Jade Marie Clark, una joven de Escocia, jamás imaginó que un tic en el ojo, al que atribuyó al estrés, sería la señal de un diagnóstico devastador.
En 2020, experimentó un fuerte dolor de oído que desestimó. Sin embargo, tres años después, ya embarazada de su segundo hijo, los síntomas se intensificaron, con dolores de cabeza y entumecimiento en los labios.
Durante el tercer mes de su embarazo, una serie de estudios reveló un tumor cerebral denominado neuroma acústico, una condición extremadamente rara, que afecta a una de cada 100.000 personas.
Jade relató al medio The Sun: “Cuando dijeron que era un tumor, pensé que iba a morir. Era el segundo caso que diagnosticaban en 20 años”.
La parálisis facial que marcó un antes y un después
Tras el nacimiento de su hijo, Jade fue sometida a una cirugía para remover el tumor. Aunque el procedimiento fue exitoso, las secuelas fueron devastadoras: una parálisis facial que le impide cerrar su ojo derecho y sonreír. Además, la falta de producción de lágrimas le genera constantes molestias y dolor en el ojo afectado.
“Pensé que mi cara comenzaría a moverse sola, pero no pasó. Me sentí muy triste, tenía miedo de que la gente se riera de mí y no quería salir de casa”, confesó Jade, quien enfrentó un profundo bajón anímico.
A pesar de las dificultades, Jade se prepara para someterse a un procedimiento de injertos de nervios que podría devolverle la capacidad de sonreír. Este avance médico ofrece una nueva oportunidad en su vida.
Hoy, Jade busca visibilizar su experiencia y transmitir un mensaje de fortaleza. Su historia no solo resalta la importancia de prestar atención a los síntomas del cuerpo, sino también la capacidad de resiliencia frente a las adversidades.