A 40 años del asesinato de John Lennon, músico indispensable para la historia y exintegrante de The Beatles, vuelve a asomar la convulsionada historia de Mark David Chapman, quien a sus 65 años cumple la prisión perpetua el Wende Correctional Facility en Alden (estado de Nueva York).
Pese a ser fanático de la banda de rock integrada por Lennon, Paul McCarteny, Ringo Starr y George Harrison, Chapman siempre quiso pasar a la historia por el crimen del intérprete de “Imagine”.
Aquel 8 de diciembre de 1980, el músico estaba en EE.UU. con su recién lanzado disco “Double Fantasy”, donde participaba su esposa Yoko Ono. Con esa excusa se acercó Chapman a Nueva York, más precisamente a la puerta del Dakota, donde estaba alojado Lennon. Hizo vigilia durante horas.
El lanzamiento del disco obligaba a Lennon a disponer de una agenda cargadísima en cuanto a la atención a los medios.
Fue a las 22.50 cuando Lennon se había bajado de su limusina frente al edificio Dakota, donde vivía junto a Yoko Ono y su pequeño hijo Sean, y fue interceptado por ese fan al que había visto pocas horas antes ese día y al que le había firmado la copia de “Double Fantasy”.
“¡Mister Lennon!”, le gritó, y una vez capturada la atención, apuntó su pistola calibre 38 y le asestó cuatro balazos, que impactaron en su hombro, tórax, pulmón y arteria subclavia izquierda. Solo le erró un tiro. Una era de la música había acabado, mientras un asesino se convertía en una figura afamada por su enfermiza obsesión.
Chapman nunca intentó huir: disfrutaba cada segundo de su ídolo arrastrándose hasta morir, mientras la viuda lloraba y los fotógrafos se acercaban al Dakota. Mientras, el hombre leía un pasaje de su libro preferido, con el que canalizó su ansia asesina.
La vida complicada de Chapman
Fanático de los Beatles desde muy joven, cristiano practicante y con un fuerte instinto de culpa, Chapman destruyó sus discos el día que Lennon proclamó en una entrevista con el London Evening Standard que los cuatro de Liverpool eran “más populares que Jesucristo”. Probablemente desde ese día lo odió y se organizó durante meses para el magnicidio.
La infancia de Chapman parece representar un cliché del joven que atravesaría con serias dificultades su juventud y la entrada en la vida adulta. Un padre que golpeaba a su madre delante de él, incapaz de dar muestras de afecto y con la violencia como método de diálogo.
Si algo más se le podía sumar a su peculiar historia, Chapman aseguró que entre sus 7 y sus 8 años le aparecieron las primeras visiones de unos hombrecitos pequeños que se le aparecían en las paredes de los lugares a los que asistía. Y en su adolescencia, se metió en el consumo de cocaína y LSD, además de generar constantes conflictos y peleas con sus compañeros.
Ya de joven, Chapman abrazó totalmente su personalidad con el libro “El Guardián entre el Centeno”, de J. D. Salinger, aquel que leía con atención tras matar a Lennon. Se narraba la historia de Holden Caulfield, un joven solitario que no puede terminar de conectar con la gente que lo rodea debido a su personalidad y que, en consecuencia, refleja una actitud extrema: insulta, fuma, bebe, odia el sistema y descree de las convenciones sociales.
Hasta la fecha del crimen, Chapman había adquirido una obsesión con ese personaje literario, con el que se sentía identificado. A tal punto llegó ese fanatismo que, seis meses antes de viajar a Nueva York para matar a Lennon, llegó a enviar un petitorio a la gobernación de Honolulu -Chapman vivió de pequeño en Hawái- para cambiar su nombre y empezar a llamarse Holden Caulfield.
En el archipiélago, Chapman también quiso rehacer su vida. O al menos intentarlo. Se puso en pareja con una japonesa llamada Gloria Hiroko. La relación duró poco: él ejercía violencia de género.
Mark David Chapman hoy
Sin arrepentirse del crimen que lo hizo famoso, Chapman ha sido elegible para la libertad condicional desde el año 2000, pero todos sus 11 intentos han sido rechazados por la corte, ya que se cree que podría representar un peligro para Yoko Ono y su familia, o incluso que un fanático de The Beatles podría intentar buscar “justicia por sus propias manos”.
El asesino recién podrá pedir su liberación nuevamente en agosto de 2022.