En un giro radical de los estándares de belleza, la piel luminosa y radiante se ha convertido en el objetivo principal, dejando atrás la búsqueda de la opacidad mate. La era del efecto glow ha llegado para quedarse, con la tendencia de la “glass skin” liderando el panorama de la belleza actual.
La “glass skin” es una tendencia originada en Corea que busca una piel nutrida, jugosa y luminosa, con un acabado traslúcido que recuerda a un cristal o espejo. Este efecto húmedo y radiante se logra mediante una combinación de cuidado facial y, en algunos casos, maquillaje sutil.
El proceso para alcanzar la “glass skin” se inicia con la doble limpieza, un pilar de la rutina de belleza coreana que implica utilizar primero un limpiador en base de aceite seguido de uno acuoso para dejar la piel limpia y fresca. Posteriormente, se aplica un tónico para restaurar el pH de la piel y prepararla para los siguientes pasos.
El contorno de ojos y un sérum luminoso o hidratante son pasos esenciales para hidratar y nutrir la piel en profundidad. Una crema hidratante ligera se encarga de mantener la piel nutrida, mientras que el uso de un aceite facial potencia el resultado, dejando la piel aún más radiante.
Así finaliza la rutina de Glass Skin
Finalmente, la aplicación de protector solar es crucial para proteger la piel de los daños del sol y mantener su aspecto jugoso y saludable a lo largo del día.
La belleza de la “glass skin” reside en su capacidad para lograr un aspecto natural y saludable, sin la necesidad de maquillajes pesados. Es un reflejo del enfoque coreano hacia el cuidado de la piel, donde la hidratación y la luminosidad son prioritarias.
Con la “glass skin” como la última tendencia en belleza, es evidente que el brillo natural está en alza, desplazando la obsesión anterior por la opacidad mate. En un mundo donde la luminosidad es sinónimo de juventud y salud, la “glass skin” se posiciona como el nuevo estándar de belleza a seguir.