mientras que en el cielo se puede observar el majestuoso vuelo del cóndor andino.
La vegetación, aunque escasa y dispersa, está compuesta por arbustos adaptados a la falta de agua y a los fuertes vientos que azotan la meseta.
Riqueza arqueológica y cultural
Además de su riqueza geológica, la Meseta de Somuncurá es un área de gran valor arqueológico. Los primeros habitantes de la región, que se asentaron hace más de 10.000 años, dejaron un legado imborrable en forma de pinturas rupestres, sitios funerarios y herramientas de piedra.
Uno de los hallazgos más emblemáticos de la meseta son las “piedras tacitas”, rocas con cavidades cóncavas que, según los arqueólogos, fueron utilizadas por los pueblos originarios para moler semillas o realizar rituales.
Estos objetos, junto con puntas de flecha y raspadores, brindan una valiosa información sobre las técnicas de caza y las actividades cotidianas de estas antiguas culturas.
El aislamiento geográfico de la meseta ha permitido que muchas de estas reliquias se conserven en buen estado, proporcionando una ventana única para los investigadores que estudian las primeras civilizaciones de la Patagonia.
Un destino para los amantes de la naturaleza
Acceder a la Meseta de Somuncurá es una experiencia inigualable para quienes buscan conectarse con la naturaleza en su estado más puro. Se puede visitar desde diversas localidades cercanas, como Valcheta, Ministro Ramos Mexía, Los Menucos, Maquinchao y El Caín.
La mejor época para recorrer la meseta es entre octubre y abril, cuando el clima es más favorable. Sin embargo, su belleza puede apreciarse durante todo el año, convirtiéndose en un destino ideal para quienes desean descubrir uno de los lugares más impresionantes y menos explorados de la Patagonia argentina.