“El miedo me hace estar alerta, no me ha impedido hacer nada”, revela el fotógrafo Amos Nachoum dedicado a las capturas de momentos únicos de la vida salvaje. Es reconocido a nivel internacional gracias a sus imágenes submarinas junto a especias que son una “locura”.
El hombre ha buceado desde la Antártida hasta el Alto Ártico y se ha enfrentado a condiciones y entornos extremos para así lograr tomas de algunos de los más magníficos y escurridizos depredadores que viven bajo el agua, como ballenas azules, orcas, anacondas, cocodrilos del Nilo y tiburones.
A diferencia de la mayoría de sus colegas, Amos no utiliza una jaula de seguridad en el agua sino que él ve elegancia, poder y belleza en el animal y lo retrata de manera natural. “No hay demonios en el mar”, suele decir el israelí.
Desde que descubrió su amor por la fotografía, Nachoum tenía un sueño particular: ser el primero en capturar a un oso polar, en el agua. Misión que su padre la consideró “suicida”. “Había una desconexión total con él hasta que se dio por vencido conmigo. No podía conectar con lo que yo hacía”, reveló el artista extremo.
Y ese “sueño loco” lo intentó cumplir en el 2000 cuando viajó al norte, al Ártico. Con la ayuda de un guía inuit local, avistó un oso polar macho y se lanzó al agua sin pensarlo: “Siempre se necesita un muy buen guía y mucha experiencia antes de hacer algo así, porque existe la posibilidad de que haya un accidente”.
El viento alejaba su barco mientras que el animal se le acercaba pero los nervios no hicieron posible la toma perfecta. Y el segundo intento fue en 2015, cuando su alumno Yonatan Mir realizó un documental sobre su vida y ambos volvieron al Ártico.
Buscaron osos polares durante cuatro días hasta que vieron entrar al agua a una madre con sus dos cachorros. “Se acercaban cada vez más y directamente hacia nosotros”, recuerda Amos y suma: “Ella se acercó por encima de nuestras cabezas. Me di la vuelta para hacerle una foto”.
“Estuve haciendo clic sin parar, todas las fotos que pude hacer”, comparte.