Gran Hermano transita su segunda semana y los 17 participantes que siguen en carrera, se encuentran divididos en dos grupos: “los monitos” (que cuentan con 3 integrantes) y el resto de la casa, que con mayor o menor afinidad tienen el mismo enemigo en común.
En este contexto, el protagonista de la jornada fue sin duda Maxi, el cordobés, quien ganó el desafío del “líder” y además de tener el beneficio de la inmunidad en las nominaciones, también tuvo la posibilidad de salvar a uno de los cuatro nominados.
En las últimas horas, el concursante tuvo que elegir entre cuatro compañeros para rescatar a solo uno. Estos nominados eran: Juan, Nacho, Martina y Walter.
Finalmente fue este último el rescatado, en una decisión que no causó demasiadas sorpresas, debido a que del otro lado se encontraban los personajes más conflictivos de la casa, pero sin dudas se esperaba un cambio de último momento que levantara chispas y encendiera nuevamente el juego..
“Le voy a dar una semana más a Alfa y mi motivo es estratégico y por afinidad”, sentenció el cordobés, quien se encuentra en pareja con Juliana y ambos viven fogosos momentos.
De esta manera, la tabla de nominados quedó conformada por Juan, Nacho y Martina, el grupo denominado “Los Monitos”, quienes quedaron descolocados y más aislados que nunca tras la salida de Tomás Holder del certamen.
Las súplicas de Alfa en Gran Hermano
Walter Santiago, conocido como “Alfa”, empezó su participación en Gran Hermano con el pie izquierdo, pero de a poco se ganó el cariño de algunos de sus compañeros y en redes sociales cuenta con un enorme apoyo por parte de los televidentes.
Sin embargo, el participante de 61 años volvió a quedar nominado y fue un golpe fuerte para él. Tras enterarse de que estuvo en placa, se recluyó en el patio de la casa y, a solas con las cámaras, manifestó su deseo de seguir en el programa hasta el final.
“Extraño las mesas de pepino. Extraño mi auto, extraño andar en moto. Extraño la libertad, poder estar dando vueltas de un lado para el otro”, expresó el participante en soledad.
“Ya sabía que iba a extrañar. De a poco me voy acostumbrando a no tener el celular encima. A no tener llamados ni mensajes. No estar pendiente del horario está bueno, y poder calcular el horario con el sol”, sentenció entre lágrimas.