Porto de Galinhas: amor de puerto

El destino, que se jacta por el impresionante color de las aguas de su mar, presenta un gran abanico de actividades para las vacaciones de verano.

Porto de Galinhas: amor de puerto

Porto de Galinhas es una de las ciudades costeras más famosas de Brasil, ubicada en el Estado de Pernambuco, al nordeste del país. Reconocido por sus bellezas y piscinas naturales, el destino recibirá una gran cantidad de turistas en estas vacaciones. Vale agregar que es hoy un sitio turístico por excelencia y uno de los dilectos de los argentinos en el litoral brasileño. El ambiente de rélax en el que la gente no usa más que traje de baño y una toalla al hombro durante el día y en la noche, que no deja penetrar la masividad, incluso con buenas ofertas en hotelería, se percibe en las calles de tierra hacia las playas más alejadas del centro. Clima cálido, naturaleza silvestre, agua color turquesa; comidas exóticas y Forró -la música local- para unas vacaciones inolvidables.

Lo mejor

Los lugareños y los operadores turísticos tienen bien estandarizados los encantos. De esta manera, el decálogo de lo que no hay que perderse en el curso de un viaje por Porto Galinhas es el que sigue:

Praia de Muro Alto: agua calma contenida por un muro de arena, árboles de coco, arrecifes y piscinas naturales componen la imagen del paraíso. Ideal para deportes acuáticos. La mayoría de los hoteles y complejos turísticos se encuentran allí.

Praia da Vila: está ubicada en el centro de Porto y cuenta con piscinas naturales para nadar, agua turquesa y buena infraestructura. Para quienes les gusta la naturaleza pero necesitan un buen restaurante o algunas tiendas cerca, ésta es la playa perfecta. Es ideal para pasar el día y visitar los negocios y bares que están en el centro de la ciudad.

Pontal do Maracaípe: sus aguas calmas y cálidas parecen un espejo. Se puede navegar en balsa o contemplar los peces a simple vista.

Engenho Massangana: es un complejo de edificaciones del siglo XIX, con la casa principal y la capilla. Este lugar fue en su momento importante para la economía de la región ya que era la base de la producción brasileña. Lleva ese nombre por el río cercano que se utilizaba para el flujo de la producción.

Bucear en las piscinas naturales: Un lugar tranquilo con agua cristalina y una increíble flora y fauna marina con peces, ballenas, delfines y corales. La experiencia es inolvidable. Se puede ir con un experto para sumergirse en aguas que no son muy profundas. Recomendado para principiantes.

Excursión a Maragogi: Implica madrugar, pero definitivamente vale la pena. Se sale de Porto en catamarán a las 5.30 para llegar a la costa dorada de Alagoas y visitar las piscinas naturales durante la mañana, cuando hay marea baja. El agua es estridentemente celeste y allí se puede disfrutar de un almuerzo típico antes de regresar a última hora de la tarde.
 
Excursión a Praia de Cairneiros: con arena y árboles de coco que cuelgan sobre el agua, se llega en catamarán o en barco. Al desembarcar, la invitación es a almorzar en el bar de la playa y darse un chapuzón en el mar tranquilo. Algunas excursiones también incluyen baños de barro. Ha sido seleccionada como una de las mejores playas de Brasil.

Excursión a Olinda y Recife: La primera es una ciudad colonial bien conservada declarada Patrimonio de la Humanidad. En tanto, Recife es la capital del Estado de Pernambuco. Es viable conocer las dos un día y es una buena forma de aprender sobre la cultura del Estado y sobre los antepasados portugueses.

Calhetas y Cabo de Santo Agostinho: éste es otro gran paseo para visitar algunas de las increíbles playas de Pernambuco y también Vila de Nazaré y la iglesia Nossa Senhora de Nazaré, que fue construida en el siglo XVI. Incluye una parada en la playa de Calhetas para almorzar y apreciar el mar.

Restaurante Barcaxeira: Simple pero de buen gusto, este restaurante local tradicional ofrece buena comida a precios accesibles en un ambiente tropical. Es conveniente realizar una reserva previa para ir a cenar ya que es bastante concurrido.

El plato recomendado es la macaxeira gratinada, un puré de mandioca con queso y camarones o carne seca. Tiene vista al mar y generalmente hay música en vivo por las noches.

Cuidar el entorno

Tortugas marinas. En 2003, Ecoassociados inició actividades de preservación de la especie de tortuga Eretmochely simbricata, conocida como "tortuga carey", que es la que más está en peligro de extinción ya que su caparazón es utilizado para fabricar peines, joyas y marcos de anteojos. Uno de los primeros trabajos de la ONG consistió en orientar a las empresas de buggy para que eviten pasar cerca de los huevos de las tortugas durante los paseos turísticos. El trabajo de orientación también se extiende hasta los hoteles y complejos turísticos que apagan los reflectores que están en la playa para evitar que las crías caminen en dirección a los muros, en vez de guiarse por la luz del amanecer y entrar al mar. La organización monitorea un área de 32 km y trabaja en la preservación de otras atracciones turísticas de Porto de Galinhas, como los arrecifes de corales y los baobabs, árboles centenarios africanos. http://blogecoassociados.blogspot.com/

Caballitos de Mar. Desde  2001, el proyecto Hippocampus desarrolla estudios sobre la población de caballitos de mar. El objetivo es evitar la pesca y la comercialización de la especie como adornos, souvenirs o para rituales o remedios caseros contra el cansancio o el cáncer. www.projetohippocampus.org

Color local

En las arenas que dan a la peatonal, docenas de jangadas -embarcaciones con velas-  esperan a los entusiastas. Los jangadeiros cotizan según el cliente, pero por lo general cierran en 20 reales. Hay que subir con calzado para proteger los pies y en un mar poco profundo y sin olas, la aventura comienza. La barra coralina protegida, es la meta. Tras una corta navegación y siempre en contacto con otros barquitos y turistas, se accede al islote de coral, y las autoridades indican cómo caminar para no pisar un sector "vivo" que son los que muestran un color rosa nítido.En cambio, hay que caminar por los oscuros que ya están petrificados. Entre tanto se ven en pequeñas piletas miles de pececitos a los que el turista alimenta.

Lo mejor llega cuando nuevamente en la jangada, el capitán consulta si la tripulación tiene calor, todos gritan. Al surcar aguas translúcidas hacia piletones, ya nadie espera, se lanzan sin reparos a la calidez del mar "pandito" que apenas cubre los hombros y que permite caminar y nadar, y jugar, disfrutar. Es preciso calzarse antiparras para ver los cardúmenes que pasan junto al cuerpo.

La excursión incluye un paseo para ver verdaderos caballitos de mar, hipocampos que habitan en el río Maracaípe ése que al final se ahoga en el océano. Entre manglares sobre agua bastante marrón como para no ver el fondo, la barca avanza, entre más de 40 especies de estos animalitos míticos que representan la fidelidad en la pareja.

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