De la edición 2015 Gran Hermano salieron muchas figuras como Marian Farjat; Brian Lanzelotta, que se lanzó como cantante; y la modelo Romina Malaspina. Sin embargo, una de las mujeres de más peso fue Belén Etchart, que cautivó a todos con su personalidad y belleza.
La morocha, que llegó a la final que ganó Francisco Delgado, se postuló como una gran jugadora. Salió tercera tras 155 días de aislamiento en la casa más famosa de la televisión argentina.
Cabe aclarar la cantidad de días que estuvo dentro Belén porque fue la única de los finalistas en estar todo el tiempo, ya que el resto de los participantes finalistas (Delgado, Matías Schrank y Mariano Berón) salieron y reingresaron.
Con un estilo muy marcado, algo tímida pero siempre auténtica, Belén tenía 22 años y muchos sueños por cumplir cuando entró al reality. Venía con una carrera en ascenso como modelo y entendió que esa exposición televisiva le daría el espaldarazo necesario para terminar de reinsertarse en el mundo artístico. Fue azafata de Guido Kaczka e hizo teatro en Mar del Plata y Carlos Paz con Fede Bal, Laurita Fernández y Osvaldo Laport, entre otros.
Tiempo atrás, Belén contó sobre su paso en Gran Hermano. “Al principio lo viví con mucho nervios por esto que decís: fui la primera, la que inauguré la casa. Pero enseguida me fui relajando y me divertí mucho. Las sensaciones, hoy, a la distancia, son positivas. Y no me arrepiento de nada”.
Tras su paso por GH, se inclinó por la literatura y la religión. Sobre lo primero, Belén Etchart mencionó: “Siempre escribo, desde muy chiquita. Soy muy analítica y me encanta meditar, reflexionar. Cuando estoy inspirada leyendo, tengo claridad en mi interpretación, y escribo conclusiones hermosas que después se las comento a la gente que me rodea en momentos oportunos. Es bello y lo recomiendo”.
En cuanto a su vida religiosa, amplió que es una herencia familar: “Me crié en una familia cristiana, con sus aciertos y desaciertos. Pero creo que la relación personal con Dios es día a día y va en crecimiento. Es inmenso el poder de Dios y el crecimiento que uno tiene dejándose guiar por Él, por lo que representa. No me limitaría a decir que ya lo conozco. Lo experimento todos los días, cada mañana y momento a momento. Particularmente es una manera de vivir, de confiar, que hace bien a la cabeza y al alma”.
Actualmente tiene una vida laboral activa y a diario busca mejorarse: “Estoy estudiando y dedicándome a intentar crecer en el interior del país. Muy agradecida y feliz. Sigo con el Diseño de Indumentaria y me estoy expandiendo en eso. Si Dios quiere, el año que viene abro otro negocio en el sur. La marca viene muy bien y creciendo, eso me pone muy contenta”, comentó Belén.