Un joven venezolano, que trabaja como chofer de una aplicación de viajes, vivió una insólita situación en una esquina de Boulogne Sur Mer, una localidad de Buenos Aires también conocida como “Boulogne”.
A través de un video publicado en sus redes sociales, @greguiventura compartió una desopilante anécdota que no fue más que un reflejo del mejor costado de los argentinos.
“Tenía hambre, ¡pero mucha hambre! Entonces estaba buscando un sitio donde comer allá por Boulogne, y veo una parrillada: estaban haciendo unos choripanes, un asado, entonces dije ‘mira, voy a parar’”, explicó.
El estacionó el auto, se acercó al parrillero y pidió un choripán. Mientras comía y revisaba su teléfono, una mujer se le acercó y comenzó a conversar con él. “Qué raro esta señora tan amigable”, pensó en aquel momento el joven.
La conversación siguió hasta que la mujer le consultó sobre su relación con un tal Jairo y fue esta pregunta la que descolocó al chofer de Uber. “Y yo: ‘no, señora, no todos los venezolanos nos conocemos’ y me dice: ‘No. Jairo, el pibe que está sentado acá con nosotros’”, contó.
La situación se volvió cada vez más confusa hasta que una persona se acercó y le preguntó quién lo había invitado. Ocurre que Gregui se había colado en una reunión familiar por el Día del Padre pensando que se trataba de una parrilla.
“¿Ustedes no están vendiendo choripan?”, preguntó el joven venezolano y todos comenzaron a reír. “Marico, me morí de la pena, yo estaba ahí con medio choripán en la mano”, relató avergonzado.
Gregui se disculpó por su confusión y quiso pagar el choripan que se había comido pero la familia se negó a recibir el dinero. “Argentina, un país lleno de gente linda”, cerró.