“No tengáis miedo”, señala en el Evangelio de hoy. “Todo podría cambiar si dejamos de ver las expresiones de Dios como algo inconcebible y comenzamos a verlas como lo que son: expresiones de amor”, reflexionó el Papa Francisco en la Homilía del Encuentro “Libres del Miedo”, viernes 15 de febrero de 2019.
“En el Evangelio de Mateo, los discípulos se turban y gritan de miedo al ver al Maestro que camina sobre las aguas pensando que es un fantasma. Desde la barca zarandeada por el fuerte viento, no logran reconocer a Jesús; pero Él les tranquiliza: «¡Ánimo, que soy yo, no temáis!». Pedro, con una mezcla de desconfianza y entusiasmo, pide a Jesús una prueba: «Mándame ir a ti sobre las aguas». Jesús lo llama. Pedro da unos pasos, pero luego la violencia del viento lo asusta y comienza a hundirse. Mientras lo agarra para salvarlo, el Maestro le reprocha: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».
A través de estos episodios bíblicos, el Señor hoy nos habla a nosotros y nos pide que dejemos que nos libre de nuestros miedos. “Libres del miedo” es precisamente el tema elegido para este encuentro vuestro. “Libres del miedo”. El miedo es el origen de la esclavitud: los israelitas prefieren volverse esclavos por miedo. Es también el origen de toda dictadura, porque sobre el miedo del pueblo crece la violencia de los dictadores.
Estamos llamados a superar el miedo para abrirnos al encuentro. Y para hacerlo, no bastan las justificaciones racionales y los cálculos estadísticos. Moisés dice al pueblo frente al Mar Rojo, con un enemigo aguerrido a sus espaldas: «No temáis», porque el Señor no abandona a su pueblo, sino que actúa misteriosamente en la historia para realizar su plan de salvación. Moisés habla así simplemente porque se fía de Dios.
El encuentro con el otro es también un encuentro con Cristo. Nos lo dijo Él mismo. Es Él quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos. Y si todavía tuviéramos alguna duda, esta es su clara palabra: «En verdad os digo, que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis».
“¡El Señor no nos abandona! Aunque seamos hombres y mujeres de poca fe, Cristo continúa tendiendo su mano para salvarnos y permitir que nos encontremos con él, un encuentro que nos salva y nos devuelve la alegría de ser sus discípulos”, concluyó el Papa Francisco en la Homilía del Encuentro “Libres del Miedo”, viernes 15 de febrero de 2019.
La Palabra de Dios ofrece mensajes profundos, enseñanzas valiosas y una oportunidad para la reflexión. El Evangelio ocupa un lugar central en la misa y permite que Cristo continúe su obra de salvación.
“Cuando rezamos, Dios abre nuestros ojos, renueva y cambia nuestro corazón, cura nuestras heridas”. Aquí compartimos los textos del miércoles 8 de enero de 2025.
Lectura de la primera carta del San Juan
1 Juan 4, 11-18
Queridos hijos: Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor en nosotros es perfecto.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado su Espíritu. Nosotros hemos visto, y de ello damos testimonio, que el Padre envió a su Hijo como Salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. En esto llega a la perfección el amor que Dios nos tiene: en que esperamos con tranquilidad el día del juicio, porque nosotros vivimos en este mundo en la misma forma que Jesucristo vivió.
En el amor no hay temor. Al contrario, el amor perfecto excluye el temor, porque el que teme, mira al castigo, y el que teme no ha alcanzado la perfección del amor.
Lectura del Evangelio según San Marcos
Marcos 6, 45-52
En aquel tiempo, después de la multiplicación de los panes, Jesús premió a sus discípulos a que subieran a la barca y se dirigieran a Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirlos, se retiró al monte a orar.
Entrada la noche, la barca estaba en medio del lago y Jesús, solo, en tierra. Viendo los trabajos con que avanzaban, pues el viento les era contrario, se dirigió a ellos caminando sobre el agua, poco antes del amanecer, y parecía que iba a pasar de largo.
Al verlo andar sobre el agua, ellos creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo: “¡Ánimo! Soy yo; no teman”. Subió a la barca con ellos y se calmó el viento. Todos estaban llenos de espanto y es que no habían entendido el episodio de los panes, pues tenían la mente embotada.
Es Palabra de Dios. Gloria a ti, Señor Jesús.